"Regalos" para la maestra.

El Financiero

Agenda Confidencial
Luis Soto
Jueves, 17 de mayo de 2007

En el marco de los festejos del Dí­a de la maestra, la profesora Elba Esther Gordillo recibió -además del reconocimiento y los apapachos del presidente de la República por su entrega y pasión por México- un par de presentes que seguramente no fueron de su completo agrado: el libro de Roberto Madrazo donde "le pone una buena revolcada", en el buen sentido de la palabra; y la orden del Instituto Federal de Acceso a la Información a la Procuradurí­a General de la República para que abra las averiguaciones previas o procesos penales en donde aparece inculpada.

En su libro La traición, Roberto Madrazo, quien en su larga carrera polí­tica se ganó a pulso el calificativo de mendaz, entre muchos otros, trata de reivindicarse relatando varias verdades, algunas de ellas a medias, sobre lo que él mismo califica como "la traición de Gordillo". Y dice: Elba Esther Gordillo fue la otra traidora (el primero Zedillí­n) que entregó el poder al PAN. Elbita "tení­a esto fraguado desde hací­a tiempo. Ella trabajó para Acción Nacional durante mucho tiempo. No fue un asunto coyuntural, aunque así­ se presentó en los medios, como un rompimiento con Roberto Madrazo. Pero no, Elba vení­a desde hací­a un tiempo en esa lí­nea, y su tirada era apoderarse del partido para subordinarlo a Vicente Fox y al PAN en la mira de 2006. ¿Por qué? Por sus intereses, por su fortuna personal inexplicable, y por la situación tan vulnerable en que se encontraba al frente del SNTE".

Pruebas hay varias, apunta el tabasqueño: "En la elección presidencial del 2000, cuando el candidato era Francisco Labastida, Elba Esther trabajó soterradamente por Vicente Fox. En ese entonces ella llegó a considerar, incluso, y así­ lo decí­a a sus amigos, que si ganaba Francisco Labastida estarí­a en riesgo su seguridad personal, la seguridad de sus intereses y la seguridad del SNTE. Y bueno, desde entonces le entregó todo a Acción Nacional y se dedicó a trabajar en eso. Obviamente, no en defensa de la educación de los mexicanos, que ya vemos el nivel de calidad tan bajo en que se encuentra, sino en defensa propia, y buscó la protección del presidente Fox y de Acción Nacional", según Madrazo.

Después de las elecciones federales de 2003, el mismí­simo Vicente Fox prácticamente confesó al columnista que habí­a encontrado en Elba Esther a "la mujer perfecta", no fí­sicamente, como Bo Derek, precisamos, sino polí­ticamente inteligente. Fox pensaba que con la profesora como aliada y como coordinadora del PRI en la Cámara de Diputados, le garantizarí­a que las reformas estructurales que habí­a prometido se convertirí­an en realidad. Y es que en las concertacesiones en lo oscurito con Martha y Vicente, la señora Gordillo habí­a prometido que "le quitarí­a el freno al cambio". No frenaremos las iniciativas que fortalezcan las instituciones; no frenaremos leyes y acuerdos que den seguridad al patrimonio e integridad de las personas; no frenaremos iniciativas que dignifiquen a México en el extranjero... decí­a la dueña de los maestros.

¿Qué pudo haberle ofrecido el presidente a la profesora a cambio de este importante trabajo polí­tico que ninguno de los integrantes de su gabinetazo, mucho menos el secretario de Gobernación, habí­an podido realizar en casi tres años de gobierno? Preguntaban los analistas bisoños. Dos cositas, dos cositas: pasar a las páginas de la historia polí­tica de este paí­s como la primera mujer que contribuyó a la transición democrática, y protección por lo que resta del sexenio, apuntaban los malosos. El desenlace ya se lo saben: Manlio Fabio Beltrones y Emilio Chuayffet "bajaron del caballo" a Elbita y la enviaron al exilio.

Ambiciosa e impetuosa como siempre ha sido, la maestra regresó... no lo que se habí­a llevado a Phoenix, Arizona, y a San Diego, para ocupar la Secretarí­a General del PRI, y según relata Madrazo en su libro, Elba Esther le prometió a Fox todo el apoyo para que el inútil de Creel ganara la elección presidencial.

Según Roberto, a mediados de julio de 2005, siendo secretaria general del PRI, Elba Esther comió con Fox y Martha Sahagún en su rancho, donde les dijo que "estaba lista para hacerse cargo de la dirigencia nacional del partido y dispuesta a apoyar a Creel de manera discreta y a promover que el candidato priista a la presidencia de la República resulte el más débil de todos".

El tabasqueño descubrió las negras intenciones de Elba Esther de entregar el PRI a Fox, y por eso no le permitió que fuera la presidenta del CEN del tricolor. "El problema es que se cruzó con los intereses particulares que ella misma comprometió con la pareja presidencial. Elba, en ese trance, habí­a dejado de ser una militante del partido y habí­a pasado a ser una pieza del presidente Fox y de Martha Sahagún, para dividir al PRI", explica Madrazo. ¡No lo dividimos pero casi lo desaparecimos! Podrí­a decir la parejita.

En cuanto a las averiguaciones previas o procesos penales en los que aparece como principal inculpada Elbita, habrá que esperar la información de la PGR.

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