Multimillonarios entre pobres

Diario de Yucatán

Domingo 12 de agosto de 2007

Plaza Pública

miguel ángel granados chapa

El lunes 6 se colapsó una mina de carbón en Utah y hasta ayer sábado no habí­an sido rescatados los seis trabajadores, tres de ellos mexicanos, atrapados por el accidente. La mina Crandal Cayon es operada por Murray Energy Corp., cuyo propietario, Roberto Murray se apersonó de inmediato en el lugar de la tragedia y no se ha apartado de allí­, organizando el rescate y hablando con los familiares de las ví­ctimas. Seguramente su compañí­a es más chica que Industrial Minera México, parte a su vez del gigantesco Grupo México, pero me fue imposible no contrastar la actitud del empresario norteamericano con la de Germán Larrea Mota Velasco, presidente del directorio de ese consorcio, que no acudió jamás a San Juan Sabinas, Coahuila, en cuya mina número ocho de la unidad Pasta de Conchos murieron 65 personas, la mayor parte de las cuales (sólo han sido recuperados dos cuerpos) yacen sepultados allí­ desde hace dieciocho meses.

La razón del ausentismo de Larrea, de que fuera personalmente impasible ante la angustia de los deudos de uno de sus muchos negocios, es que está demasiado ocupado ganando dinero. Hace dos semanas, el 27 de julio, el Grupo México anunció que en el segundo trimestre de este año habí­a obtenido utilidades por 525 millones de dólares, cantidad mayor en 48.6 por ciento a la del mismo lapso del año anterior. También sus ventas habí­an crecido, pero no en la misma proporción, sino en 38 por ciento. La causa de esos incrementos estriba en el alzas del precios de los metales, cuya producción y exportación es uno de los principales renglones del Grupo, que en ese campo emplea a ocho mil personas. Una cuarta parte de ellas, sin embargo, podrí­a quedar sin empleo de prosperar las acciones legales para declarar terminadas las relaciones de trabajo, a causa de una huelga en tres de sus plantas, huelga legal hasta el momento según fallaron jueces federales que ampararon al sindicato.

La concentración de empresas y la dispersión de sus operaciones incrementa la distancia entre los propietarios y los trabajadores y, más ampliamente, entre los ricos y la vida cotidiana de la mayorí­a. Ese resultado surge también de que buena parte de las utilidades, a veces la mayor parte de ellas, obtenidas por los grandes consorcios proviene de operaciones bursatiles, no de la creación y transformación de la riqueza material. Ese fenómeno ha sido evidente en las semanas recientes y producido, entre otros efectos, que Carlos Slim se haya convertido en el hombre más rico del mundo. No lo ha certificado así­ la revista Forbes, porque su elenco se publica anualmente. Pero The Wall Street Journal y Fortune, dos publicaciones emblemáticas en el mundo de los negocios lo admitieron así­ esta semana.

Slim apareció en Forbes por primera vez en 1991 (cuatro años después de que comenzó a publicarse la lista). Se le atribuyeron entonces mil millones de dólares, la cantidad mí­nima para figurar en ese elenco, pues acababa de adquirir Teléfonos de México. Con todo, aparecí­a entre los últimos lugares y no era el mexicano mejor colocado en la lista. Pero ha ocupado la primera posición desde 1996, cuando ya se le asignaba poco más de seis mil millones de dólares. Aunque al año siguiente cayó del lugar 16 al 37 y su fortuna apenas creció 500 millones, le fue mejor al aparecer en 1998 en el lugar 31, con siete mil doscientos millones. Al año siguiente avanzó al sitio número 27, con 8 mil millones, pero volvió al 31 en 2000, con cien millones de dólares menos que en 1999.

En 2001 quedó situado en el lugar 25, con 10,800 millones de dólares, que aumentaron en 2002 a 11,500, para ubicarlo como el número 17. En 2003 ese monto sufrió un retroceso a 7,400 millones, con lo que cayó al lugar 35. Pero al año siguiente comenzó su inexorable ascenso a la cumbre: volvió al lugar 17, con 13, 900 millones de pesos (casi el doble que el año anterior). En 2005 ganó diez mil millones de dólares y saltó al cuarto lugar, con 23 mil millones de dólares. En 2006 subió un peldaño: con una fortuna de 30 mil millones de dólares fue presentado como el tercero más rico del mundo, sólo detrás de Bill Gates y de Warren Buffet. (Carlos Acosta Córdova, Proceso, 4 de marzo de 2007).

La edición 2007 de la lista, aparecida en marzo de este año lo mantuvo como el número tres del mundo, con 49 mil millones, pero la anunciada entrega de casi todo su patrimonio de 52 mil millones a cinco fundaciones dejó a Buffet fuera del elenco, y a Slim en su lugar.Sin embargo, en su edición del 29 de junio, Sentido común una publicación en lí­nea que desde quince meses atrás seguí­a jornada a jornada la evolución de la riqueza de Slim calculó que el mexicano habí­a superado al presidente de Microsoft: Gracias al alza de 26. 5 por ciento que registraron las acciones de America Movil en el segundo trimestre, Slim, que tiene una participación de 33 por ciento en la empresa de telefoní­a móvil más grande de América Latina es ya sustancialmente más rico que Gates, uno de los fundadores de la empresa de software Microsoft. La diferencia entre las dos fortunas es de aproximadamente nueve mil millones de dólares, a favor de Slim

La noticia habí­a aparecido, un dí­a antes que su confirmación en lí­nea, en The New York Times. Eso condujo a que The Wall Street Journal encargara a David Luhnow una información más amplia, que confirmara la primací­a de Slim y explicara su veloz crecimiento. El texto apareció simultáneamente en aquel diario neoyorquino y en México en la sección de negocios del periódico Reforma .

¿Cómo logró este mexicano hijo de inmigrantes libaneses llegar a estas cimas? Lo hizo al ensamblar monopolios, algo parecido a lo que hizo John D. Rockefeller con la industria de la refinación del petróleo durante la era industrial. En el mundo postindustrial, Slim ha construí­do un baluarte en torno de la telefoní­a en México. Sus compañí­as Teléfonos de México (Telmex) y Telcel controlan 92 por ciento de todas las lí­neas fijas y 73 por ciento de la telefoní­a móvil, respectivamente. Al igual que Rockefeller en su momento Slim ha acumulado tanto poder que es considerado un intocable en su paí­s, una fuerza tan grande como el Estado mismo (Reforma, 6 de agosto)

Un alegato contrario a que Slim tiene la fortuna de hoy gracias al monopolio, fue escrito hace meses por Felix Salmon, colaborador de las revistas Portfolio en Nueva York y Poder y negocios, esta última de Televisa, de donde tomo el argumento: Usted podrí­a ganar mil millones de dólares al año durante toda una vida de trabajo y podrí­a no llegar a ser tan rico como Carlos Slim: para conseguir ese tipo de riqueza, no es suficiente ganar dinero. Usted necesita construir y poseer una compañí­a idealmente con...un monopolio. Pero mientras el monopolio de Microsoft era global, el de Slim es muy local está confinado a México. Y una parte muy importante de su riqueza viene de sus propiedades en otros paí­ses y otras industrias, donde no tiene ningún tipo de monopolio Es verdad que America Móvil, que ha sido la empresa de mayor crecimiento en los últimos años y de la que se deriva en este momento buena parte de la fortuna estimada de Slim– tiene operaciones en Estados Unidos, Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Puerto Rico, República Dominicana, Colombia, Ecuador, Perú, Brasil, Chile, Argentina, Paraguay y Uruguay, donde obtiene 53.3 por ciento de sus ingresos (José Fernando López, Poder y negocios, 17 de julio).

Imposible que Luhnow dejara de establecer el terrible contraste de que el hombre más rico del mundo resida en uno de los paí­ses más pobres, el 103 entre 126 en una escala de igualdad medida por la Onu: En los últimos dos años, Slim ha ganado casi 27 millones de dólares al dí­a mientras que un 20 por ciento de la población vive con dos dólares o menos al dí­

En mucho menor medida que Gates y Buffet, Slim ha emprendido labores filantrópicas. Acaba de concluir la vistosa campaña de publicidad de una de sus fundaciones, destinada a subrayar ese rasgo de la vida de Slim, a quien no se citaba por su nombre: En Fundación Telmex hemos cambiado la historia de cientos de miles de niños, jóvenes, adultos y personas de la tercera edad, con programas que buscan ayudar en la solución de los problemas estructurales de México: educación, salud, nutrición y justicia, entre los más importantes

El pasado presente.- Mañana hará veinte años de que el 13 de agosto de 1987 el Partido revolucionario institucional formalizara por primera en su historia una lista de precandidatos presidenciales y los convocara a comparecer ante sus militantes. Fue una suerte de predestape colectivo, acaso destinado a conocer las reacciones de los grupos de poder y de interés, así­ como de la opinión pública, ante el hecho mismo de que seis miembros del gabinete fueron considerados como presidenciables. Se entendió desde el principio, sin embargo, que la decisión última corresponderí­a al Presidente Miguel de la Madrid, que se aproximó a ella con tal cautela que no hizo en su libro Cambio de rumbo ninguna referencia al procedimiento que, sin duda con su anuencia y aun por su disposición inició hace dos décadas el partido a cuya cabeza de hallaba Jorge de la Vega Domí­nguez.

Fueron predestapados, y acudieron al encuentro con sus correligionarios en el auditorio del Pri capitalino, junto al museo de san Carlos, colonia Tabacalera, los siguientes funcionarios, citados en orden alfabético de sus apellidos: Ramón Aguirre Velázquez, Manuel Bartlett Dí­az, Alfredo del Mazo González, Sergio Garcí­a Ramí­rez, Miguel González Avelar y Carlos Salinas de Gortari. La lista resultaba de un valor entendido: dos meses atrás, habí­a aparecido en el periódico El dí­a, cuya afiliación al gobierno era proverbial desde su fundación, y que hace veinte años era dirigido por Socorro Dí­az, que serí­a más tarde diputada, la primera mujer en encabezar la bancada de su partido.

La lista era variopinta y denotaba sobre todo distintos modos y antigí¼edades en la cercaní­a con el Presidente. Como se hace a menudo cuando por obligación es necesario formar ternas para la designación de un funcionario, habí­a obvios parecandidatos de relleno. Algunos no se tomaban en serio que lo fueran, y acudieron a su comparecencia como quien acata una disposición incomodante. González Avelar, que se habí­a incorporado tardiamente al gabinete, tras la muerte de don Jesús Reyes Heroles, hasta dijo que para presentarse al cotejo habí­a solicitado autorización a su jefe, como si ignorara que estaba en la lista precisamente por orden presidencial.

Aguirre Velázquez era jefe del Departamento del Distrito Federal y habí­a sido subsecretario de presupuesto en la SPP en 1979, cuando De la Madrid (a quien sustituirí­a durante la campaña de 81-82) fue nombrado secretario. Bartlett, que habí­a hecho su carrera en los ambientes polí­ticos, especialmente en Gobernación, habí­a padecido un breve invierno en la cancillerí­a hasta que la llegada de De la Madrid a la Spp le permitió reiniciar su trabajo polí­tico. Fue asesor en esa materia del secretario, y tras su destape, coordinador de la campaña y secretario general del Pri, hasta que volvió a Bucareli, ya como titular. Del Mazo entró tardiamente a la polí­tica, por la ví­a financiera, y era gobernador del estado de México cuando, en 1986, De la Madrid lo nombró secretario de Energí­a, minas e industria paraestatal. Garcí­a Ramí­rez habí­a desempeñado el mayor número de subsecretarí­as que administrador alguno hubiera ocupado en México, hasta que López Portillo lo hizo secretario del Trabajo y De la Madrid lo trasladó a la Procuradurí­a general de la república. González Avelar habí­a asimismo tenido numerosas ocupaciones de menor rango, hasta que De la Madrid lo hizo coordinador de prensa de su campaña, senador y secretario de educación pública. Salinas de Gortari, en fin, conoció en la Secretarí­a de Hacienda a De la Madrid, quien lo llevó consigo a la Spp como director general de polí­tica económica y social. Al comenzar la campaña dirigió el hoy desaparecido Instituto de estudios polí­ticos, económicos y sociales (Iepes) y llegó el primero de diciembre de 1982 al cargo principal de la secretarí­a de Programación y presupuesto.

Quienes con mayor realismo se veí­an a sí­ mismos como sucesores de su jefe eran Bartlett y Salinas, aunque Del Mazo contaba en su favor con la cercaní­a familiar en la casa presidencial. Precisamente esa proximidad causó el 4 de octubre, el dí­a del verdadero destape, un episodio que a la postre resultó divertido. En la ví­spera, Federico de la Madrid insistió en que Emilio Gamboa, secretario privado de su padre el Presidente, le confiara el nombre del afortunado. Para quitárselo de encima, Gamboa dijo sólo por decir: Garcí­a Ramí­rez. La noticia cundió en el pequeño cí­rculo de amigos de Del Mazo, que a la mañana siguiente notificó a la radio la información y se dispuso a saludar en su domicilio al presunto destapado, que obviamente no tení­a noticia alguna al respecto. Sólo mucho rato después, cuando desfilaba hacia la casa del procurador el comienzo de la cargada se pudo transmitir la noticia oficial, de que el candidato serí­a Salinas de Gortari.

Salvo Bartlett, todos los protagonistas de este episodio se alejaron de la polí­tica formal. Salinas la hace hoy a trasmano.