Enrique del Val Blanco: Re-negado

Nota publicada en el periódico el universal del dí­a jueves 13 de julio de 2006.
http://www.eluniversal.com.mx/editoriales/34882.html

"Para no variar el jefe del Ejecutivo, a pesar de su propia e impropia afirmación de que se habí­a "puesto freno", tuvo a bien declarar sobre el difí­cil proceso que está viviendo nuestro paí­s, llamando "renegados" a aquellos que están siguiendo los procedimientos que marca la ley para esclarecer la elección del 2 de julio pasado. Asimismo, también para no variar, su vocero tuvo a bien tratar de aclarar lo inaclarable de la nueva pifia presidencial, que si no fuera lo común en él nos llamarí­a la atención.

Lo que también parece ser la norma es hacer declaraciones y salir de inmediato en uno de sus últimos viajes al extranjero, y que bien a bien los mexicanos no sabemos para qué han servido tantos viajes. Pareciera que se han utilizado como escape de la realidad nacional más que para fortalecer la presencia internacional de México.

Hoy nuestro paí­s poco cuenta en el concierto internacional; se ha dejado rebasar por los paí­ses de América del Sur y ya no digamos por los del sureste asiático. En ningún foro internacional de importancia se toma en gran consideración la posición del actual gobierno mexicano, quizás siendo este uno de los saldos negativos de un sexenio sin polí­tica internacional. Esperemos que el próximo gobierno logre hacer algo, que seguramente por poco que sea, será suficiente para rebasar la gris presencia que hoy tenemos, exceptuando por supuesto la presidencia de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, recientemente asignada a México, quizás como una de la bromas macabras de la diplomacia internacional, a pocos dí­as de los lamentables sucesos en Atenco, donde se han constatado las violaciones a los derechos humanos de mexicanos y extranjeros por parte de la fuerza pública.

El Presidente de la República deberí­a ser cuidadoso en extremo con sus declaraciones respecto del proceso electoral que estamos viviendo, dado que se pondrá a prueba a las instituciones y mostrará si efectivamente estamos en el camino de lograr una democracia plena y representativa, a pesar de los malos augurios de algunos de los miembros de la sociedad, entre los que se encuentra el caso del Consejo Coordinador Empresarial, que ya eligió quién ganó y ataca al candidato del PRD sin respetar para ello que todaví­a la moneda esté en el aire hasta que el tribunal federal electoral determine cuál es el candidato ganador.

Es muy preocupante esta actitud de los señores del dinero que supuestamente, y sobre todo de forma mentirosa, se consideran ajenos a la polí­tica, cuando en esta campaña han participado decididamente, haciendo uso para ello de sus recursos. Por cierto, esos recursos no se contabilizan dentro de los gastos de campaña de ningún candidato y es una situación que habrá que resolver para futuras elecciones, pues a través de este mecanismo continúa existiendo ventaja de cualquier candidato que sea del gusto del sector privado y al que apoyan con recursos de todo tipo, como vimos lo que hicieron en favor del candidato del PAN en la campaña presidencial pasada.

Otro fenómeno nuevo en las campañas electorales ha sido la utilización intensa de la internet por todos los partidos y sus simpatizantes, lo que no serí­a nada malo si no se tuviera en cuenta que los dos principales partidos la han convertido en una lucha entre pobres y ricos y los insultos de uno y otro lado están a la orden del dí­a, situación que hace desmerecer a la polí­tica rebajándola a pleito de vecindario, lo cual además de ser un absurdo es muy preocupante.

Este peligroso envenenamiento de la sociedad mexicana ha sido promovido e incluso intensificado por varios medios de difusión, que claramente están cargados hacia uno u otro candidato. No es la libertad de prensa o expresión objetiva lo que manifiestan estos medios, sino intereses muy particulares, la mayorí­a de ellos relacionados con presentes o futuros contratos económicos. Por eso mismo, los partidos tienen una grave responsabilidad para que en estos momentos se llame a la calma y a seguir a toda costa el único camino que es el jurí­dico.

Todas las manifestaciones que hagan de uno y otro lado deben estar enmarcadas en el respeto a la decisión final del tribunal federal electoral y, en su caso, de la Suprema Corte de Justicia; y hacia ese escenario hay que preparar desde ahora a los simpatizantes.

Nuestro paí­s, a pesar de sus inmensas reservas económicas, no resiste un gran desbarajuste social provocado por el resultado final de las elecciones. Esto debe quedar bien claro para todos y serí­a muy, pero muy conveniente que el Presidente y sus funcionarios lo tomaran en cuenta, pues todaví­a ellos deben supuestamente gobernar hasta el 30 de noviembre. Por otro lado, nuestro paí­s no está viviendo de ninguna manera un gran viraje, en uno u otro sentido; inclusive ya se ha dicho que cualquiera que gobierne tiene un margen de maniobra del presupuesto muy reducido, por los compromisos y candados que se tienen y que difí­cilmente, con la composición de la Cámara, se podrán modificar.

Por ejemplo, durante la campaña presidencial ninguno de los dos candidatos hizo grandes declaraciones o siquiera propuestas concretas respecto de uno de los grandes temas, como es el de la corrupción pública y privada, y ello porque ambos partidos están tocados por ella. Y por lo visto, les será muy difí­cil desmarcarse, lo que es una lástima porque una vez más los mexicanos sufriremos con esta lacra que, a pesar de los programas y acciones, año con año está presente en la polí­tica.

En lo único que ambos candidatos han declarado estar de acuerdo es en materia religiosa, por lo que la Iglesia católica debe estar contenta pues con cualquiera de los dos ella gana dado que, uno más confuso que otro, ambos han dicho seguir a Jesús y ser católicos. Ojalá esto los pueda ayudar para entender los problemas de México, más allá de las sagradas escrituras y los sermones que contienen. Esperemos pues el resultado de las impugnaciones y sobre todo que ambos candidatos tengan la mí­nima prudencia en sus declaraciones, pues al final se va a necesitar un estadista para estos momentos y no un simpático ocurrente como tenemos ahora, con declaraciones que hasta la fecha lo único que provocan es confundir y en algunos casos renegar.

Analista polí­tico y economista".