Matiné en palacio con la exhibición de Es posible transformar a México

La Jornada

lunes 3 de septiembre de 2007

Frente a un público fiel al guión, el Presidente ofreció la segunda parte de la pelí­cula

Los convidados al acto recibieron una andanada de calificativos por parte de simpatizantes de AMLO

ARTURO CANO

La pelí­cula habí­a terminado. ¿Alguien querí­a segunda parte? El presidente Felipe Calderón sí­. Y aquí­ estamos, en la matiné dominical, en el filme con un actor central, muchos figurines y una frase machacona de esas que los mercadólogos llaman idea-fuerza: Sí­ es posible transformar a Méxicoá, se repite Calderón en su discurso de una hora 20 minutos, frente a un público fiel a sus guiones, es decir, mayoritariamente panista.

Es la segunda parte de la pelí­cula que comenzó y terminó el sábado en el Palacio Legislativo de San Lázaro, y que tiene ahora público cautivo en los panistas del gobierno, acompañados por algunos invitados, empresarios en la primera fila, sobre todo. Cada dirección de área del gobierno federal trajo tres empleados para que no alcanzaran las butacas.

Buena parte de los convidados desfila, muy de mañana, frente a una gran manta desplegada en uno de los extremos de la plancha del Zócalo: ndrés Manuel López Obrador, presidente legí­timo de México En otra, con la Catedral de fondo, se lee: Un presidente ilegí­timo es un peligro para México. No queremos un Informe, queremos su renunci

Los lopezobradoristas no pasan de ser unos centenares pero, eso sí­, son de los más entrones y reciben a los invitados al mensaje del dí­a después con rudos gritos: ¡Apátridas!á ¡Ratas panteoneras!á

Fiel al espí­ritu cinematográfico del momento, el Estado Mayor Presidencial coloca una baterí­a de bocinas frente a Palacio Nacional. Alguien recuerda que en la cinta Una jornada particular, de Ettore Scola (con Marcello Mastroianni y Sofí­a Loren), sonaba así­ la música de la Italia de Mussolini, tronaba como truena ahora la Cavalleria Rusticana para acallar a los gritones. Borrados son del mapa, a fuerza de decibeles, como borrada fue de las pantallas la perredista Ruth Zavaleta, el sábado anterior.

Poco antes de la llegada de Felipe Calderón funcionarios de diversos niveles se echan la bolita por el borrón. Nadie sabe, nadie supo.

Doña Perpetua, Ye Gon y los aplausos

A las 10:47 de la mañana, 13 minutos antes de la hora programada, Felipe Calderón entra al primer patio de Palacio Nacional y se coloca frente a la fuente de Pegaso (sí­mbolo del valor, la prudencia y la inteligencia, salido de la espantosa cabeza de la Medusa).

Lo flanquean el panista Santiago Creel, el también panista Cristian Castaño y el presidente de la Suprema Corte de Justicia, Guillermo Ortiz Mayagoitia.

Único orador, Calderón menciona, en la apertura, a los representantes de los otros poderes, del Banco de México, de la Comisión Nacional de Derechos Humanos y del Instituto Federal Electoral. En primera fila, al lado de los gobernadores, lo escucha Luis Carlos Ugalde, quien en los últimos dí­as ha reprochado al gobierno calderonista entregar su cabeza a cambio de una reforma electoral ( aprobar nuestra remoción es aceptar que hubo fraudeá, dijo, para solaz de sus muchos enemigos, el 28 de agosto pasado).

Y el Presidente arranca con una breve referencia al sábado de San Lázaro ( ceremonia sobria y respetuosá) y su acuerdo para cambiar el formato del Informe presidencial para convertirlo en un diálogo de poderes Y a lo suyo, la mano dura que saldrá machucada.

Como desde sus primeros dí­as en Los Pinos, Calderón Hinojosa marcha contra la delincuencia. Recibí­á, dice, una delicada situación en materia de seguridad públic Tétrica herencia foxista describe Calderón. La delincuencia habí­a desafiado al Estado y pretendí­a suplantarlo. El futuro secuestrado por el crimen. Y a lo suyo: Del tamaño del desafí­o ha sido la respuesta de mi gobierno

Felipe Calderón habla en pasado del México rojo, sólo para enseguida reconocer que serí­a irresponsableá decir que ya se ganó la guerra. La batalla será larga, difí­cil y costará vidas humanasá ( ¿remember Fox en Tijuana, los primeros meses de su sexenio?) Antes que los delincuentes capturados en sus nueve meses en el poder (10 mil, asegura), Calderón destaca el incremento sustancialá de salarios que otorgó a soldados y marinos. El Presidente ha de volver al tema de la inseguridad una y otra vez, para acompañarlo de sus otras dos insistencias: el combate a la desigualdad y la buena marcha de la macroeconomí­a.

Aquí­, claro, comienza la construcción del paí­s ideal al lado de la danza de las cifras: 13 mil millones de dólares de inversión extranjera en el primer semestre de 2007, y 618 mil empleos formales del primero de enero al sábado pasado ( arriba de la cifra más optimista prevista para todo el añoá). Ya tendrá ocasión el INEGI de desmentir al jefe del Ejecutivo.

Por lo pronto, el primer aplauso de la mañana es para la profesora Elba Esther Gordillo (Doña Perpetua, como la han rebautizado los maestros disidentes). Es decir, el primer aplauso es para la reforma a la Ley del ISSSTE. Ni siquiera la lucha contra la delincuencia o los esfuerzos para estabilizará el precio de la tortilla ha-bí­an merecido un batir de palmas.

Basta de optimismo. Tenemos reservas probadas de petróleo sólo para nueve años y urge la reforma fiscal. Basta de optimismo. Tres de cada cuatro jóvenes no tienen lugar en la educación superior. Vuelva el optimismo. En los últimos años, ¡20 millones de mexicanos salieron de la pobreza extrema! (es decir, dejaron de ser miserables y ahora son sólo pobres).

Antes de que se lo coman los pobrólogos, Calderón admite que las cifras son controversialesá, pero indican que vamos en el camino correctoá y por ello reafirma su apoyo al Programa Oportunidades (herencia de Vicente Fox, quien a su vez lo heredó de Ernesto Zedillo y Santiago Levy).

A estas alturas, los cinéfilos ya no son tí­midos. Aplauden programotas y programitas (sea que beneficien a 5 millones de familias o 63 mil niños) y también aplauden las caravanas con sombrero ajeno, como cuando Calderón presume a los niños mexicanos ( el gobierno no nos ha dado nadá) ganadores de un concurso internacional de geografí­a. Pero no aplauden, a saber por qué, la única mención calderonista al mundo cultural: el medio millón de asistentes a la exposición de Frida Kahlo. Y tampoco lo hacen cuando el Presidente se refiere al ciudadano mexicano Zhenli Ye Gon, sin mencionarlo: el decomiso de dinero ilí­cito más grande del mundo. El mayor escándalo de sus nueve meses hecho un logro.

La ovación patriotera

Ha llegado el momento, dice Calderón Hinojosa, de pasar del sufragio efectivo a la democracia efectiva. Tres mil personas lo escuchan y la mayorí­a celebra el apoyo y el lavado de manos: Soy partidario de que se fortalezca la fiscalización, de disminuir los recursos a las campañas, de hacer campañas más cortas y de mantener la equidad. Seré respetuoso de lo que los partidos decidan...á

Como su antecesor, Calderón insiste en su llamado a las fuerzas polí­ticas y al Congreso para abrir las amplias avenidas del diálogoá y así­ consolidar nuestra democraci Esas avenidas, dice el inquilino de Los Pinos, ya se han reabierto en la polí­tica exterior, pues se han recompuesto y fortalecidoá las relaciones del paí­s con todas las naciones de América Latina, a fin de recuperar su papel de lí­der históricoá de la región.

Claro, falta la mirada al norte. Felipe Calderón resume sus dichos de los últimos meses. Eleva de nuevo una protesta enérgicá por las medidas unilaterales del gobierno de Estados Unidos, rechaza el trato vejatorioá a los migrantes y la construcción del muro en la frontera (más bien su ampliación).

¿A quién se le ocurrirí­a acusar a los panistas de antiestadunidenses, si aquí­ dominan los felices con el Tratado de Libre Comercio? A saber, pero la arenga calderonista despierta la vena patriotera del público formado por legisladores, alcaldes, funcionarios y empleados, todos panistas. Esta vez no sólo aplauden, lo hacen largamente y de pie.

Remata Calderón: la lucha contra la delincuencia seguirá con toda la fuerza del Estado; sólo las reformas estructurales harán posible pagar la enorme deuda social. ¡Sí­ es posible transformar a México! Sí­ es posible, sí­ es posibleá, machaca antes del ¡viva!á y los aplausos finales.

Afuera, en cuanto el público comienza a salir y arranca el desfile de camionetas y carros de escoltas, los simpatizantes de López Obrador mientan madres y hacen caracolitos a todo el que voltea a verlos (que no son muchos).

Frente a palacio, al término del acto, dos señoras con trajes imitación piel de leopardo comentan:

¿Sabes quién está guapo?

¿Quién?

El gobernador de Durango. Indí­gena, pero guapo.