¿ ¡ Se acabó el 'Primero los huevones' á !?

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Lorenzo Meyer

13/07/2006

Expresiones como Se acabó el ‘Primero los huevones’á hacen que el sarcasmo pueda tomarse como el resumen y la explicación de la naturaleza real de la gran división de Méxicoá

¿ ¡ Se acabó el 'Primero los huevones' á !?

El Corazón de la Disputa.

De acuerdo a la crónica de Diego Osorno sobre lo ocurrido en la sede del Partido Acción Nacional el 6 de julio, una anónima diputada de ese partido sintetizó así­ el significado real del resultado del conteo de las actas electorales que puso a Felipe Calderón por delante de Andrés Manuel López Obrador por sólo un 0.58%: Se acabó el ‘Primero los huevones’. Ahora vamos a darles un empleo y ponerlos a trabajar La diputada respondí­a así­, con sorna, al slogan que habí­a quitado el sueño a las clases dominantes de México y que fue el corazón de la campaña de su adversario: Primero los pobresá, (Milenio Diario, 7 de julio).

La anónima diputada ( ¿qué diputado mexicano, finalmente, no es anónimo?), arropada por los suyos en ese momento de euforia, dijo lo que bien pudiera ser un resumen de la posición y del sentimiento de superioridad moral de quienes conforman la derecha mexicana: ignorancia o renuencia a reconocer la naturaleza del problema social mexicano más insensibilidad y dureza hací­a aquellos que ya consideran, una vez más, los vencidos. Sin duda hay excepciones a esta generalización, pero la posición de la derecha no la moldean las excepciones.

Contrargumentos.

La afirmación de la diputada panista significa, en primer lugar, que los pobres son naturalmente reacios a trabajar (de aquí­ en adelante se usará este término u otros similares en vez del empleado por la legisladora: huevonesá). Y el argumento implí­cito es claro: la causa de la pobreza es el gusto de los pobres por la holganza. Por tanto, si los panistas y sus simpatizantes se concentran en las zonas de los ingresos medios y altos -y así­ lo confirman los datos de las encuestas de salida tras la última jornada electoral (Reforma, 3 de julio)-, tales ingresos están económica y moralmente justificados por ser precisamente ellos, los sectores medios y altos, el mejor ejemplo de la cultura del esfuerzoá; nadie tiene derecho a suponer que los intereses de una masa de indolentes pueda estar por encima de los de ellos, los realmente productivos.

Argumentar en contra de semejantes supuestos se puede hacer desde múltiples y diferentes ángulos, pero no es éste el lugar para intentar una lección sobre la naturaleza del mercado, del trabajo y de sus remuneraciones en una sociedad capitalista. Basta señalar que los múltiples estudios sobre la historia del trabajo en México como la del resto del mundo-, y que evidentemente nunca han sido consultadas o comprendidas por la diputada panista, muestran como, por ejemplo, en el siglo XIX, los obreros urbanos, entre los que se encontraban niños y mujeres, trabajaban de doce a quince horas diarias y nunca ritmo tan inhumano les permitió superar su pobreza abismal. Hoy, nadie podrí­a negar lo agotador y brutal de la tarea de los rarámuri en Chihuahua, pero ese enorme esfuerzo por arrancar la subsistencia a las zonas inhóspitas a donde ha sido relegada esa etnia (esfuerzo muy superior al de cualquier diputado) no impide que, en conjunto, los rarámuri sean hoy pobres entre los pobres mexicanos. En los últimos cien años, son los más humildes los que han emigrado en mayor número a Estados Unidos y han sido absorbidos con avidez por la economí­a norteamericana justamente porque tienen una notable voluntad de trabajar duro y bien si las condiciones lo aconsejan.

En contraste, la mayorí­a de los ricos en México lo son porque no nacieron pobres. Muchos heredaron o consiguieron ví­a matrimonio su capital inicial, contaron con una educación formal e informal adecuada y con conexiones familiares o sociales que les ayudaron. Y, sin lugar a dudas, casi todas las grandes fortunas mexicanas tienen en su origen conexiones polí­ticas. En varios casos son las ligas con el poder información privilegiada, contratos, concesiones, venta de empresas paraestatales- lo que explica, al menos en parte, la existencia de las fortunas notables.

En este siglo XXI cualquier persona cultivada y no atada a prejuicios clasista, sabe que la causa principal de la pobreza no es el gusto por el ocio -indolentes los hay en todas las clases sociales- pues los desamparados son quienes menos pueden darse el lujo de negarse a laborar. La causa principal de la pobreza es la desigualdad, las desventajas iniciales y falta de oportunidades que ésta genera. Si el grupo al que la diputada panista pertenece no atina a comprender lo anterior, entonces estamos frente a un caso irremediable de inopia mental y moral.

El Origen Histórico de la Idea.

Tras la conquista, el dominio español y la introducción de su peculiar capitalismo, surgieron crisis periódicas en la agricultura colonial que echaron de sus comunidades a multitudes de indí­genas que migraron a pueblos y ciudades donde combinaron trabajos eventuales con la mendicidad y el robo. Estas clases peligrosasá fueron objeto de desprecio, í­ntimas ayudas y mucho control policiaco.

En el México colonial, a lo largo del siglo XIX y hasta los inicios del siglo XX, las buenas conciencias que poblaron los cuerpos legislativos y los gobiernos locales los antecesores de la diputada panista- pretendieron resolver parcialmente el problema de los pobres con leyes contra vagosá, mendigosá, viciososá, mal vivientesá y amancebados Así­, las ví­ctimas de la destrucción del orden original y del gran despojo posterior, se vieron en un callejón sin salida, los culpables de su ocioá eran ellos mismos y, por eso, las clases dominantes les aplicaron leyes que no remediaron su situación pero en cambio sirvieron para enrolarlos, a partir de los 16 años, dentro del ejército, o enviarlos a casas de corrección, a obrajes, a haciendas de labor, fábricas, talleres o proyectos de colonización. Corregir a los vagos entre los que se incluí­a no sólo a los sin trabajo sino a los que iban de pueblo en pueblo con instrumentos musicales, animales adiestrados o juegos de suerte o azar ó bien, en los 1920 en Chiapas, a los curas que ejerzan sin autorización legalá- por la ví­a del castigo fue la excusa de las clases dirigentes para calmar su conciencia y no asumir responsabilidades. Sólo excepciones, como Francisco Zarco, sostuvieron que la vaganciá no era un problema del carácter del individuo sino del orden social imperante (véase a Romana Falcón, México descalzo, 2002).

El Viejo Espí­ritu Sigue Vivo.

La diputada panista a la que no le gusta primero los pobresá ya no dispone, como sus antecesores, de instrumentos legales para hacer que los actuales vagosá vayan a parar, por ley, a sitios donde, en vez de ayudas les espere el trabajo. Sin embargo, y según ella, con el triunfo de la plataforma de su partido, vamos a darles un empleo y ponerlos a trabajar En primer lugar, el vamos a ponerlosá es sólo una fantasí­a de su grupo, pues hoy al ciudadano mexicano nadie lo poneá a trabajar; el trabajo forzado ya es historia y está por verse si un gobierno panista es capaz de generar empleos.

El PAN ha estado en el poder desde el 2001 y desde el inicio prometió hacer crecer al PIB al 7% anual y crear al menos un millón de empleos en cada uno de esos seis años, pero finalmente no lo cumplió. Según las cifras oficiales, del 2001 al 2005 el crecimiento anual del PIB fue de apenas 1.9 anual y el per capital de un magro 1%. El empleo en la manufactura disminuyó en 15.9% y los nuevos asegurados en el IMSS un í­ndice de creación de empleo formal- fueron, en promedio, apenas 300 mil al año. Todo un fracaso, compensado por empleos informales y la migración a Estados Unidos.

Sal sobre la herida.

Hoy, la atmósfera polí­tica esta cargada en extremo; el enojo y frustración de los votantes de izquierda esta a flor de piel, tanto por la pérdida de la gran oportunidad de cambio por apenas el 0.58% de los votos como por la forma como la derecha condujo su campaña contra el primero los pobresá intento de desafuero de AMLO, propaganda negativa basada en el miedo, activismo partidista desenfrenado del presidente, uso de los programas sociales (44% de los beneficiados por el Seguro Popular votaron por el PAN y sólo 26% por el PRD), la intervención directa del consejo coordinador empresarial a favor de Felipe Calderón, etcétera. En esas condiciones lo menos indicado es un discurso que refleje los prejuicios peores de la derecha, que son sal sobre la herida.

Expresiones como se acabó el ‘primero los huevones’á ponen en duda el supuesto propósito de reconciliación del panismo con los votantes de izquierda y sí­, en cambio, hacen que el sarcasmo se tome como el resumen y la explicación de la naturaleza real de la gran división histórica de México, que hoy pareciera que se nos vuelve a venir encima.