
A apretarse los cinturones
Submitted by nadezhda on Lun, 09/10/2007 - 08:23
10 de septiembre de 2007
El secretario de Hacienda, Agustín Carstens, entregó a la Cámara de Diputados un Presupuesto de Egresos para 2008 aparentemente concebido para cubrir los gastos mínimos, dramatizar la escasez de fondos federales y apremiar una reforma fiscal de inspiración recaudatoria por la vía de la ampliación de la base tributaria y de cargar la mano más a quienes ya tributan.
La carta bajo la manga es un versión Bá del Presupuesto para el caso de que la reforma progrese si se pactan acuerdos sobre la reforma electoral.
Los recursos destinados a algunos rubros de infraestructura se reducen, así como los del campo, que en enero encarará la franca importación de maíz, frijol, azúcar y leche en polvo, prevista en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte vigente desde 1994.
Los mayores incrementos presupuestales benefician a estados, deuda pública, IMSS, Salud, Educación, Poder Judicial, Gobernación, Seguridad Pública, Marina y Turismo, además de la consejería jurídica de la Presidencia de la República.
En Sydney, Australia, donde asistió a un encuentro de los mandatarios de los países ribereños del Pacífico, el presidente Felipe Calderón Hinojosa admitió que el presupuesto es austero e insuficienteá, e insistió en que la reforma hacendaria es indispensable para obtener el dinero que requiere la atención de los problemas prioritarios del país.
La facultad de cobrar impuestos y financiar las tareas de seguridad y justicia, administración y obras públicas del gobierno, tiene ahora alcances de mayor trascendencia.
Como instrumento de las políticas económica y social, a la hacienda pública corresponde redistribuir el ingreso nacional, fomentar el crecimiento económico y apoyar a las clases más rezagadas en tanto logran su autosuficiencia.
Padecemos una estructura fiscal laberíntica, confusa y cambiante, con tasas diferentes, dispensas injustificadas y penalidades desproporcionadas, que producen manejos discrecionales y tributaciones inequitativas. Aquí cojea la democracia.
La otra cara de la moneda es la insuficiente claridad en el manejo del erario. Podemos saber cuánto se gasta, pero no siempre cuánto ingresa. Si estamos obligados a tributar, tenemos el derecho a la seguridad de que nuestro dinero no va a servir para la producción de las comaladas de millonarios que arroja cada sexenioá, como dijo el ex presidente Emilio Portes Gil.
De ese modo podríamos contar con fondos bastantes para la construcción de una infraestructura que ya debiera tener especificaciones de primer mundo, con todo lo que le ha sido destinado.
Responsablemente, los diputados tienen que analizar el proyecto del gasto público y hacerse cargo también de las modificaciones necesarias para proveerlo de dinero suficiente y de reorientarlo debidamente, si este fuera el caso.
Cada poder tiene su parte en este proceso de formulación de los egresos y del cuidado honrado y eficaz de los recursos, principalmente cuando son tan escasos como ahora.