Plaza Pública: El referéndum por la libertad

Diario de Yucatán

Miguel Ángel Granados Chapa

Tan ajenos están los radiodifusores a la ley, tan al margen de su práctica, que ignoran que su propuesta de llevar a referéndum la aprobación de la reforma constitucional que prohí­be la propaganda electoral pagada (y sus eventuales simulaciones) es imposible jurí­dicamente.

Una consulta a los ciudadanos, con aquel nombre o sin él, carecerí­a por tanto de efectos vinculatorios. Acaso mostrarí­a la posición al público de las televisoras y establecerí­a distancia entre la decisión legislativa en materia electoral y la opinión de los votantes. Pero esa distancia es apreciable en innumerables materias, no obstante lo cual las leyes a las que se refiere están vigentes.

Después de la presencia de dirigentes de la Cámara de la Industria de Radio y Televisión (CIRT), concesionarios importantes y conductores de programas y presentadores de noticias ante las comisiones unidas del Senado de la República, para objetar algunas disposiciones de la reforma constitucional al sistema electoral el tema parecí­a agotado.

Se dijo entonces que la preocupación fundamental de los asistentes era preservar las libertades, la de expresión particularmente. Cuando Joaquí­n López Dóriga intervino para expresar las preocupaciones de mi oficioá el problema habí­a quedado sin materia, de haberla tenido en realidad.

Se trataba de un párrafo del nuevo (cuando sea aprobado definitivamente) artí­culo 41 constitucional que debí­a ser entendido en su contexto de evitar la contratación de mensajes electorales pagados. El texto decí­a: Ninguna persona pública o privada, sea a tí­tulo propio o por cuenta de terceros, podrá contratar o difundir mensajes en radio y televisión susceptibles de influir en las preferencias electorales de los ciudadanos ni a favor ni en contra de partidos polí­ticos o de candidatos a cargos de elección popular Advertidos de la probable confusión que generara respecto de la libertad de expresión, cuando el martes al mediodí­a acudieron al Senado los representantes de la radio y la televisión se habí­a ya corregido la redacción para precisar que se prohibí­a contratar la difusión, no difundir (y después se puso fí­sicas o morales donde decí­a personas públicas y privadas), por lo que el periodista que conduce el principal noticiario electrónico se dio por satisfecho: Enhorabuena y que así­ permanezca, modificado... si ya se hizo la reforma a este texto que reforma la Constitución que así­ se quede, para que la libertad de expresión no sea ví­ctima de modificaciones legales

La CIRT, sin embargo, decidió prolongar el litigio, como si tal amenaza a la libertad de expresión, que no fue nunca real, existiera todaví­a. Por tanto, convocó a una reunión de su consejo y convidó también a otros lí­deres patronales, entre ellos los presidentes del Consejo Coordinador Empresarial y de la Concamí­n para lanzar su desafí­o. De modo semejante a la ví­spera, aunque con menos tiempo, las televisoras se enlazaron (en una suerte de hora nacional instrumentada por particulares) para dar a conocer su iniciativa llamada Un referéndum por la libertad

En su exposición la Cámara insiste en que la reforma en curso afecta el derecho a la libertad de expresión porque despoja a la gente de la posibilidad de expresar sus posiciones en medios electrónicos Se trata de una falsedad porque sólo se priva a quienes pueden hacerlo de la posibilidad de pagar por expresar sus opiniones electorales, lo cual es necesario para evitar la simulación: si a los partidos se prohí­be contratar tiempos en medios electrónicos para ese propósito, es menester extender la prohibición en general para evitar la infracción a la ley por interpósita persona.

La posición de la CIRT es endeble, no sólo porque carece de materia, sino porque se basa en información falsa. Dice que la reforma se habí­a venido preparando en lo oscuro, por lo que su contenido sólo nos fue revelado unos dí­as antes

Eso pasa a los radiodifusores por no prestar atención a la información sobre asuntos públicos relevantes (y privar de ella a sus usuarios): el 4 de junio, hace tres meses, se efectuó en Jalapa el foro titulado Democracia y Sistema Electoral, en el marco de las reuniones sobre reforma del Estado. En esa reunión se trazaron las bases de la iniciativa formalizada el 31 de agosto y cuyo predictamen fue conocido el 6 de septiembre.

No obstante las deficiencias de su información, considerándose agredida, la CIRT exige un referéndum, una consulta popular para que los mexicanos expresen su opinión, de manera directa y sin participación alguna de la partidocracia. No podemos permitir que la sociedad sea secuestrada por unos cuantos dirigentes de partidos polí­ticos Y exigió también que el actual IFE –el IFE ciudadano– supervise la consulta popular.

El referéndum y la consulta popular (figuras de democracia directa diferentes entre sí­, no expresiones sinónimas, no dos modos de llamar a un solo ejercicio ciudadano) están considerados en la legislación de varias entidades del paí­s, pero no en el nivel federal.

Se sorprenderá desagradablemente la CIRT al enterarse, en este momento y por mi conducto, que han sido los partidos de la Revolución Democrática y del Trabajo quienes han presentado proyectos, que no han tenido curso, para introducir el referéndum a la Constitución. Lo hizo el PRD en 1992 y el PT en 1997. Tal vez ahora, a la par o en vez de que la radio y la TV organicen el suyo propio, que carecerá de eficacia legal, puedan apoyar esas iniciativas.– México, D.F.