Huele a pólvora

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En el banco de los acusados

Sergio Aguayo Quezada

En México se destruyen oleoductos y en Washington está a punto de explotar una bomba jurí­dica que exhumará ese pasado que nuestras instituciones han hecho hasta lo imposible por sepultar.

El factor común es la tragedia de los desaparecidos.

Antes de abordar el asunto vayan las precisiones. Como ciudadano estoy contra la utilización de la violencia estatal o social en la polí­tica. Como analista interesado en una seguridad con democracia y derechos humanos busco explicaciones a una pregunta tan elemental como el por qué sigue habiendo mexicanos y mexicanas dispuestas a tomar las armas y a poner bombas que alteran el delicado tinglado polí­tico nacional.

El 31 de diciembre de 1993 el presidente Carlos Salinas y su grupo celebraban el ingreso de México a la modernidad y se preparaban para gobernar varios sexenios más. Estaban y eran felices. Horas después empezó la rebelión de decenas de miles de indí­genas encuadrados en el EZLN y cambió la historia del paí­s y se hundió la estrella del salinismo. En el primer semestre del 2007 la atención se dirigí­a al enfrentamiento del estado con dos poderes fácticos: el crimen organizado y las televisoras. La situación se enredó cuando en julio pasado el EPR se lanzó a destruir ductos de Pemex. Los daños económicos han sido enormes. Es posible, como dicen algunos, que el EPR sea un grupo minúsculo y de origen e intenciones turbias. Sin embargo, se reconfirma que bastan unos centenares de personas decididas, bien organizadas y financiadas para dislocar ramas enteras de la economí­a nacional. El EPR insiste en que los atentados se originan en la desaparición de dos de sus dirigentes desaparecidos en Oaxaca hace unos meses y en su lenguaje aparece reflejada esa franja de mexicanos convencida de que las instituciones no funcionan y que la justicia es imposible en México. En otras palabras, la guerrilla tiene una base social.

Entre los escépticos estarí­an aquellos que combaten los agravios con medios pací­ficos. Es el caso con dos organismos civiles que pusieron una bomba jurí­dica a punto de explotar. La Comisión Mexicana de Promoción y Defensa de los Derechos Humanos (CMPDDH) y la Asociación de Familiares de Detenidos, Desaparecidos y Ví­ctimas de Violaciones a los Derechos Humanos en México, (Afadem) representan a los familiares de Rosendo Radillo un guerrerense que tení­a 60 años cuando fue detenido en 1974 en un retén militar. Nunca volvió a aparecer pero está bien documentada la responsabilidad del estado mexicano en su desaparición.

En 2001 los dos organismos mencionados en el párrafo anterior presentaron el caso Radillo ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). Pasaron los años y el organismo con sede en Washington revisó la evidencia y tomó en cuenta los argumentos de los quejosos y del gobierno mexicano. Los familiares de la ví­ctima decí­an recurrir al exterior por el agotamiento de las instancias internas. Nuestro gobierno rechazaba la idea y subrayaba que México todaví­a tiene recursos para interponer y antesalas por visitar. La CIDH concluyó en 2005 que 33 años habí­an sido suficientes para averiguar el paradero de Rosendo Radillo y castigar a los responsables. En pocas palabras, la falta de resultados concretosá confirmaba la ineficacia de los recursos internos Con esa base prepararon un Informe de Fondoá (aún confidencial) que fue entregado en agosto de 2007 al gobierno mexicano, el cual tiene hasta el 15 de octubre para responder. Fuentes cercanas al asunto ven imposible que nuestras autoridades puedan restañar en tan corto tiempo el fracaso de dos organismos de Estado.

Durante la Guerra Sucia desaparecieron entre 500 y 1,200 personas. El municipio más castigado fue Atoyac de Álvarez, Guerrero, con 470 (entre ellos el señor Radillo). Ante la magnitud de la violación a las garantí­as individuales, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) estableció en 1990 un Programa Especial sobre Presuntos Desaparecidos. Tuvo un arranque prometedor pero al poco tiempo frenó las investigaciones y hasta ocultó información vital para los familiares de los desaparecidos. Una serie de denuncias periodí­sticas acicatearon en 2001 a la CNDH que se puso a trabajar y sacó la Recomendación 26/2001 el 27 de noviembre de aquel lejano año.

Ese mismo dí­a Vicente Fox respondió creando la Fiscalí­a Especial para Movimientos Sociales y Polí­ticos del Pasado (FEMOSPP) que desapareció hace unos meses después de gastarse entre 200 y 250 millones de pesos. Le bastó un quinquenio para demostrar cuán incapaz fue el foxismo en el terreno de la justicia, la verdad y las reparaciones; la FEMOSPP nos deja, eso sí­, una estela de anécdotas dignas de nuestra picaresca polí­tica. Ante el fiasco, el gobierno federal metió el Informe Final de la Fiscalí­a (entregado en noviembre de 2006) al limbo echeverrista: ni lo rechaza ni lo acepta, sino todo lo contrario.

Entretanto, crece la lista de agravios. Algunas perlas de 2007. La justicia del Estado de México es tan generosa que exoneró a Arturo Montiel y en lugar de condenar a 120 años a tres lí­deres sociales de San Salvador Atenco sóloá les impuso una pena de 67 años y seis meses de prisión. Ulises Ruiz sigue gobernando Oaxaca, pero se castiga con dureza a los lí­deres de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca. El gobierno federal arropa al góberá Mario Marí­n, mientras se desencadena otra campaña contra Lydia Cacho. En suma, se criminaliza la protesta social y Rosario Ibarra reactiva el Frente Nacional contra la Represión.

En este marco hay que entender la violenta y condenable reaparición del EPR y la posibilidad de que la desaparición de Rosendo Radillo termine siendo juzgada en la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Por primera vez en la historia el Estado mexicano estará en el banquillo de los acusados por la forma tan condenable en que usó la fuerza y por lo que deja de hacer en el presente. Un desenlace inevitable porque discursos aparte hay un México que huele a pólvora de distintas épocas.

La miscelánea

A los interesados en seguridad les recomiendo una conferencia internacional organizada por el Centro de Estudios Internacionales de El Colegio de México y el Colectivo de Análisis de la Seguridad con Democracia. Se realizará el martes 25 y el miércoles 26 en las instalaciones de El Colegio de México. El programa completo aparece en www.colmex.mx y en www.seguridadcondemocracia.org.– México, D.F.