
Plaza Pública: El hervor del fango criminal crece
Submitted by nadezhda on Mar, 09/25/2007 - 08:01
Miguel Ángel Granados Chapa
Cansado de huir durante cerca de seis años –desde que en enero de 2001 se fugó del penal de Puente Grande, llamado hoy de Occidente– Joaquín Guzmán Loera, apodado El Chapoá, se refugió a fines del año pasado en La Angostura, una recóndita comunidad en el municipio serrano de Canelas, Durango, que forma parte del triángulo dorado, la confluencia de esa entidad con Chihuahua y Sinaloa.
Allí encontró seguridad y también de nuevo –que sólo los afortunados lo hallan varias veces– el amor. En noviembre de 2006 conoció a Emma Coronel Aizpuru, quien era a la sazón candidata a reina de la Feria del Café y la Guayaba 2007. El 6 de enero siguiente, en la cabecera municipal, el baile anual se vio amenizado por la llegada de El Chapoá, que ese día consolidó el ya establecido compromiso con Emma, pronto convertida en reina de la feria. A las 11 de la mañana unas 200 motonetas con asientos para dos personas llegaron a Canelas. A bordo de ellas, hombres con vestimenta y pasamontañas negros, con metralletas colgadas del hombro y pistolas de grueso calibre en los cinturones... Luego arribaron a la pista de aterrizaje, en avionetas de cinco plazas, los integrantes del grupo musical 'Los Canelos de Durango'... también... armados... presumían sus pistolas con cacha de oro.
Horas más tarde, a las 16:30 horas, llegaron seis avionetas de ala fija. 'El Chapo' bajó de una de ellas. Vestía pantalón de mezclilla, chamarra, cachucha y tenis de piel negra. Estos tenían una raya blanca. Como si fuera parte de su vestuario, en el pecho llevaba cruzado un fusil de asalto AK-47, 'cuerno de chivo', y una pistola que hacía juego con la rop
El reportaje de Patricia Dávila (Proceso No. 1609, 2 de septiembre), del que tomo esta cita y el resto de la información sobre la presencia de El Chapoá en esa población duranguense, añade que en seguida apareció el resto del cuerpo de seguridad del narcotraficante... De otras tres avionetas bajaron hombres vestidos con uniforme verde, semejante al de los militares; portaban chalecos y radio fijos en el pecho...
La periodista señala que algunos asistentes dicen haber reconocido al ex subprocurador de justicia de Sinaloa, Alfredo Higuera Bernal, y al presidente municipal de Canelas, Francisco Cárdenas Gamboa, de extracción panista..., cuya presencia generó dos versiones: que fue forzado a asistir o bien que es un integrante más de la organización de 'El Chapo'
Higuera Bernal hizo publicar en el número siguiente del semanario un desmentido sobre su presencia en la fiesta. No registro que el alcalde hubiera hecho aclaración alguna, ni sobre ese fasto pueblerino ni sobre su participación al coronar a la reina Emma, el 23 de febrero. Con gran despliegue de seguridad y rumbosamente, El Chapoá y la soberana se casaron el 2 de julio, sin que nadie perturbara su serenidad ni el feliz comienzo de su unión.
El alcalde Cárdenas Gamboa concluyó su trienio el 31 de agosto siguiente, hace poco más de tres semanas. El sábado pasado se hallaba en la capital de su estado. Viajaba, a las 13.30 horas, en una camioneta Dodge Ram, negra, contra la cual deliberadamente chocó un vehículo blanco con placas del extranjero, por lo que Cárdenas Gamboa descendió del suyo y corrió. Pero sus agresores dispararon contra él y lo hirieron gravemente en el pecho y en un muslo, que afectó la vena femoral. Sus atacantes lo dejaron por muerto. El lunes continuaba en situación delicada.
En la víspera, anteayer domingo por la noche fue a visitarlo en el hospital Reynaldo Jiménez García, ex secretario del Ayuntamiento. Al salir, según refirió su padre, varios individuos vestidos de negro, que llegaron al jardín Morelos, frente al nosocomio en dos camionetas de modelo reciente, levantaron a su hijo. El lunes se carecía de noticias sobre su paradero, lo que es mala señal, pues los levantones suelen tener como desenlace el asesinato de quien los padece.
Estos graves acontecimientos que titulo Corrido de Canelasá no irresponsablemente, sino movido sólo por la intención de aligerar su terrible significado, son parte del nigérrimo panorama de la seguridad pública nacional. A pesar de los intentos, más mediáticos que sustantivos, del gobierno federal por enfrentar a la delincuencia organizada, mientras reina la impunidad, la falta de castigo a quienes matan, secuestran o agreden, el hervor del fango criminal crece y amenaza con sofocar a la sociedad.
El Estado no es capaz de defenderse siquiera a sí mismo. No hablemos del pasmo que lo afecta frente a los atentados contra Pemex, tan gravosos de varios modos. Agentes suyos, miembros del Ejército o de policías de los tres niveles, son un blanco del fuego delincuencial sin que la autoridad consiga frenar esa tendencia: En casi 10 meses, por lo menos 58 jefes policíacos, 160 agentes y 22 militares han sido asesinados en el país, pero ninguna de esas muertes ha sido resueltá (Reforma, 24 de septiembre).
La tasa de impunidad es altísima. El 31 de agosto el procurador general Eduardo Medina Mora ofreció un aterrorizante y descorazonador balance de las operaciones federales conjuntas (Ejército incluido) lanzadas por esta administración: han sido detenidas 12,344 personas por delitos contra la salud, pero ¡sólo 326 están siendo procesadas! De allí que no asombre que la violencia homicida cobre más víctimas cada día: en lo que va del año, hasta anteayer domingo, según calculó El Universal, habían sido asesinadas 1,908 personas, 351 más que en el mismo periodo de 2006.– México, D.F.