Los trescientos: deberes de la minorí­a selecta

El Universal

Carlos Monsiváis
30 de septiembre de 2007

El 21 de septiembre de 2007 en su reunión con los 300 Lí­deres Más Influyentes de México, de acuerdo a la publicación Lí­deres Mexicanos, el presidente Felipe Calderón dio lectura a un discurso francamente significativo que va de menos , de las elucubraciones de la auto-ayuda clásica ( Estoy convencido que la clave no sólo de ser lí­der o pretenderlo, la clave de vivir con sentido en este mundo es creer, es creer en algo, es creer en algo intensamente, ser capaz de soñar, ser capaz de imaginarlo, creer en algo firmementeá), a más, a las reflexiones basadas en el Ortega y Gasset de La rebelión de las masas y la teorí­a de las generaciones. Y la tesis que serí­a discutible en un filósofo no muy al dí­a, resulta estremecedora en un Presidente de la República que, en principio, no tendrí­a por qué discriminar y minimizar a los ciudadanos a su digno cargo. Afirma Calderón:

Ortega y Gasset, hace ya muchí­simos años, aportó al análisis nuestro el estudio de la historia en base a generaciones y mencionaba que la historia se escribe, precisamente, no en una masa uniforme, impersonal, sino más bien en la cadencia que se siguen unas generaciones a otras, que cada generación era una minorí­a selecta y su muchedumbre lanzada a la existencia con una trayectoria vital determinada.

A ver sí­ entendí­. El presidente Calderón, sin inmutarse, extiende su filosofí­a presidencial: a) la masa uniforme, impersonal (es decir, la inmensa mayorí­a de la nación) no escribe precisamente la historia, se deja vivir por ella; b) la historia se escribe en la cadencia que se siguen unas generaciones a otras (la sintaxis es un tanto insólita, pero supongo que se refiere a las armoní­as en la cumbre nacional); c) las generaciones consisten en su minorí­a selecta ( ¡Mayorí­as estropajosas, absténganse!); d) por falta de lectura de la obra completa de don José Ortega y Gasset no sé a que se refiere Calderón con lo de su muchedumbre lanzada a la existencia con una trayectoria vital determinadá; e) en conclusión, el Presidente se desentiende de las aportaciones, los puntos de vista de casi todos sus gobernados, masa uniforme, impersonalá, y deposita toda la responsabilidad del paí­s en la minorí­a selecta, la generación a la que pertenece.

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Acto seguido, Calderón le habla a la vanguardia irrestricta del paí­s. Yo no sé si esta lista de 300 ó de 500, ó de 100, ó de 20, ó de 10, sea una lista adecuad (Es de suponerse que mientras más se acorte la lista más adecuada será). Y el mensaje presidencial consiste sencillamente en arrojar el peso de la República en los hombros de la minorí­a selecta, la generación de la que forma parte:

Lo que sí­ creo, lo que sí­ sé, es que cada una y cada uno de ustedes tiene algo qué hacer, que cada una y cada uno de nosotros tuvo más oportunidad en este México quebrado por el dolor de la injusticia y la desigualdad. Tuvo mucho más posibilidades que cualquier otro, tuvo más posibilidades que una niña que ni siquiera llegó a los dos años de edad en la Montaña de Guerrero. Tuvo más oportunidades que un tarahumara en la Barranca del Cobre, tuvo más oportunidades que una joven en las orillas de Chimalhuacán que ha sido prostituida a sus 13 años en La Merced en la Ciudad de México. Tuvo más oportunidades de ser y de hacer, y este México tiene más que exigirle a ustedes que a esa niña que está en La Merced, tiene más que exigirle a ustedes que hemos tenido oportunidades de aprender, vivir y de ser, que a esos jóvenes que están en la montaña alta de Guerrero o de Oaxaca o de la Barranca del Cobre.

La pregunta, luego de examinar la difí­cil situación ética de ustedes que hemos tenido, porque México, la nación hecha nada más por la minorí­a selecta, tiene que exigirle algo a la niña de La Merced y a los jóvenes de Guerrero, etcétera. Por otra parte, ¿qué se les podrí­a exigir y con qué autoridad moral? Para empezar, exigirle a esta masa uniforme, impersonalá, no parece tener mucho sentido, y, a continuación, una vez localizado el golpe retórico de Calderón, ¿qué sentido tiene ese truco ante un público de trescientos que han demostrado cualidades de dirección, de conducción y liderazgoá? Y luego, preparado el terreno del Yo acusoá, ya indicada la condición inferior del ambulantaje y los aparceros, vuelve a entregarle el paí­s a los pocos-pero-deslumbrantes:

Pienso que esta minorí­a selecta, esta élite tiene una responsabilidad enorme con su generación y con nuestro tiempo; pienso que esta minorí­a selecta que a final de cuentas marca cadencias en una generación, tiene mucho más que hacer que los demás.

Uno esta casi tentado de pedirle al Presidente, que le dé una oportunidad a la gran mayorí­a de los mexicanos de hacer algo por su patria, ¿pero quién es uno?

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Uno, desde luego, y decirlo no es autocrí­tica sino atención a las autoencuestas, no es nadie ante la capacidad de abrir y cerrar el fuego en el mismo parágrafo. El licenciado Calderón se lanza contra el total de los mexicanos, pero antes de que se construya el Muro de las Lamentaciones anuncie la aparición del pequeñito grupoá, el liderazgo, la minorí­a selecta capaz de mover a este paí­s en una dirección distinta al lamento eterno que nos han enseñado a será:

Cuántas veces en nuestro México se ha roto nuestro tiempo, cuántas veces hemos perdido, cuántas crisis económicas en nuestro México reciente han mandado a más de la mitad de los mexicanos a la miseria otra vez.

El discurso es circular, es muy estadí­stico ( más de la mitad de los mexicanos en la miseria otra vezá), es programático y es mercadotécnico. La idea o la tesis o la consigan o el eslogan allí­ contenido se repite para convencer y grabar en la conciencia de los que podrí­an escucharlo, en el paí­s del pequeñito grupo o en el paí­s de la Masa Uniforme. Dice Calderón: Un México distinto (el de la minorí­a selecta) al que se queda quieto, callado, resignado; un México distinto al que se acobarda frente al que tiene un AK-47 y hace lo que se le da la gana porque los 105 restantes, los 105 millones simple y sencillamente no están en la menor disposición de arriesgar absolutamente nad Si lo dice el Presidente de la República, así­ debe ser.