Tiene doce años y siete meses de embarazo

Todos le dicen Noá a la niña

CIMAC Noticias

Por Tania Meza Escorza/corresponsal

Hidalgo, 4 oct 07 (CIMAC/Desde Abajo).- Ella tiene doce años y está embarazada. Es menudita, morena, y con una hermosa cabellera negra, lacia y larga, un cuerpo de niña y un enorme vientre, producto de una relación que no acaba de entender bien.

Él le dijo que la amaba y que cuando fueran mayores se casarí­an. Ella creyó en sus palabras ya que el único ejemplo de pareja que tení­a concluyó en una separación, su padre atacó a machetazos a su mam

Con ese referente, la niña decidió que no era bueno tener novio, pero él era diferente, porque a sus 18 años descargaba su furia con otras personas, menos con ella. Él era, como el padre de ella, un hombre violento, sin embargo debí­a quererla mucho porque la trataba distinto a los demás.

Por primera vez conoció a un hombre que la trataba bien y, pese a que era drogadicto y se rumoraba que tení­a otras novias, la niña decidió acceder a las peticiones de tener sexo. No le quedaba muy claro cómo era una relación sexual, ni qué consecuencias le traerí­a, pero le dijo sí­. Un mes después, cuando ella descubrió su embarazo, él le dijo no.

La niña creyó que lo más duro vendrí­a con el regaño materno, pero otra vez se equivocaba.

Cuando el embarazo no podí­a ocultarse más, ella y su mamá fueron a hablar con el director de la secundaria en donde estaba a punto de terminar el primer año, con un promedio de 9.4. El director también le dijo no.

Ella y su mamá fueron al DIF, porque sabí­an que habí­a un programa de atención a madres adolescentes, pero cuando el director de la escuela impidió que la niña siguiera estudiando, el DIF también le dijo no, porque era requisito que fuera estudiante.

A la par, la niña preguntó por la opción de un aborto legal a la psicóloga que la atendí­a en el Centro de Atención a Ví­ctimas, y la servidora también le dijo no, pero además la amenazó con mandarla a la cárcel si lo hací­a, porque el aborto significaba matar a alguien

Pensó que serí­an todos los noá que recibirí­a, pero otra vez se equivocaba. La instancia pública en que su mamá trabaja, le canceló la atención médica porque la normatividad indicaba que el seguro era para las y los hijos menores de edad, solteros, y como ella ya iba a ser mamá, ya no tení­a derecho a esa prestación.

Ahora, con casi siete meses de embarazo, ella ha perdido la fe tanto en el amor como en las instituciones, que se suponí­a estaban para velar por su bien.

Sin duda, no deben pasarse por alto las sanciones que merece cada funcionario negligente e insensible que le violó sus derechos humanos, reproductivos y educativos, pero ella merece más.

Merece que la Secretarí­a de Educación Pública (SEP) le restituya su derecho a la educación, en una escuela diferente a la que fue expulsada. Merece que el Sistema DIF le brinde atención psicológica verdaderamente profesional y que le apoye, ya sea en la manutención de su criatura, o en el ejercicio de su derecho a la adopción.

Merece que el Congreso del estado saque de la congeladora la ley que incrementa los plazos y las causales para aborto legal, y que revise la legislación que establece que el sexo con niñas y niños de doce años es estupro y no violación.

Ella merece polí­ticas públicas sobre salud sexual y sentimental, que le permitan ser la última niña hidalguense que es obligada por las autoridades a pasar por esta devastadora situación

A eso se refiere la Ley General de Acceso de las Mujeres a Una vida Libre de Violencia, a que las autoridades no te nieguen el uso de tus derechos reproductivos.

07/TME/ML/CV