Plaza Pública: La Universidad cambiará de mando

Diario de Yucatán

Miguel Ángel Granados Chapa

Hoy se inicia formalmente, con la expedición de la convocatoria respectiva, el proceso de elección del rector de la Universidad Nacional que reemplazará el 17 de noviembre al doctor Juan Ramón de la Fuente. El cuerpo universitario responsable de la designación es la junta de gobierno, integrada por 15 miembros, que estarán en sesión permanente hasta que su presidente dé posesión al nuevo jefe nato de la Universidad.

De la Fuente fue designado dos veces por la propia junta. Hace cuatro años su reelección se realizó en un ambiente de tranquilidad y trabajo productivo. Si bien figuraron en el proceso otros contendientes, era claro el futuro del rector, visto el fruto de su gestión, acrecentado y pulido en el cuatrienio siguiente.

En cambio, no ocurrió así­ ocho años atrás, pues en noviembre de 1999, al cabo de nueve meses de suspensión de labores en la Universidad, la junta tuvo que tomar su decisión prácticamente sobre las rodillas, con apresuramiento explicable, pero que hubiera podido conducir a una elección que en vez de aliviar la crí­tica condición universitaria la agravara.

Imposibilitado para evitar y luego para resolver la huelga iniciada sin razones y con escaso apoyo por un consejo estudiantil que impuso sus decisiones, el rector Francisco Barnés de Castro renunció el 12 de noviembre y en breví­simo lapso, apenas una semana, fue aceptada su dimisión y designado quien habrí­a de sucederlo, el doctor De la Fuente, a la sazón secretario de Salud en el gobierno de Ernesto Zedillo. Ocho años después, las condiciones a cuya creación contribuyó centralmente el rector que se va permiten una sucesión tersa, resuelta con holgura de tiempo y con un elenco de participantes que en su mayorí­a aseguran que el ritmo, el tono y la densidad del trabajo universitario no sufrirá fractura ni sesgos indeseables.

Mencionados en el orden alfabético de sus apellidos, los 15 electores que en las próximas semanas auscultarán el parecer de la comunidad universitaria son Francisco Bolí­var Zapata, Ángel Borja Navarrete, Rolando Cordera Campos, Francisco Casanova Álvarez, Alonso Gómez-Robledo Verduzco, Olga Elizabeth Hansberg, David Kershenovich Stalnicowitz, Julio Labastida Martí­n del Campo, Carlos Sarralde Rangel, Elizabeth Guadalupe Luna Trail, Álvaro Matute Aguirre, Marí­a Elena Medina Mora Icaza, Octavio Paredes López, Manuel Peimbert y Luis Alberto Zarco.

Casi todos han sido directores de facultades o institutos o profesores e investigadores sobresalientes, por lo que entre ellos abundan las preseas, el Premio Nacional o aun otros de carácter internacional. Salvo tres –quienes tienen una antigí¼edad mayor de ocho años– todos ingresaron en ese cuerpo a propuesta del rector De la Fuente, aprobada por el consejo universitario.

Hay dos con perfil singular: Gómez-Robledo ocupa un cargo en un órgano del estado, con designación presidencial, el Instituto Federal de Acceso a la Información. Y Octavio Paredes López no es egresado como todos los demás de las aulas universitarias, sino del Politécnico.

Los gobernadores buscarán y recibirán opiniones de quienes quieran expresarlas durante las próximas cinco semanas. Al cabo de ellas y conforme a sus percepciones llamarán a sostener entrevistas directas a los aspirantes a quienes estimen calificados, que sólo en ese momento se convierten estrictamente en candidatos.

No se requiere la formación de una terna, como en el caso de directores, cuya designación corresponde a la propia junta de gobierno. Dada esa función, dicho órgano de la estructura jurí­dica de la Universidad Nacional Autónoma de México conoce a casi todos los aspirantes, pues en el pasado reciente los nombró directores de los establecimientos escolares o de investigación a que pertenecen.

También en el orden alfabético de sus apellidos, han figurado en el todaví­a informal elenco de aspirantes un ingeniero, un médico, un matemático, una bióloga y tres abogados: Gerardo Ferrando Bravo, quien dirigió la Facultad de Ingenierí­a hasta hace pocos meses; José Narro, director de la Facultad de Medicina; José Antonio de la Peña, quien dirigió el Instituto de Matemáticas y está dejando de ser director adjunto de ciencia en el Conacyt; Fernando Pérez Correa, director de la Facultad de Ciencias Polí­ticas sin haber cursado estudios en ella; Rosaura Ruiz, secretaria de Desarrollo Institucional; Fernando Serrano Migallón, director de la Facultad de Derecho, donde se graduó además de ser economista e historiador; y Diego Valadés, ex director del Instituto de Investigaciones Jurí­dicas.

Nada excluye que durante la auscultación aparezcan otros nombres, otros universitarios que contaran con tal apoyo que la junta se interesara en entrevistarse con ellos. Pero se trata de una posibilidad remota, ya que para figurar en la nómina de aspirantes no bastan la propia personalidad y la trayectoria –aunque por supuesto son elementos centrales en el análisis de los gobernadores–, sino su pertenencia a los estamentos de diversas clases que componen el entramado institucional de la Universidad.

El peso de los gremios, principalmente los tres tradicionales en la Universidad Nacional Autónoma de México: abogados, ingenieros y médicos, así­ como la adscripción y aun pertenencia al cí­rculo cercano de los ex rectores, son ingredientes no explí­cita, pero realmente presentes en el proceso.

No hay un rector ingeniero desde 1970, claman los de esa profesión; no es debido que un médico suceda a otro médico, advierten los ajenos a esa disciplina. Los abogados tienen tres candidatos, perciben los demás.– México, D.F.