El EPR y el narco

Fuente:Del universal en lí­nea
Ricardo Alemán
29 de octubre de 2007

Nadie ha desmentido que narcos ordenaron el secuestro de los eperristas desaparecidos

En un comunicado, el EPR muestra que no está seguro si sus compañeros fueron raptados por un grupo delictivo

E l pasado lunes 30 de septiembre dimos a conocer en el Itinerario Polí­ticoá de esa fecha una versión que circulaba entre sectores militares y de seguridad nacional, según la cual los eperristas desaparecidos, Edmundo Reyes Amaya y Gabriel Alberto Cruz Sánchez, en realidad habrí­an sido secuestrados por un grupo de narcotraficantes que opera en Oaxaca, en respuesta a que un comando del EPR habrí­a secuestrado, a su vez, a Jesús Dí­az Parada, hermano de Pedro Dí­az Parada, quien fue detenido por la PGR el 17 de enero de 2007 como presunto narcotraficante.

Según dicha versión –que fue acompañada de fragmentos de cartas enviadas por los supuestos narcotraficantes a los familiares de los eperristas desaparecidos, y de una liga de YouTube en la que se podí­a ver en video a Jesús Dí­az Parada pidiendo a sus familiares que pagaran el rescate que pedí­an sus secuestradores–, luego que la PGR detuvo a Pedro Dí­az Parada y lo sometió a juicio como presunto narcotraficante y jefe del cártel del Istmo, un grupo del EPR habrí­a secuestrado a Jesús Dí­az Parada, para pedir un cuantioso rescate.

La misma versión dice que en respuesta a que la PGR hizo preso a Pedro Dí­az Parada y el EPR secuestró a Jesús Dí­az Parada, los familiares de ambos, de Pedro y Jesús, se organizaron para iniciar la defensa legal del primero y para localizar a los secuestradores del segundo. Respecto a Pedro, enviaron cartas a todas las autoridades, incluso una al presidente Calderón, en las que denunciaban que se habí­a cometido una grave irregularidad. En el caso de Jesús, habrí­an detectado que un grupo del EPR lo habí­a secuestrado, en la lógica de que obtendrí­an un jugoso rescate para sus actividades guerrilleras.

Así­, los familiares de Pedro y Jesús Dí­az Parada habrí­an ordenado el secuestro de los importantes dirigentes del EPR, Edmundo Reyes Amaya y Gabriel Alberto Cruz Sánchez, en respuesta a que presuntos eperristas habrí­an secuestrado a Jesús Dí­az Parada. En sí­ntesis, que la razón por la que el EPR decidió iniciar su campaña de hostigamiento contra el Estado mexicano –y que se expresó en el sabotaje a instalaciones de Pemex– habrí­a sido una presunta disputa entre guerrilleros eperristas y narcotraficantes. Entonces, ese 30 de septiembre, preguntamos: ¿por qué nadie aclara o desmiente la versión?

Bueno, pues resulta que en uno de sus más recientes comunicados –el que fue fechado el jueves 18 de octubre de 2007–, el EPR intenta una respuesta. Dice contundente: A la familia Dí­az Pantoja que el dí­a 8 de octubre hiciera declaraciones en torno a la liberación de su padre, el señor Jesús Dí­az Parada, les decimos que nuestro partido no se ha involucrado ni tuvo absolutamente nada que ver con su lamentable secuestro, que el Estado es el que ha filtrado de una manera perversa que nosotros tuvimos participación, lo cual es falso, porque por un lado nos quieren inmiscuir en antagonismos que no tenemos... porque lo que intenta hacer el gobierno es tratar de enfrentar a familias y grupos revolucionarios para tener pretexto para aprehender y desaparecer impunemente a cualquiera que manifieste su inconformidad

Bien, el EPR se deslinda de manera contundente de un posible nexo con el narcotráfico. Pero en los párrafos siguientes del mismo comunicado los jefes guerrilleros revelan que en realidad no están seguros del asunto, y menos si un sector del EPR que opera en Oaxaca pudo ser responsable del secuestro de Jesús Dí­az Parada, y mucho menos si es que los presuntos narcos del cártel del Istmo secuestraron a los eperristas Edmundo Reyes Amaya y Gabriel Alberto Cruz, en respuesta al secuestro de Jesús Dí­az Parada.

Dicen los párrafos en cuestión: Lo que podrí­a estar pasando es que algún grupo delictivo en complicidad con la inteligencia militar trate de hacerse pasar por nosotros... creemos sinceramente que [los presuntos narcotraficantes] no tienen nada que ver con la desaparición de nuestros compañeros y que ésta es producto de la acción de los cuerpos de seguridad federal del gobierno ilegí­timo del señor Calderón Los corchetes son de Itinerario Polí­tico

¿Qué quiere decir lo anterior? Por un lado, cuando el EPR señala: Lo que podrí­a estar pasando...á, deja ver que sus dirigentes no están seguros de lo que pasa en esa supuesta o real disputa entre narcotraficantes y eperristas en Oaxaca. Aún más cuando dicen: Creemos sinceramente que (los presuntos narcotraficantes) no tienen nada que ver con la desaparición de nuestros compañeros...á ratifican que no tienen una prueba contundente de cuál pudo ser el móvil de la desaparición de Edmundo Reyes Amaya y Gabriel Alberto Cruz, y menos de quién los desapareció.

Y es que un grupo polí­tico-guerrillero como el EPR, que se dice bien organizado, que se rige por el centralismo democráticoá, no puede actuar a partir de supuestos como el que plantean al señalar: Lo que podrí­a estar pasando...á, y menos como resultado de un acto sincero de fe que sin más que una mera corazonada exculpa a presuntos responsables, como el candoroso: Creemos sinceramente... Más aún, en su comunicado, el EPR muestra que no está completamente seguro si sus compañeros guerrilleros fueron secuestrados por algún cuerpo policiaco, por un grupo delictivo, por la combinación de ambos, por una división en su propio interior –lo cual no serí­a ninguna novedad en un grupo guerrillero con una larga historia de divisiones– o por el narcotráfico.

Más que un deslinde contundente del narcotráfico –el comunicado del EPR en el que dice no tener ningún ví­nculo con el crimen organizado–, confirma que la desaparición de Edmundo Reyes Amaya y Gabriel Alberto Cruz –cuyo reclamo legí­timo de que sean presentados con vida motivó la reaparición del EPR y una escalada violenta contra instituciones e instalaciones del Estado– se puede acreditar a cualquiera de las variables ya citadas; desde que se trate de una detención arbitraria e ilegal por parte de alguna autoridad policiaca, que sea producto de una disputa intestina, y hasta que haya sido resultado de una disputa con grupos del narcotráfico. Y es que la lucha guerrillera no se puede hacer a partir de supuestos y menos de actos de fe. Al tiempo.

aleman2@prodigy.net.mx