Es urgente la vigilancia en el poacto educativo

Durante días reflexione entorno al tema> la alianza educativa entre el gobierno espurio y el por todos cuestionado sindicato. Nada puedo puede salir de dos instituciones carentes de legitimidad y credibilidad.

Hoy gracias a las Alertas Google, me encuentro con un articulo de Sergio Aguayo, que no sólo analiza el tema, nos siguiere organizarnos para vigilar el la citada alianza.

Solamente la acción civil es la salida

Es urgente la vigilancia

Reconciliaciones
Sergio Aguayo Quezada

De> http://www.yucatan.com.mx/noticia.asp?cx=9$2900000000$3824215&f=20080521

En memoria de Antonio Jáquez, mexicano ejemplar ¡Vaya sorpresa, vaya reto! Una fracción de la élite gobernante superó sus diferencias para firmar una “Alianza por la Calidad de la Educación”. Para tomarlos en serio hay que monitorear sus promesas y ello sería más viable si organismos sociales de izquierda y derecha logran una reconciliación parcial.

Ignoro lo que Felipe Calderón hizo o prometió, pero el pasado Día del Maestro (15 de mayo) observamos a dos mujeres de poder, Elba Esther Gordillo y Josefina Vázquez Mota, deshacerse en sonrisas y guardar sus sarcasmos en la sima de la bolsa de mano para anunciar, con invocaciones a la patria de por medio, la mentada Alianza. Dizque en unos cuantos meses todas las plazas y promociones magisteriales se someterán a concurso... se creará un instituto autónomo para certificar que tienen competencia... se abrirá la información como pitaya madurada al sol...

Porque el escepticismo es el mejor antídoto para la frustración, mantengamos la cautela porque no es la primera vez que se anuncian revoluciones educativas. El 18 de agosto de 2002 era secretario de Educación Reyes Tamez y el Sindicato rubricó un “Compromiso Social por la Calidad de la Educación” con Elba Esther arropada por el bigote de Fox y el hipil (seguro diseñado por Chanel) de Marta Sahagún. En lugar de mejorar empeoramos. Ahora vuelven a convocar a los reflectores y nos piden que confiemos en el SNTE y en la SEP y en Felipe Calderón.

Estaríamos más tranquilos si México tuviera una sociedad consciente, organizada y dispuesta a vigilar a quienes salieron sonrientes en el vídeo y la foto. No es el caso. El 11 de mayo el Grupo Reforma publicó una inquietante encuesta. Tenemos años conociendo los resultados de evaluaciones nacionales y extranjeras, y todas coinciden en subrayar la pobreza de la educación impartida en aulas oficiales y particulares. Pese a ello, ¡el 62% de padres de familia califica de excelente a la educación pública y privada! Esas cifras recuerdan la primera encuesta publicada en México sobre cultura política (la coordinada por Almond y Verba): en los años 50 las mayorías estaban satisfechas con el presidencialismo autoritario. Fueron las minorías organizadas las que modificaron el sentido común de las mayorías. Esto me lleva a una hipótesis: algunas de las grandes transformaciones vividas por México se lograron cuando la izquierda y la derecha coincidieron en un objetivo común. Tomaré, para ilustrarlo, la defensa del voto. En respuesta al “fraude patriótico” que organizara en 1986 el régimen priista en Chihuahua, Luis H. Álvarez, líder histórico del panismo, se convirtió en un peligroso agitador que ¡invadió un parque de la capital de aquel estado durante 40 días para protestar con una huelga de hambre! Heberto Castillo, líder histórico de la izquierda, lo visitó y le propuso que entregara su vida a plazos y defendieran el “sufragio efectivo juntos”. En sus memorias, don Luis cuenta que aceptó la “posibilidad de caminar juntos por el territorio nacional, abanderando la democracia y sus valores”. El entendimiento entre los diversos se filtró por doquier y en 1994 y bajo el impacto de la rebelión zapatista se fundó Alianza Cívica en la cual confluyeron grupos cívicos de todo el pantone ideológico, para darle un impulso enorme a la confiabilidad de las elecciones. Ese entendimiento perduró y le dio credibilidad a la tesis del “voto útil” que le dio los millones de votos que necesitaba Vicente Fox para alzarse con la victoria en 2000.

El consenso en torno a las elecciones confiables fue roto unilateralmente por la derecha en las siguientes elecciones presidenciales, y una de las consecuencias es el encono que obstaculiza acuerdos importantes para el país. Por otro lado, el deterioro ya es tan evidente en algunos asuntos, que el momento es propicio para abogar abiertamente por una reconciliación parcial entre organismos sociales ahora distantes o encontrados. Es imposible en algunos temas pero estoy convencido de que el monitoreo de la “Alianza por la Calidad de la Educación” se presta para la coincidencia.

No pienso, aclaro, en acuerdos logrados por las cúpulas partidistas. Propongo que organismos civiles de diverso corte pongan por escrito un acuerdo mínimo para llevar la vigilancia social al salón de clase, mientras alientan a los padres de familia a enterarse de la calidad de la educación impartida en escuelas públicas y par- ticulares (uno de los mitos a romper es aquel que le atribuye más calidad a la educación privada, no siempre es el caso). De no hacerlo, corremos el riesgo de que la Alianza se convierta en otro fiasco.

Un especialista me advirtió sobre un peligro: un ingrediente de la Alianza es la promesa de estímulos económicos a los maestros cuyos estudiantes mejoren el rendimiento. Los profesores emprendedores podrían hacerse de los estímulos preparando a sus alumnos para que obtengan buenas notas en la evaluación que les harán. En otra columna narraré la historia de la opacidad enfermiza de una escuela secundaria y los esfuerzos heroicos hechos por una madre decidida a mejorar la educación de su hija.

Una reconciliación de este tipo no eliminará las diferencias. Sería poco saludable que lo hiciera porque debemos liberarnos del pesado lastre de la “unidad nacional” a toda costa. Un ingrediente esencial de la normalidad democrática es la convivencia en la diferencia. Dicho esto, hay asuntos que trascienden las ideologías y uno de ellos es la calidad del conocimiento impartido en las aulas.

La miscelánea El diputado federal priista Gerardo Sosa Castelán participa en comités relacionados con la educación. Tal vez por ello ha impartido cátedra sobre las múltiples formas en que se puede abusar de la legislación que protege al honor. Desde hace cuatro años lanzó una campaña jurídica para intimidar y desgastar a Miguel Ángel Granados Chapa y a todos los involucrados en la publicación de un libro que le desagradó. Puede hacerlo porque la justicia puede ser laxa y parcial. El juez 29 en materia civil, Miguel Ángel Robles, le ha permitido tantos excesos al diputado, que el caso ya lleva cuatro años en la primera instancia. ¿Y el Consejo de la Judicatura del Distrito Federal no tiene nada que decir? Afortunadamente, Miguel Ángel ha contado con el desinteresado apoyo de LIMAC (Libertad de Información México, A.C.) quienes también han padecido un desgaste innecesario.— México, D.F.

saguayo@colmex.mx