El poder y los modos de la mafia

PLAZA PÚBLICA
Domingo, 17 de Mayo de 2009

El Mañana"

Carlos Salinas, quedó de nuevo ante los reflectores, como ocurre de tanto en tanto desde que eligió poner fin al exilio voluntario.
En enero del año pasado, la editorial Random House Mondadori pidió a Carmen Aristegui una crónica de su entonces reciente salida de XEW, que se convirtió en un acontecimiento público dada la relevancia de la periodista en los medios electrónicos.

Poco después, en febrero, Carmen conoció al fotógrafo Ricardo Trabulsi, que le hizo un espléndido retrato con que se abrió en el número de abril de la revista Gatopardo la entrevista que sostuvieron Galia García Palafox y la periodista que había sido censurada por resultar ingrata al gobierno panista y a Televisa, semidueña de aquella radiodifusora.

Durante los meses siguientes, Carmen buscó afanosa una alternativa para continuar su trabajo radiofónico (mientras continuaba su programa de entrevistas en CCN en español, que le mereció el Premio María Moors Cabot de la Universidad de Columbia y llegó al millar de emisiones el primer día de este mes).

Sin que ello la agobiara, cuando la periodista percibió que su esfuerzo por retornar a la radio no necesariamente le permitiría hacerlo en corto plazo, resolvió atender el pedido de la editorial que publica los sellos Debate y Grijalbo.

Pero aceptaría escribir no la memoria de su despido, sino una serie de entrevistas con quienes vivieron, los más de ellos en el centro de la escena pública, los 20 años corridos desde que el fraude electoral impidió la transición a la democracia en 1988.

Por su parte, Trabulsi tenía la idea de un libro con fotografías de personajes públicos. Reunidos ambos proyectos en uno solo, la periodista y el fotógrafo comenzaron a trabajar.

Aunque esas tareas se interrumpieron o hicieron más lentas a partir del 13 de enero, cuando Carmen retomó el micrófono en MVS, una de las emisoras de la familia Vargas (con la que la periodista había tenido ya una relación profesional mutuamente satisfactoria); los autores han realizado una veintena de entrevistas y en cumplimiento de su calendario llegaron el 15 de abril a la casa del León Rojo, en Francisco Sosa en Coyoacán, para una conversación acordada con el ex presidente Miguel de la Madrid.

Que se sepa, no recibieron ninguna recomendación respecto a no fatigar a su entrevistado, debido a su estado de salud. Por ello, el encuentro se desarrolló con amplitud, sin condiciones y por supuesto con la obvia libertad del ex presidente para expresar lo que fuera su voluntad manifestar, y de la periodista para inquirir lo que juzgara necesario.

El resultado de la conversación se agregó al resto de las efectuadas por el duo profesional, a la espera de la edición correspondiente. Pero tres semanas más tarde una importante porción de su contenido adquirió nueva significación porque el sucesor de De la Madrid , Carlos Salinas, quedó de nuevo ante los reflectores, como ocurre de tanto en tanto desde que eligió poner fin al exilio voluntario que comenzó poco después del ridículo ayuno con que buscó protestar por la aprehensión de su hermano Raúl, ocurrida en febrero de 1995.

A veces Salinas es el eficaz promotor de su presencia en los medios. En otras, sin embargo, sucesos fuera de su control lo colocan a la mitad del foro.

La aparición del libro de Carlos Ahumada produjo ese efecto. El empresario corrupto y corruptor comprobó con su propio dicho lo que buena parte del público y la propia víctima sabían desde siempre: que el ex presidente había concertado a diversos intereses en contra de Andrés Manuel López Obrador, cuyo crecimiento político se quiso frenar con la difusión de videograbaciones que mostraran la deshonestidad con que se conducían René Bejarano y Gustavo Ponce, cercanos colaboradores del jefe de gobierno del Distrito Federal.

Atenta al principio de oportunidad periodística, Carmen Aristegui resolvió presentar en su programa radiofónico (que había tenido ya un sonado éxito el 12 de febrero, al presentar opiniones del entonces secretario de Comunicaciones Luís Téllez sobre el propio Salinas, culpable de “robar la mitad de la partida secreta” según el dicho de quien fue allegado), opiniones severas de De la Madrid sobre quien fue su heredero en la Presidencia.

En la víspera, la periodista comunicó esta decisión a la oficina de De la Madrid , de donde nadie expresó que hubiera inconveniente para hacerlo.

Los juicios sobre Salinas y su familia salieron al aire el miércoles 13 de mayo. Tuvieron de inmediato gran repercusión. Los portales de los diarios capitalinos, los blogs ciudadanos que proliferan, los programas periodísticos de la competencia, reprodujeron las palabras de De la Madrid.

Al día siguiente, los medios impresos les dieron también amplio despliegue. Es probable que ninguna exclusiva radiofónica haya provocado tanto efecto en los medios y por consiguiente entre sus oyentes y lectores.

Sólo las televisoras del duopolio ignoraron el hecho, tanto para proteger a Salinas como, en el caso de Televisa, por no conceder espacio al éxito profesional de Aristegui.

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Ya el 18 de diciembre anterior la mezquindad de esa empresa se había comprobado al informar de la entrega de la medalla al mérito ciudadano por la Asamblea Legislativa.

La recibieron, en el mismo acto, Aristegui y Virginia Sendel. Sólo ella apareció en las pantallas de Televisa, como si únicamente fuera la recipiendaria.

En Londres, donde pasa la mayor parte del tiempo (de lo cual dieron noticia al hablar mal de él Téllez y Ahumada) Salinas reaccionó inmediatamente. Mejor dicho, aplicó la fórmula que había preparado con anticipación.

Acaso enterado de la visita de Aristegui a De la Madrid , y tal vez al tanto de lo que su benefactor piensa ahora de él y temeroso por ello de que sus opiniones fueran difundidas, maniobró para previamente desautorizarlas y restarles solidez.

El 6 de mayo apareció en La Crónica de Hoy, una extraña noticia, sin fuente, que era en realidad un diagnóstico clínico: “El ex presidente De la Madrid se encuentra delicado de salud…está somnoliento en las reuniones y casi no conversa con sus allegados…Algunos familiares han comentado que el ex presidente…padece de un enfisema pulmonar muy avanzado, lo que ha generado problemas de oxigenación y circulatorios.

Esto ha derivado en irrigación insuficiente en el cerebro…Se trata de un mal degenerativo y avanzado, por lo que estiman que la oxigenación insuficiente ha provocado la pérdida de un tercio de su función cerebral”.

Sin embargo, al día siguiente, 8 de mayo la oficina de De la Madrid desmintió esa información mediante la afirmación escueta pero contundente de que el ex presidente “se encuentra bien de salud”.

A la luz de lo acontecido después, el boletín correspondiente se convirtió en un certificado oficial de salud, contrario a todo diagnóstico fabricado ante la conmoción provocada por sus palabras una semana después.

Salinas dio al menos dos pasos el propio miércoles. Buscó a sus hombres en el PRI, que se hallaban en la reunión preparatoria de la fracción priista en la Comisión Permanente del Congreso.

Los hombres de Salinas encabezan las fracciones priistas en el Congreso: Manlio Fabio Beltrones, a quien ese ex presidente hizo gobernador de Sonora en 1991, y Emilio Gamboa, secretario particular del presidente De la Madrid y luego, bajo Salinas, director del Infonavit y del Imss, y secretario de Comunicaciones.

Al recibir un telefonema desde Londres, Gamboa fue a casa de su ex jefe, portador de un mensaje silenciador como los que estila la mafia, que De la Madrid recibió sumiso, acaso decepcionado de que sus propios hijos, Enrique y Federico, se sumaran a la presión acalladora en vez de defender la autonomía de su padre basados en la convicción sobre su buena salud que de su propia casa había salido menos de una semana atrás.

Degradándolo, convirtiéndolo en cosa, quién sabe por qué arte suasorio, se le hizo decir: “Actualmente me encuentro convaleciendo de un estado de salud que no m permite procesar adecuadamente diálogos y cuestionamientos, tal como consta en las grabaciones difundidas por la señora Aristegui en las que mi tono de voz se escucha débil y confuso.

Por lo que dejo en claro que después de haber escuchado la entrevista con la señora Aristegui, mis respuestas carecen de validez y exactitud”.

Sin autoridad de ningún género, Salinas se atrevió, ese mismo día, a reprender a la periodista. Ya veremos con qué efectos.

EL PASADO PRESENTE

El 14 de mayo de 1983 -el jueves pasado se cumplieron 26 años del acontecimiento- murió el ex presidente Miguel Alemán, que había gobernado el país de 1946 a 1952, los años en que su tocayo y futuro sucesor Miguel de la Madrid , estudiaba el bachillerato con los lasallistas en el Cristóbal Colón e ingresaba a la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional.

La muerte de su antecesor fue comentada por De la Madrid , quien de paso expresó ideas y ocurrencias sobre el papel que en ese tiempo (cuando él cumplía su primer semestre en Los Pinos) correspondía a los ex titulares del poder Ejecutivo, posición desde la cual habló con Carmen Aristegui antes de que se dejara enmudecer con un tapabocas de quién sabe qué naturaleza.

En sus memorias tituladas Cambio de rumbo, De la Madrid escribió:

“Miguel Alemán Valdés murió el sábado 14 de mayo. Sus homenajes fúnebres cobraron una gran dimensión debido, fundamentalmente, a la gran promoción que hizo de ellos Televisa.

No debe olvidarse que este es un grupo ligado a la familia Alemán. La ceremonia luctuosa ocurrió conforme a las ordenanzas militares. De hecho no son muy claras las formalidades que deben utilizarse cuando muere un ex presidente, pero sí lo son respecto de quienes ha tenido mando militar.

Así que, por analogía, yo decidí que se le diesen esas honras fúnebres a Miguel Alemán. Se que ello causó críticas, particularmente entre los grupos intelectuales, pero yo siento que no era el momento para andarse con pequeñeces”.

(Por lo demás, no era necesario que dispusiera esa solemnidad el Presidente de la República , pues el titular del poder Ejecutivo es el comandante supremo de las Fuerzas Armadas y en esa calidad le corresponden las exequias castrenses en su máxima gradación).

“La actuación de Alemán como presidente de la República tuvo un saldo positivo. Ayudó a afianzar el civilismo y consolidó la estabilidad del sistema. Manuel Ávila Camacho ya había hecho mucho en ese sentido, ya había salvado al régimen revolucionario del cataclismo que representó el cardenismo.

Es innegable, por otro lado, que Alemán le dio al país un impulso modernizador, aunque también debe reconocerse que afinó los sistemas de control político, creando con ello una etapa de baja politización social.

“Como ex presidente, Alemán se organizó para salir y vivir como el más rico. Hasta donde yo tengo información, le sigue Echeverría. En el caso de López Portillo yo creo que la imagen de su riqueza sobrepasa por mucho a la realidad, imagen creada por las famosas casas y por los gastos excesivos que realizaron durante su sexenio las personas cercanas a él.

Ruiz Cortines salió sin dinero y López Mateos y Díaz Ordaz tampoco hicieron gran fortuna.

“En cuanto al papel y la importancia de los ex presidentes, debo reconocer que todavía no he tenido el tiempo suficiente para formarme una opinión definitiva, pero hasta donde he podido apreciar conservan ciertos sectores de opinión que les son favorables.

Por tanto, siguen con influencia en algunos grupos. Obviamente los grupos que los consideran y los sectores de la opinión pública que los atienden son aquellos con los que estuvieron relacionados y a quienes beneficiaron durante sus regímenes presidenciales.

“Hasta ahora, yo no tenido presiones de Echeverría y de López Portillo en asuntos de gobierno. Considero que la influencia de los ex presidentes no es suficiente para una acción positiva, pero sí lo es para una acción negativa: tienen en su poder los elementos necesarios para agitar, para molestar, más no para actuar.

“En México, el sistema de no reelección implica que la gente no quiere que los ex presidentes se metan en política. El pueblo parece exigirle al nuevo Presidente que no se deje influenciar (sic, por influir) por los ex presidentes, como si les dijera: ‘No te dejes influir, porque si lo haces serás vulnerable y te perderemos el respeto’.

Por otro lado, yo pienso que a los ex presidentes se les deben dar muestras de consideración y cortesía”.

En la misma línea, De la Madrid narra un momento de fricción con quien le heredó el poder:

”El 16 de mayo me enteré …que López Portillo iba a salir del país. Le pedí al Estado Mayor que me investigara qué había de cierto…. La respuesta que recibí fue que el ex presidente efectivamente iba a salir de México pero que me hablaría para despedirse.

Cuando lo hizo, me preguntó cómo me iba, y yo le contesté que podía ver que las cosas estaban difíciles; que me veía en la necesidad de aceptar males menores para evitar males mayores.

Espero que haya entendido esta frase y el mensaje que con ella le quise dar.

“El día 19 me vino a ver Hank González. Me dijo que López Portillo estaba muy lastimado porque no se le avisó que se denunciaría a su sobrino. Me llegó a decir que si López Portillo hubiese sabido lo que iba a ocurrir, él mismo hubiera llevado a su sobrino a la Procuraduría.

Ese argumento es infantil”.