Estrategia anticrimen hace agua por todos lados

José Reveles
Viernes, 26 de marzo de 2010

* Se consolida en el país un "Estado penal": Barrón Cruz.
* Salida militar ignora la amplia base social del narco: Peñaloza.
* Globalización negativa; las bandas no distinguen fronteras: David Ordaz.

El Financiero
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· INFORME ESPECIAL
La estrategia contra el crimen organizado está haciendo agua por todos lados. Este gobierno cree firmemente en el derecho penal del enemigo -aplicación de la justicia igual para los iguales, desigual para los criminales- pero acaba aplicando medidas excepcionales contra toda la ciudadanía.

Cuando consultamos a Pedro Peñaloza, maestro de criminología de la Facultad de Derecho de la UNAM, seguía por televisión la transmisión en vivo de la tercera reunión de Todos Somos Juárez: "Estoy viendo otra recreación de una terapia grupal, esa catarsis colectiva que no resuelve los problemas de fondo."

Otro investigador, Martín Gabriel Barrón Cruz, del Instituto Nacional de Ciencias Penales (Inacipe), expresa, por separado, un punto de coincidencia:

"A partir de la 'guerra contra el narcotráfico', lo visible en el país es la consolidación de un 'Estado penal', que se fundamenta en la intolerancia y a la vez en la 'guerra contra la pobreza' como algo necesario para proteger a las clases acomodadas y temerosas de la inseguridad."

David Ordaz, también investigador del Inacipe, alude por su parte a la "globalización negativa", que se traduce en violencia de bandas criminales que no distinguen fronteras, tal como ocurre con Los Aztecas -dirigidos desde cárceles de Texas-, a los que se culpa de haber ejecutado a tres personas relacionadas con el consulado de Estados Unidos en Ciudad Juárez. "Allí se está llegando a una situación límite" que hay que revertir.

Más presiones

Aunque coinciden los tres en que habrá una presión mayor del gobierno de Estados Unidos sobre el de México, la circunstancia actual difiere del caso del exagente de la DEA Enrique Camarena. Aquí se trata de empleados del consulado víctimas de la violencia. Al respecto, los entrevistados juzgan de forma diferente la postura oficial mexicana.

Según Peñaloza, ni siquiera en la circunstancia de los tres asesinatos que conflictúan la relación bilateral México-Estados Unidos el presidente Calderón hizo ver a Washington que el narcotráfico afecta por igual a los dos países; que el mercado consumidor de ellos alimenta producción y tráfico a través de una enorme frontera; que la Iniciativa Mérida representa una ayuda ridícula, apenas lo de un solo día de gasto en la guerra de Irak.

Barrón Cruz cree que la respuesta correcta del gobierno mexicano es llamar a la corresponsabilidad a Washington. Ellos reclaman que pasa demasiada droga hacia Estados Unidos y ¿cómo es posible que pasen tantas armas de allá para acá? Se trata de una frontera muy porosa en donde también pasan dinero en efectivo, indocumentados, se hace trata de personas, contrabando de mercancías. Pasó casi un año de la visita de Barack Obama a México y nada se ha avanzado en frenar el flujo de armas. Más del 90 por ciento de las empleadas y decomisadas en México provino de la potencia del norte.

Qué bien que el presidente Calderón haya planteado que éste es un problema común de dos países vecinos. Y que insista en que se trata de un problema de corresponsabilidad, comenta David Ordaz. Pero hay que partir de que hoy estamos frente a un fenómeno global y no local, el cual exige soluciones más allá de lo coyuntural.

Además, según analiza Peñaloza, la salida militar y policiaca, única que practica esta administración, parece ignorar que el narcotráfico es un fenómeno que atrapa a sociedades enteras, que cuenta con amplia base social. A la larga, además de desmilitarizar, el gobierno tendría que cambiar el modelo socioeconómico.

"Más de 7.5 millones de ni-nis (jóvenes entre 15 y 29 años de edad que ni estudian ni trabajan, a los que el académico nombra 'desclasificados institucionales') ni siquiera son estadísticamente localizables, porque abandonaron el hogar, porque muchos engruesan las filas de la criminalidad, porque nadie los reclama si son asesinados y porque van a dar a la contabilidad de las víctimas desconocidas de la violencia."

¿Quieres la definición más inmediata del país?, repregunta. Un queso gruyere, dice, porque no es solamente el norte, ni el occidente, el centro o el Golfo. En todos los estados, con escasas excepciones, la inseguridad y la violencia se han enseñoreado.

A propósito de políticas prohibicionistas y de "guerra" contra los traficantes, Martín Barrón concluye, en un texto que se publicará como libro en próximos meses, que "hoy estamos más lejos que nunca del objetivo proclamado durante al menos tres décadas de erradicación de las drogas", con un modelo de represión arraigado en prejuicios, temores y visiones ideológicas, con tabúes que inhiben el debate público.