Partido Revolucionario Institucional - VI informe

Sesión de Congreso General del Primer Periodo de Sesiones
del Primer Año de Ejercicio de la LX Legislatura,
celebrada el viernes 1 de septiembre de 2006

VI Informe de Gobierno del Lic. Vicente Fox Quesada

Tiene la palabra la diputada Martha Hilda González Calderón del Partido Revolucionario Institucional.

La diputada Martha Hilda González Calderón: Señor Presidente, entendemos su responsabilidad constitucional de proteger la inviolabilidad del Recinto parlamentario y darle la seguridad a la integridad de los legisladores, pero no entendemos ni aceptamos el estado de sitio con el que la fuerza pública mantiene cercado el Palacio Legislativo de San Lázaro.

Con su venia, señor Presidente, compañeras y compañeros legisladores, señoras y señores. Acudo a esta tribuna en representación del Grupo Parlamentario del Partido Revolucionario Institucional, para fijar nuestra posición de cara al Sexto Informe de Gobierno.

Este no es un mero acto de protocolo, es una oportunidad para sumar nuestra razón a la de los demás, comprometidos con hacer nuestra mejor contribución a un desarrollo para México con democracia y justicia social, porque evaluar las acciones de un gobierno no debe ser una ví­a para la descalificación, sino un método para elevar la calidad de las respuestas que juntos habremos de encontrar.

La vida nacional transcurre por momentos inéditos, nuestra convivencia es cada vez más compleja y difí­cil, son muchos los problemas que están presentes y otros más se perfilan en el futuro inmediato, por lo que darle solución a unos es apremiante y prevenir los otros, indispensable.

La estabilidad del paí­s debe sustentarse en las instituciones y en la corresponsabilidad de todos los sectores sociales para fortalecerla.

Cuando en el año 2000 nos acercábamos a la jornada electoral para elegir Presidente de la República, viví­amos con la gestión de un gobierno prií­sta, en condiciones de estabilidad económica y de circunstancias favorables para la competencia polí­tica.

La sociedad optó por la alternancia para decidir el rumbo futuro del paí­s en un ejercicio de amplias libertades y de tranquilidad social. A seis años de distancia, el Presidente Fox deberí­a sentirse avergonzado por no haberle cumplido al pueblo de México. Su gobierno, Presidente Fox, no puede presumir que termina su mandato en medio de la paz y la tranquilidad que imperaban en el paí­s hace seis años.

El entorno polí­tico, económico y social nos obliga a reflexionar sobre estos saldos de la alternancia, más allá de promesas incumplidas, se yergue el peso de la realidad que nos rodea. La falta de oficio polí­tico provoca que enfrentamientos y contradicciones se presenten con inusual frecuencia.

Hoy, tenemos un paí­s donde los intereses de grupo y las coyunturas polí­ticas suelen rebasar el marco jurí­dico. Surgen los deslindes de unos y las renuencias de otros para acatar la legalidad. Hoy, sufrimos de ingobernabilidad por la ineptitud y falta de pericia de una administración que minimiza los conflictos, desconoce el valor y la utilidad de la negociación polí­tica que reduce la problemática nacional al juego de las encuestas de opinión o los í­ndices de popularidad.

Hoy, el paí­s es rehén de la delincuencia organizada que genera inseguridad y amenaza a todas las familias. Hoy observamos un severo estancamiento en el crecimiento económico y en la generación de empleos, indicadores que por su dimensión no pueden esconderse ni aún detrás de las cifras macroeconómicas o del blindaje a las estructuras financieras.

Hoy, en el campo hay hambre y desesperación. La polí­tica del estado social ha sido sustituida por el estado empresarial y por lo tanto los cambios se han dado sin dirección. Hoy, hoy, hoy –señor Presidente Vicente Fox– avergí¼enza vivir en un paí­s en el que la pobreza es su mayor afrenta, en el que la falta de oportunidades se traduce en el incremento de la migración de miles de mexicanos.

El paí­s pierde lugares en múltiples indicadores mundiales como en los de competitividad, crecimiento de la economí­a, en el nivel educativo, la inversión en ciencia y tecnologí­a, grado de desarrollo humano y medición de la desigualdad social entre otros importantes factores al comparar las expectativas que generó este gobierno al inicio de su mandato se abre una brecha abismal con los resultados que reporta en su último tramo.

Desde el ámbito de competencia que asiste a esta soberaní­a, nos pronunciamos por la atención inmediata al conflicto en Oaxaca; exigimos la intervención decidida del Gobierno Federal para su solución; el gobierno no puede ser indolente y omiso frente al conflicto en una entidad que forma parte del pacto federal. Demandamos cumplimiento a lo dispuesto en el artí­culo 119 de la Constitución especí­ficamente en lo relacionado a la obligación de los poderes de la Unión, de proteger a los estados en el caso de trastorno interior. Repudiamos, repudiamos a quienes hacen un llamado a la rebelión y amenazan la tranquilidad y la paz de todos los mexicanos.

De ahí­ que reiteremos nuestro pronunciamiento a favor de un papel más activo y de interlocución efectiva por parte del Gobierno Federal, para dar respuesta a los graves problemas que padece Oaxaca. Pero lamentablemente los problemas no acaban ahí­. Denunciamos la flagrante violación al Código Electoral del estado de Chiapas, condenamos las irregularidades ocurridas durante y después de la jornada electoral y sobretodo, el respeto a la voluntad de los chiapanecos. Nada debe estar más allá de las instituciones que la democracia misma ha construido y consolidado. Rechazamos sin ambages la violencia y la intransigencia como recursos falaces de las instituciones y del cambio social.

El PRI refrenda su compromiso polí­tico y social, su vocación de servicio, asumiendo la responsabilidad de recuperar la tarea de transformar a México. No transigiremos en reformas que signifiquen regresiones o conculcación de los derechos sociales; bien por el contrario, fortaleceremos los principios y postulados constitucionales con la educación, la salud, la igualdad entre hombres y mujeres, el desarrollo sustentable, el derecho al trabajo, la atención digna a los grupos vulnerables, el desarrollo del campo y en especial de los campesinos.

Somos una fuerza polí­tica con una personalidad firme que cuando coincide no sucumbe y también difiere sin buscar cancelar otras propuestas. Seremos protagonistas corresponsables de la gobernabilidad efectiva que todo el paí­s exige; gobernabilidad que lejos de cancelar la crí­tica pública, demanda su ejercicio comprometido. Queremos un desarrollo sustentable que propicie no sólo el mejor aprovechamiento de nuestros recursos naturales, sino que, además, siente las bases para heredar a las generaciones futuras un paí­s con mejores indicadores de bienestar social.

Rescataremos asimismo aquella polí­tica exterior prestigiada que era producto de una larga tradición diplomática que nos enorgullecí­a y que durante el presente sexenio degeneró en activismo torpe y sin rumbo.

No hay duda: en el PRI tenemos autoridad para hablar de construcción de instituciones para señalar una crí­tica severa al gobierno por la brutal dilapidación de un activo con el cual llegó al poder hace seis años. En el PRI, en el PRI tenemos autoridad para hablar de democracia porque hemos mostrado la misma congruencia al exigir el respeto al voto cuando el sufragio nos es favorable que cuando nos es adverso, porque la alternancia y la transición democrática hubieran sido impensables sin la construcción del andamiaje jurí­dico e institucional promovido por los prií­stas y el acatamiento respetuoso a la voluntad popular que hemos demostrado. Seamos demócratas de tiempo completo; demócratas en la victoria, pero también demócratas en la derrota, conscientes de que ni los triunfos ni los reveses electorales, son permanentes.

Los legisladores de mi partido sabemos que cada problema no resuelto deviene retroceso; pero también reconocemos que en los acuerdos entre las diferentes fuerzas polí­ticas anida la solución. No hay duda que para ofrecer resultados positivos, necesitamos lograr consensos irrestrictos dentro del marco de la ley. Colaboraremos irrestrictamente para que la gente perciba en cada uno de nosotros que vale la pena la democracia, que es útil e indispensable para construir y preservar instituciones y que legislando podemos transformar desde el marco normativo el entorno social.

Con ése ánimo, habremos de construir acuerdos. Habremos de realizar alianzas e impulsar proyectos con distintas fuerzas polí­ticas, pero que quede claro, el PRI no será rehén de nadie. Fijaremos nuestra propia agenda y en torno de los grandes propósitos que hemos mantenido, lucharemos por dar las mejores respuestas a la Nación como medio para recuperar la confianza de la sociedad.

Mi grupo aprovecha esta solemne ocasión para saludar a las Fuerzas Armadas. Reconocemos su alto sentido nacionalista, institucional y patriótico. Nuestro Instituto Armado, pueblo en uniforme, surgido de la gesta de 1910, es el mejor garante de la soberaní­a de los mexicanos. A ellos nuestro respeto y agradecimiento.

El cumplimiento cabal de las responsabilidades públicas, transita inexorablemente por el terreno de la gobernabilidad. Por eso honramos y honraremos los medios legí­timos para alcanzarla en contra posición a quienes tienen a la ineptitud como divisa, a la violencia como respuesta y al desorden por herramienta.

Quizás el estandarte más sincero que podemos ofrecer los prií­stas, tenga que ver con la paz, hoy tan necesaria. Por eso, ojalá que el verso de Octavio Paz encuentre pronto reflejo en nuestro entorno cuando dice: "Que las palabras depongan armas y sea el poema una sola, una sola palabra entretejida".