
¿Estamos contentos con obedecer las leyes injustas?: H.D. Thoreau (I)
Submitted by nadezhda on Mié, 09/06/2006 - 15:11
Artículos de El Financiero impreso, y que he separado para su mejor lectura: Desobediencias y La resistencia cultural
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La resistencia civil en la historia
José David Cano / Sergio Raúl López
En México el Partido Acción Nacional, hasta antes de 2006 había sido el principal promotor de la llamada resistencia civil. En los siguientes dos textos --que en realidad es uno solo--, los autores echan un vistazo al concepto; en el primero de ellos se rastrean sus orígenes (y cómo se ha llevado a cabo); el segundo narra lo que está pasando en estos momentos (NdelaR).
Desobediencias
El concepto está en boga pero dista de ser nuevo. Al contrario: la historia nos dice otra cosa: la resistencia civil, proviene de una muy larga tradición. Aunque aún no se conocía como tal, es conocido que en el imperio romano quien no pagaba impuestos -porque no los creía justos- era encarcelado.
También podemos remitirnos al siglo XVI cuando, al calor de las guerras de religión, se perfiló la contienda contra la arbitrariedad de los autócratas; esas luchas quedaron condensadas en el libro Vindiciae contra Tyrannos(1579), escrito por Hubert Languet (aunque bajo el seudónimo de Stephanus Junius Brutus). La resis central es que la autoridad no tiene un poder ilimitado: está sujeta a actuar en el marco de la ley y la justicia. Si rebasa esos límites o llega al poder por medio de la usurpación, el pueblo tiene el derecho de oponerse a ella por que se trata de tiaranos y no de gobernantes legítimos...
Pero vayamos por partes.
¿Qué significa resistencia civil ¿En verdad es tan virulenta como la pintan sus detractores? De entrada, la noción de resistencia civil, como toda frase o vocablo mediatizado, inevitablemente es ambigua. Hasta mediados del siglo pasado, el entonces concepto desobediencia civil se había empleado poco en el ámbito cultural y político. La llegada de obras como las de Henry David Thoreau, Tolstoi y Gandhi, en las que aparece la noción de desobediencia civil, eran apenas unos acercamientos a una expresión que terminó por acomodarse a nuestro tiempo -ua con diferentes nombres-, y que lejos está de ser asunto del pasado.
Y es que es hasta los ochenta del siglo XX cuando la expresión empieza a ganar adeptos. Hoy, como dice el filósofo y escritor español Francisco Fernández, se habla de desobediencia civil con relación a las actitudes de protesta sociopolítica más diversas y dentro de diferentes movimientos de resistencia. El también filóso Javier Muguerza es claro: " Cualquier individuo está legitimado a desobedecer cualquier acuerdo o decisión colectiva que, según el dictado de su conciencia, atente contra la condición humana."
El tema no es nuevo; pero una cosa es segura: en Thoreau, Tolstoi y Martin Luther King ha poca teoría sobre la justificación de la desobediencia civil, señala Fernández. "La defendieron como una actitude práctica suficientemente justificada, desde el punto de vista moral, frente a situaciones de injusticia que denunciaban." En el caso de Thoreau aparece como una actitud de último recurso frente a la guerra de Estados Unidos contra México y frente a la persistencia de la esclavitud en la sociedad estounidense. En tal contexto, Thoreau escribió las primeras palabras de la desobediencia civil, siempre recordadas: "Existen leyes injustas. ¿Estaremos contentos con obedecerlas? ¿Nos esforzaremos en enmendarlas, obedeciéndolas mientras tanto? ¿O las transgredimos de una vez? Si la injusticia requiere de tu colaboración, rompe la ley. Sé una contrafricción para detener la máquina."
Algunos decenios más tarde, y al otro lado del mundo, en la obra del viejo Tolstoi, la noción de desobediencia civil aparece también como la únca actitud moral posible contra la guerra, la educación militarista, el absolutismo y la violencia de un régimen -el zarista-, que de hecho seguía mantentiendo en la servidumbre a la población campesina rusa. Por su parte, en el caso de Martin Luther King, que ha sido el símbolo de la desobediencia civil para amplios secotres del pacifismo contemporáneo, ésta aparece como una forma de llamar la atención de la opinión pública y de las autoridades ante la discriminaciín. Para Gandhi, la desobediencia civil no es sólo un deber moral en tales o cuales circunstancias, sino un derecho intrínseco del ciudadano, puntualiza Fernández.
Lo cierto es que, actualmente, son cada vez más los teóricos que la avalan como impulso para comprensión de las bases morales de la democracia y uno de los recursos estabilizadores del sistema constitucional, como escribe Miguel Concha en un ensayo. Y pone ejemplos: "Para Malem la desobediencia civil, ya no digamos la resistencia civil pacífica, no sólo contribuye a conformar una cultura democrática madura de los ciudadanos, sino constituye uno de los recursos estabilizadores del sistema constitucional. Para Ugartemendia, igualmente se justifica porque se participa con una doble actitud de compromiso democrático, una de aceptación, la defensa de las bases y principios del sistema, y la otra de disconformidad activa dirigida a corregir las insuficiencias del mismo."
En México, el término ha tomado relevancia luego de que Andrés Manuel López Obrador lo pusiera en práctica ante lo que ha sido, como él dice, el gran fraude electoral. Una resistencia civil que, paradójicamente, ahora está siendo denostada por el mismo partido que la puso en práctica durante años: el Partido Acción Nacional. Pero como dice Francisco Fernández: es una actitud típicamente falaz de quienes se consideran representantes de la mayoría, o del soberano en un momento histórico dado, "el descalificar la desobediencia civila ante tal o cual ley aduciendo que el comportamiento de los desobedientes pone en riesgo el conjunto de las instituciones democráticas, el estado de derecho o el sistemademocrático establecido".
Ya lo escribía hace unos días la filósofa mexicana Rosario Herrera Guido: hoy, "la resistencia civil es la respuesta a un conflicto entre la justicia y la ley violentada, que exige ser pensada para poder reconocerlo que significa la voluntad ética de resistir a un poder absoluto usurpador y fraudulento". (José David Cano)
nvm