Protestas acorralan a Calderón en su tierra; suspende un acto

La Jornada del sábado 9 de septiembre de 2006
http://www.jornada.unam.mx/2006/09/09/003n1pol.php

* Cientos de agentes federales y estatales lo custodian para evitar a seguidores de López Obrador
* Ofrece "todo el apoyo" a Cárdenas Batel para combatir en Michoacán el crimen organizado

CLAUDIA HERRERA BELTRAN ENVIADA

Simpatizantes de Andrés Manuel López Obrador protestan afuera del Centro de Convenciones de Morelia, donde estaba el presidente electo Foto Iván Sánchez

Morelia, Mich., 8 de septiembre. A salto de mata, Felipe Calderón realizó su primera gira como presidente electo. Debido a las protestas de perredistas, tuvo que cancelar un acto y después reponerlo, custodiado por cientos de elementos de la policí­a estatal, la Agencia Federal de Investigación y el Estado Mayor Presidencial (EMP). Sólo permaneció tres minutos en el monumento a José Marí­a Morelos y Pavón.

Sitiado por los agentes de seguridad y por otro grupo de manifestantes que acudieron al Centro de Convenciones de la entidad, donde el michoacano se reunió con la militancia panista, advirtió que no se enganchará en provocaciones ni en reyertas polí­ticas injustificadas. Retomó el discurso de cuando era candidato y advirtió que prevalecerá la fuerza de los pací­ficos sobre los violentos. Asimismo, se congratuló de haber derrotado a los que se decí­an "indestructibles, inderrotables, invencibles".

Tres dí­as después de la aparición de cinco decapitados en esta entidad, prometió que apoyará al gobernador perredista, Lázaro Cárdenas Batel, con toda la fuerza de la Federación para enfrentar las expresiones de barbarie y delincuencia que se han dado en esta entidad. Eso, "a pesar de que en algunos segmentos de este partido se siembran insistentemente la discordia, la sinrazón, la ira y el odio hacia los demás y hacia nosotros", expresó en abierta alusión a un sector del PRD.

Calderón escogió su tierra natal para hacer esta primera visita, después del fallo del tribunal electoral, pero desde su llegada se encontró con la inconformidad de los seguidores de Andrés Manuel López Obrador.

Sabedores de que habrí­a manifestaciones, los colaboradores del michoacano y del PAN estatal informaron a la prensa una agenda equivocada, para despistar a los inconformes. Poco después de las cuatro de la tarde, los dos autobuses que transportaban a los reporteros hicieron una parada en la Plaza Morelos, no en Casa Morelos, donde originalmente se habí­a programado la primera actividad.

A esa hora, no habí­a señales de que Calderón fuera a estar ahí­. Pero en minutos, elementos del EMP, apoyados por 250 agentes de la Dirección Federal de Seguridad Pública y de la Policí­a Estatal Preventiva, colocaron decenas de vallas y convirtieron en búnker el monumento a José Marí­a Morelos y Pavón.

A decir de Mario Bautista, director de Seguridad Pública estatal, dispuso un "operativo especial" para resguardar al panista, en el que participó la mitad de los 500 elementos de las policí­as estatales.

Apenas habí­an rodeado el lugar, unos 300 manifestantes llegaron al grito de " ¡Obrador, Obrador, aguanta, el pueblo se levanta!", con pancartas en repudio al visitante.

Eran miembros de la Asamblea Popular del Pueblo de Michoacán, que desde julio mantiene un plantón en la plaza Melchor Ocampo, en demanda del conteo voto por voto. Primero se acercaron a los policí­as, pero luego se replegaron a una esquina de la avenida Acueducto.

Hasta ese momento, los organizadores estaban confiados en que el homenaje a Morelos podrí­a efectuarse sin problemas. A unos metros de los inconformes, el presidente municipal de Morelia, el panista Salvador López, daba entrevistas y decí­a que estaban preparados. Incluso, Calderón se encontraba a unas cuadras, comiendo en la casa de su familia.

En el lugar, las protestas no cesaban. Un hombre se paseó enfrente de los policí­as con unas 10 urnas entrelazadas y con un letrero que decí­a: "Estamos encabronados".

Al mismo tiempo, sus compañeros gritaban consignas. " ¡Lo quiera o no lo quiera, Felipe se va pa' fuera!". ¡Felipito, Felipito, dónde estás, dónde estás...! ¡Asesino, asesino!".

Otro sostení­a una pancarta con la leyenda: "A qué vienes pinche usurpador".

Inmutable, la banda de guerra seguí­a a la espera de que llegara el invitado para iniciar el homenaje. Pero a las 17:24, el equipo de Calderón anunció que se cancelaba el acto y a toda velocidad subió a los reporteros a los autobuses.

El alcalde argumentó que por órdenes del Estado Mayor Presidencial se suspendió la colocación de la ofrenda floral. "Lo hacemos por prudencia. Si no se puede, tampoco se trata de ser héroes", explicó el panista.

Me enseñan sus credenciales

A partir de ese momento comenzó una carrera por evadir a los manifestantes. Los autobuses en los que viajaba la prensa arrancaron de inmediato para alcanzar a Calderón, quien ya no llegó al lugar de la protesta y mejor fue llevado al Centro de Convenciones, no al Teatro Morelos, donde se habí­a dicho que se realizarí­a la reunión.

El Centro de Convenciones habí­a sido transformado en otra fortaleza, pero afuera también habí­a cientos de manifestantes.

Repentinamente, alguien del EMP se subió al camión de la prensa y amenazante gritó: " ¡Me enseñan sus credenciales!", y recorrió rápidamente el pasillo del vehí­culo.

"Soy Norma Aguinaga, vengo de Presidencia, de transición", exclamaba una de las integrantes del equipo de prensa del PAN para exigir al individuo que le permitiera el ingreso. De poco sirvió, porque transcurrieron varios minutos y los reporteros continuaban a bordo del autobús en espera de la autorización.

Al final, los reporteros lograron pasar los retenes de vallas y arcos detectores de metales. Resguardado detrás de las paredes del centro, Calderón hablaba como si no ocurriera nada en el exterior. En el podio se encontraban el senador José González Morfí­n; el alcalde de Morelia, Salvador Vega, ex responsable de la campaña, y Max Cortázar, titular del área de comunicación del equipo del presidente electo.

Mientras afuera se hací­a una hoguera con las credenciales de elector, adentro el panista declaraba que habí­a llegado la etapa de los acuerdos y, emocionado, decí­a que para él iniciaba otra faceta que no dejaba de ser "emocionante, nostálgica y desafiante". El auditorio respondió con un ¡sí­ se pudo, sí­ se pudo!

Luego, aludió al problema de la delincuencia en el estado. Señaló que sin importar que el gobernador sea de un partido distinto al suyo, lo apoyará, y aprovechó para invitar a Cárdenas Batel y a todas las fuerzas polí­ticas en Michoacán a que "entiendan que deben trabajar juntos".

Fue cuando invitó a los panistas de Michoacán a no responder a las provocaciones, y proclamó que la fuerza de los pací­ficos prevalecerá sobre la de los violentos.

En cuanto concluyó su discurso, Calderón abandonó el auditorio; ya ni siquiera agradeció los aplausos, porque aprovechó que los manifestantes se encontraban concentrados en el Centro de Convenciones para trasladarse a la Plaza Morelos.

Todos arriba

Y la prensa de nuevo fue subida a los autobuses a toda velocidad, no importó que varios reporteros se quedaran. "No vamos a discutir. Todos arriba", fue la orden.

El chofer de uno de los autobuses sólo escuchaba órdenes de los elementos del EMP. " ¡Ya arráncate, ya arráncate!", y a claxonazos se abrió paso entre los coches. Sin importar que los semáforos estuvieran en rojo, siguió su camino para alcanzar al michoacano.

A las 18:59 horas, la Plaza Morelos estaba completamente cercada por policí­as estatales. Alrededor habí­a vehí­culos de Protección Civil y de Bomberos.

Preocupado porque, en la confusión, la esposa de Calderón y su hijo Juan Pablo habí­an quedado al alcance de los reporteros, uno de los elementos del EMP le pidió que se trasladara adelante. "Estoy bien, estoy bien", respondí­a la ex diputada.

En medio de este estado de sitio, junto con el alcalde de Morelia, el panista cargó una corona de flores que decí­a: "Lic. Felipe Calderón Hinojosa", y montó una guardia de honor de apenas unos segundos. La banda de guerra tocó una diana y todo se acabó en tres minutos. Eran las 19:02.

A Calderón no pareció importarle, porque cuando estaba por abordar su camioneta se le preguntó si no le preocupaba esta situación. Su respuesta fue: "No, estoy muy contento aquí­ en mi tierra".