
Cárdenas
Submitted by Juan_Maltiempo on Mar, 09/26/2006 - 11:45
Del Universal en línea del
26 de septiembre de 2006
http://www.eluniversal.com.mx/editoriales/35538.html
Pablo MarentesEl camino hacia los cambios sociales comienzan a recorrerlo vastos
grupos de hombres quienes, por largo tiempo, han padecido estrechez,
arbitrariedad, falta de oportunidades vitales e inseguridad social y
jurídica. Marchan a la luz del día. No se esconden. La ruta es larga,
infestada de acechanzas e inesperados recovecos. Al término de una
jornada, el siguiente trecho que parecía franco, súbitamente se llena
de zarzales, hoyos, rocas y árboles tumbados. Surge entonces un hombre
-o un reducido grupo- que conoce las entrañas del sistema caduco, y
orienta la marcha.En
contraste, la decisión de mantener inmóviles las cosas la toman unas
cuantas personas en la penumbra y desde el sigilo de enjalbegadas casas
en medio de jardines y altas bardas, vigiladas por guardianes con
feroces perros. Con sordina dirigida en crípticos lenguajes. Su
lubricante es la sangre; el vehículo, la violencia; sus adalides, los
jefes de cuerpos parapolicíacos. Montan escenarios con entretelones de
gasa que al ser agitados evocan peligros, si cambia el pintado idílico
paisaje.Los cambios históricos mexicanos han sido precedidos
por apocalípticas predicciones: desde el movimiento hacia la
Independencia, la organización de la nueva administración pública, la
discusión de textos constitucionales, hasta la diferenciación de la
iglesia con respecto al Estado, la defensa del territorio frente a
invasiones extranjeras y las reformas políticas.El pronóstico
de desastres detuvo las transformaciones intermedias. Ruiz Cortines
reprimió en 1958 a los trabajadores ferrocarrileros, a los maestros y a
los choferes de camiones que hacía 10 años padecían salarios de hambre.
Años más tarde admitiría que abusó del poder: "No hicimos lo que era
menester. A los ricos los hicimos más ricos". En 1968 el desafío de los
estudiantes y los desposeídos grupos urbanos fue liquidado con la
matanza de Tlatelolco, ordenada por la extendida mano presidencial.En
1988 el Frente Democrático Nacional fue despojado de su triunfo
electoral. La lúcida decisión de Cuauhtémoc Cárdenas de no marchar
hacia el Palacio Nacional al frente de "un millón de mexicanos. a ver
si toma posesión Salinas" -como le aconsejaban unos y le urgían otros-
tuvo como efectos la consolidación de la lucha por los cambios, el
establecimiento de la oposición perdurable y catalizó la serie de
reformas electorales que condujeron al fortalecimiento del Partido de
la Revolución Democrática, a la reorganización de las fuerzas políticas
de oposición real y a que se conocieran las agrupaciones sectarias
disfrazadas como partidos políticos.La sucesión conservadora
propiciada por el presidente Zedillo a lo largo de los tres últimos
años de su gobierno hizo posible que Vicente Fox asumiera el poder. El
proceso demostró que en 1988 habría sido imposible que Cárdenas tomara
posesión. El consiguiente derramamiento de sangre habría paralizado el
proceso de cambios políticos precursores.Hoy los
conservadores, adueñados abiertamente del poder desde 2000 y dispuestos
a no dejarlo, amplifican los efectos del infantil resbalón de una
candorosa escritora. El Yunque y el Muro se encargan de multiplicar el
grito insolente de un provocador.Cárdenas consolidó la lucha por
la democracia. Será un factor de las próximas etapas. Con él, como ha
ocurrido desde 1958, seguirán dando la cara, con riesgo de su vida,
quienes están comprometidos por los cambios. López Obrador es otro
factor en una lucha que no admite dirigentes prelaticios, sino hombres
cuyos propósitos sean claros y que desempeñen sus papeles ante un gran
público.Profesor de la FCPyS de la UNAM