Férrea resistencia civil en la UABJO y calles aledañas

De la Jornada en lí­nea del 2 noviembre de 2006
http://www.jornada.unam.mx/2006/11/03/003n1pol.php

Siete horas de enfrentamiento de la PFP contra estudiantes, paterfamilias y colonos

* La zona de Cinco Señores, auténtico campo de batalla

* Más de 70 lesionados, entre ellos tres periodistas

* Se reportan 60 detenidos

* Al filo de las 2 de la tarde los federales se replegaron

ENRIQUE MENDEZ, GUSTAVO CASTILLO; OCTAVIO VELEZ ENVIADOS Y CORRESPONSAL

Piedras, cohetones, gases lacrimógenos y múltiples mentadas enmarcaron el zafarrancho Foto Fernando Castillo/Micphotopress

Oaxaca, Oax., 2 de noviembre. Desde el amanecer de Dí­a de Muertos y durante siete horas la Policí­a Federal Preventiva (PFP) enfrentó la resistencia civil más contundente desde su llegada el sábado, esta vez en Ciudad Universitaria y en el crucero de Cinco Señores, donde miles de estudiantes, vecinos y padres de familia repelieron a los uniformados con piedras, petardos y tanques de gas encendidos a modo de lanzallamas. Esa zona se convirtió, así­, en un auténtico campo de batalla.

Por momentos, los artefactos explosivos prendieron fuego a las tanquetas, pero éstas cuentan con un sistema de extinción automático por agua. Los policí­as y los grupos de operaciones especiales tení­an la orden estricta de no violar el campus de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (UABJO) y respondieron con cientos de granadas de gas lacrimógeno -disparadas inclusive desde dos helicópteros-, agua lanzada a presión desde las tanquetas y con las mismas piedras que les eran arrojadas.

Provocadores del gobierno estatal

El Operativo Juárez 2006, como se sabe ahora que se denomina, tení­a como único objetivo liberar la circulación en Cinco Señores y la avenida Universidad, entre el Periférico y la Avenida del Sol, pero grupos de supuestos prií­stas y policí­as estatales, identificados inclusive por la Secretarí­a de Gobernación, provocaron el avance policiaco. La intención de generar más violencia tiene, además, el objetivo de que la PFP se mantenga el mayor tiempo posible en Oaxaca, no para mantener el orden, sino sostener a Ulises Ruiz en el cargo.

De hecho, casi al inicio de la operación para liberar las vialidades, la policí­a federal habí­a dado una muestra de distensión al liberar a dos personas, pero a las ocho de la mañana los grupos ligados al PRI lanzaron cohetones a los agentes y así­ comenzó el embate.

El choque se amplió por toda avenida Universidad y calles aledañas. Dentro de las instalaciones, por granadas lacrimógenas, piedras y el agua de las tanquetas combinadas con quí­micos resultaron heridas 40 personas, 22 más en las inmediaciones, así­ como 10 policí­as, cuatro de ellos graves.

La policí­a detuvo a 30 personas -entre ellas Luis Antonio Félix Domí­nguez, de 14 años de edad- que fueron consignadas por la presunta comisión de los delitos de ataques a las ví­as de comunicación, sedición, asociación delictuosa y lesiones. El menor será entregado al Consejo Tutelar.

El vocero del gobierno estatal, Miguel Angel Concha, aseguró que quienes participaron en estos hechos ''no son oaxaqueños y provienen de grupos violentos de San Salvador Atenco y el Distrito Federal, conocidos como cegeacheros y panchosvillas'', e inclusive cuando se le cuestionó sobre la intervención de comandos de choque prií­stas, aseguró que la administración de Ulises Ruiz ''respeta las expresiones partidistas''.

A causa de las bombas molotov con fragmentos de metal y clavos y piedras fueron heridos los fotógrafos de Proceso, Miguel Dimayuga y Germán Canseco, y de El Universal, Daniel Jaramillo, quien fue trasladado en helicóptero al hospital de la 28 Zona Militar, porque un clavo de un petardo se le enterró entre la tetilla y la axila derecha, mientras otro más le atravesó el codo izquierdo. La onda expansiva del petardo le causó traumatismo auditivo, pero fue dado de alta por la tarde.

Un cohetón le estalló cerca al camarógrafo del Canal 9 de la televisión estatal, Jorge Brindis, quien solamente quedó aturdido, y el fotógrafo de Centro Medios Libres, Mario Mosqueda Hernández, fue golpeado por varios policí­as, que lo hirieron con toletes en la cabeza, la espalda y un brazo.

A pesar de que en el operativo de liberación del cruce de Cinco Señores participaron unos 2 mil agentes federales, la resistencia popular finalmente los replegó y regresaron, literalmente arrastrando los pies, a su base del Parque del Amor, y la PFP determinó no regresar este dí­a a Cinco Señores ni a la UABJO, aunque por la noche Radio Universidad difundió la especie de que intentarí­an una incursión de madrugada.

''Soy borrachito de la calle''

A las 7:45, un contingente de la policí­a federal llegó al crucero de Cinco Señores, seguido de maquinaria pesada y camiones de volteo para levantar la basura. En el frí­o amanecer, los grupos de operaciones especiales detuvieron a Manuel Castellanos López y a René Barrios, que se quedaron rezagados en la barricada, y los subieron a una Van blanca. Al ser detenido, Castellanos negó ser parte de las barricadas. '' ¿Yo? Soy borrachito de la calle. Sólo salí­ por un mezcal'', explicó.

Un trascavo destruyó la ofrenda de muertos a los maestros y brigadistas asesinados, y hasta ese momento la incursión no generó mayor conflicto. Sin embargo, 25 minutos después aparecieron varios embozados en la esquina de Universidad y Reforma Agraria, que dispararon cohetones y los federales recibieron respaldo de una compañí­a de Policí­a Militar que avanzó y lanzó granadas de gas hacia el campus. Este hecho generó que desde Radio Universidad se hiciera un constante llamado a que la ciudadaní­a rodeara las instalaciones. '' ¡Vamos a bloquear! A todos los compañeros les invitamos a que vengan a Radio Universidad, a las bocacalles, pero no nos confrontemos con las fuerzas federales'', delimitaron los locutores.

En plena avenida, decenas de estudiantes y mujeres reclamaron la liberación de Castellanos y Barrios, y personalmente el jefe del Estado Mayor de la PFP y ex delegado del Cisen en Oaxaca, Ardelio Vargas Fosado, los entregó a condición de calmar los ánimos.

Iniciado el enfrentamiento, el comandante declaró: ''Yo cumplí­, ellos no''.

Los disparos de artefactos hacia los agentes, las fuerzas especiales y la Policí­a Militar obligó a un nuevo avance, esta vez por la parte posterior de la universidad, sobre la Avenida del Sol, para retirar camiones que se incendiaban justo frente a un centro bautista, que es utilizado como el centro de mando del Operativo Juárez 2006.

Fuentes gubernamentales de alto nivel confirmaron que desde hace por lo menos un mes, el gobierno federal conocí­a desde esa iglesia los movimientos en el área, y hoy fue parte importante para conducir el desplazamiento de fuerzas y para advertir de los movimientos que realizaban los seguidores de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca y estudiantes.

Justo ahí­, cientos de estudiantes hicieron retroceder a una columna de 50 policí­as preventivos armados con toletes y lanzagranadas, que se replegaron hasta un circo. Los agentes de operaciones especiales recogí­an las piedras que se les lanzaban desde la unidad deportiva de la universidad, para utilizarlas como proyectiles contra sus oponentes. Un petardo atravesó la bota de un federal y le abrió la espinilla derecha.

Durante 15 minutos, jóvenes y policí­as -incluidos los estatales de civil- se disputaron palmo a palmo el terreno frente a la iglesia bautista y la Plaza del Valle.

Pero en ese momento los federales recibieron refuerzos de dos compañí­as más, tanquetas, dos helicópteros que realizaron vuelos a baja altura sobre el campus y lanzaron granadas de gas lacrimógeno. Uno de ellos aterrizó frente a la rectorí­a para abastecer a las tanquetas con latas de quí­micos.

La intervención de grupos de provocadores del gobierno hizo que dos de ellos fueran detenidos como presuntos integrantes del movimiento. '' ¡Estamos de su lado, trabajamos para lo mismo!'', clamaba uno para reclamar su liberación, que se logró finalmente con una llamada desde una oficina gubernamental a la PFP y la intervención de otro policí­a: '' ¡Ese es de nosotros!''

Desde la entrada de la unidad deportiva dos policí­as traí­an en andas a Trinidad Michel López, indí­gena de Santo Domingo Teojomulco. '' ¿Tú qué?'', le espetó a pocos centí­metros un policí­a. Con todo el miedo que le imponí­a ser esposado con un cordón de plástico por policí­as armados, Trinidad respondió: ''Yo vengo de mi rancho''. Maniatado por la espalda, los uniformados lo tomaron de los pies y el pecho y lo arrojaron, boca abajo, a una camioneta pick up de la PFP. Antes de irse, un federal lo golpeó en el rostro.

Otros federales intentaron romper con palas las cadenas que sujetan las puertas del campus, frente al Instituto de Ciencias de la Educación, pero se confirmó la orden de no entrar. Al otro lado de la avenida, a unos metros de Cinco Señores, la violencia dio paso a un respiro: un estudiante encaramado sobre los restos todaví­a humeantes de un automóvil les recitó a Benedetti. Nadie se movió ante la voz que enfrentó a la policí­a con el poema titulado ¿De qué se rí­e?

El chavo estaba inspirado y reclamó: ''Sé que están de policí­as no por que hayan querido o porque sean burros, sino porque las condiciones del paí­s los hicieron elegir entre irse de su patria o enrolarse en esa corporación ante la falta de oportunidades. No les critico su decisión, pero deberí­an estar de este lado porque son igual que nosotros. Véanse la tez, las manos, son del mismo color que nosotros, también son huicholes, mixes, tarahumaras. El color de la tez los evidencia''.

El silencio duró hasta que bajó de la chatarra y fue despedido con aplausos. El padre de un estudiante ''que lucha por mejores condiciones'' dijo estar ahí­, en la defensa de la universidad a pesar de los cohetones, los cocteles molotov y los gases lacrimógenos, por convicción, y pidió a los federales irse de Oaxaca.

Al final de la avenida, en la Plaza del Valle, comenzaba el otro episodio de la batalla, y en la esquina de Reforma Agraria los jóvenes prendieron pacas de forraje en las chatarras y se formó una barrera de fuego. Ya eran las 11:30 y el enfrentamiento se reinició, ahora con dos tanquetas antimotines, sólo que uno de los Cobra -como se les conoce en la PFP- tuvo un desperfecto que causó la hilaridad de los universitarios protegidos en la autonomí­a de su alma máter. Adentro, en Radio Universidad, los locutores insistí­an: ''No tenemos armas. Tenemos piedras, cohetones para enfrentarlos y vamos a resistir''.

Por casi una hora, cientos de jóvenes fueron repelidos hasta el Periférico y la iglesia de Cinco Señores, y otros más por Reforma Agraria hasta 20 de Noviembre, y al final de esa calle hasta las puertas de la universidad. Diego Hernández, joven de 20 años que defendí­a su identidad de panadero y que sólo pasaba por el lugar, fue detenido. Empero, un uniformado le mostró una fotografí­a en la que aparecí­a motivando a sus compañeros a lanzar piedras contra los policí­as.

Ahí­ también fue aprehendido el catedrático de la facultad de derecho de la UABJO Armando Jiménez Vázquez. Cuando lo subieron a una camioneta de la PFP para trasladarlo a la Base Aérea Militar 22, de El Tequio -en calidad de detenido-, le quitaron una mochila terciada en la espalda en la que portaba decenas de clavos insertados en fragmentos de tubos de plástico.

Poco a poco, los lances de los jóvenes, sus padres y vecinos hicieron retroceder a las tanquetas que habí­an llegado hasta las puertas de Radio Universidad. Durante una hora más continuaron lanzando cohetones y petardos, y la transmisión radial convocó a unas cinco mil personas que confluyeron por la prolongación de La Noria, avenida Ferrocarril y el Periférico, y repentinamente habí­an cercado a la Federal Preventiva, que comenzó a replegarse a las dos de la tarde hacia el supermercado Chedraui.

A las tres de la tarde, cansados, los policí­as regresaron a su base del Parque del Amor. Sin embargo, para los mandos de las fuerzas federales, el retiro de Cinco Señores no se trató de una derrota, sino de un repliegue estratégico para regresar en las próximas horas.

''No fue un fracaso, se evitó un baño de sangre, porque no tení­amos por qué cambiar los toletes por metralla'', explicó un comandante policiaco.

Finalmente la vialidad no fue despejada, porque más tarde la barricada volvió a levantarse. Miles de personas se congregaron ahí­ para recuperar su posición, y de cuando en cuando los dos helicópteros arrojaban granadas, y el humo se esparció por el aire de una tarde de otoño en un Dí­a de Muertos oaxaqueño.