La herencia a Felipe

Por Ricardo Rocha

NOVIEMBRE 6, 2006 (UNIVERSAL).- Peor imposible. Ni aun sus crí­ticos más acérrimos podrí­an haberse imaginado un escenario más desastroso para el final de sexenio de Vicente Fox. Las imágenes de Oaxaca son la expresión de la rabia y el encono de muchos mexicanos contra su gobierno.

La ferocidad de los oaxaqueños no es gratuita. Corresponde primero a un gobernador repudiado por la inmensa mayorí­a a causa de su autoritarismo y abusos de poder. A esa simiente de coraje se añade ahora el rechazo absoluto a la intervención de la Policí­a Federal Preventiva enviada por Fox con una dedicatoria de odio y menosprecio.

El resultado es que el conflicto está peor que nunca. Los hechos en torno a la Ciudad Universitaria oaxaqueña sólo pueden anticipar muertos y sangre. Y la lucha se hará cada vez más rabiosa. A medida que aumenten las bajas en uno u otro bando los contendientes encontrarán más acicates para el rencor y la cólera. La espiral de violencia parece inevitable. El diálogo está roto y no hay señales de una pronta reanudación de las pláticas entre los insurrectos y el secretario Abascal, que nada ha podido hacer sino avalar el uso de la fuerza. Que, por cierto, se ha visto superada por los rebeldes.

Una vez más, mostraron su ignorancia e insensibilidad quienes, como el propio Vicente Fox, afirmaron que con el ingreso de la PFP y la reapertura de unas cuantas escuelas "la paz social ha vuelto a Oaxaca". Nada más falso. La tierra de Juárez vive sus peores dí­as de las décadas recientes. Desgastada, exhausta, violenta, incierta y para colmo ahora dividida, fracturada por una confrontación abierta entre prií­stas y appistas, que es una dolorida batalla entre hermanos y un conato de guerra civil. Y en medio, el falso dilema de permitir que la inconformidad popular deponga a un gobernador repudiado o que, a pesar del rechazo de la población, Ulises Ruiz siga gobernando impunemente.

Mientras tanto, Fox se va a Uruguay a una Cumbre en la que ya no tiene nada que hacer y luego a Australia nada más para que su hijita pueda presumirle a sus amigas que papi es presidente. Es un irresponsable irredento. Le quedan menos de 30 dí­as de gobierno y él los dilapida. Podrí­a haber hecho por lo menos un intento de utilizar su investidura para ocuparse personalmente de la emergencia, para convocar y conducir el diálogo él, él, él.

En lugar de eso deja el tiradero y mete marcha atrás. Después de que durante semanas él y su vocero insistieron una y otra vez en que "con toda seguridad" el conflicto estarí­a solucionado antes del 1 de diciembre. Ahora se impuso la tesis de que Ulises debe llegar a como dé lugar a esta fecha porque si renuncia antes se tendrí­a que nombrar a un gobernador provisional que deberí­a convocar a elecciones que muy probablemente perderí­an los prií­stas. En cambio, si renuncia después del dí­a 1 o pide licencia por dos periodos consecutivos, se nombrarí­a un interino que cubriera los cuatro años que le restan al periodo de Ulises Ruiz. Lo que no están calculando es qué puede pasar en Oaxaca durante estos largos 25 dí­as.

El empecinamiento por mantener, a como dé lugar, a este espécimen dinosáurico en el gobierno de Oaxaca obedece pues a intereses polí­ticos que se han impuesto a la ética y la lógica. Y a los que se añade el juego de conveniencias entre el PAN y el PRI para que cuadren las sumas en el Congreso y conjurar la amenaza de no apoyar la asunción de Felipe Calderón el 1 de diciembre. Lo paradójico es que el todaví­a presidente electo ha quedado entre dos fuegos, pues la misma amenaza se la hace la APPO si Ulises no se va. Así­ que Calderón está convertido en un rehén del PRI gracias a las torpezas sin fin del gobierno foxista y a la ruindad de este gobernante mañoso y ahora envalentonado por el apoyo de las fuerzas federales que nadie, con un gramo de sensibilidad, puede ver como la solución definitiva a un conflicto ya tan podrido.

Por desgracia para el nuevo presidente, Oaxaca no será la única herencia de su antecesor. Pero será muy grave, porque lo obligará a apretar el puño desde muy temprano y porque el escenario de descomposición se está extendiendo a otros estados del paí­s. Un mal augurio para cualquier comienzo.

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