Sin sustento, decir que el gobierno federal está ausente: Vicente Fox

Rogelio Cárdenas Estandí­a
El Financiero

Martes, 14 de noviembre de 2006

No me voy con rencor ni con arrepentimiento.

A dos semanas de que concluya su periodo como presidente de la República, Vicente Fox niega en este diálogo que el gobierno que encabeza no haya querido resolver los problemas; "no tengo ningún temor a ejercer el poder, lo que tengo es el temor a ejercerlo equivocadamente, represivamente". Por otra parte, minimiza el hecho de que su administración no haya podido sacar adelante las reformas estructurales; "eso ya no importa, este gobierno ya se acabó". Asegura, además, que "el paí­s no perdió absolutamente nada", al impedirse la construcción del aeropuerto de Texcoco. Con ésta, concluimos la serie de 25 conversaciones que, con motivo del primer cuarto de siglo de vida de EL FINANCIERO, se realizaron con personajes de diversos ámbitos de la vida nacional. Las tres entrevistas restantes -junto con las 22 publicadas en este diario- aparecerán en exclusiva en el libro que se editará próximamente bajo el sello de Oceano.

Tomando como punto de partida la vida en el rancho, donde ordeñaba vacas y cazaba con resortera, el jefe del Ejecutivo Federal narra en esta charla, entre otras facetas clave de su vida personal, el cambio profundo que representó su traslado a la ciudad de México; los factores que lo impulsaron a estudiar administración en la Ibero, y no arquitectura, así­ como su incorporación al PAN, de la mano de Manuel Clouthier, cuando contaba con 46 años de edad.

- ¿Cuál es su primer pensamiento del dí­a?

-Desde luego, mis hijos; inclusive, acostumbro hacerles una llamada diariamente, precisamente porque no tengo la oportunidad de verlos mucho. En segundo lugar, me preparo para el dí­a, reviso la agenda y de inmediato me pongo a actuar.

- ¿Qué recuerdos tiene de su infancia?

-La familia, la fortaleza de mi padre y de mi madre; su carácter, sus valores de trabajo, su promoción intensa de la unidad familiar. Vivir en un rancho debe ser el sueño de todo niño, para mí­ lo fue; convivir con los animales, con la gente del campo, ordeñar vacas, levantarse temprano, tirar con resortera, construir cabañas, acampar y quedarse a dormir en la noche.

- ¿Qué cambios experimentó su vida cuando se trasladó a la ciudad de México a estudiar la universidad?

-Fue un cambio profundo en todos sentidos, y hay que adaptarse y acoplarse. En ese entonces la ciudad de México era tranquila, no existí­an los niveles de delincuencia que hay ahora. Me iba en camión a Coyoacán y de la colonia Del Valle hasta Taxqueña (a la Universidad Iberoamericana) pagaba 20 centavos de pasaje. Mi padre me daba dos pesos al dí­a para mis gastos en la ciudad de México.

- ¿Recuerda qué factores lo impulsaron a decidirse por la carrera de administración?

-Tuve dos opciones finales: arquitectura y administración de empresas. Me gustaba mucho el dibujo, la perspectiva, las matemáticas, álgebra y cálculo, materias base para arquitectura o ingenierí­a; sin embargo, a mí­ también me atraí­a la cuestión de los negocios, así­ que pensando en administrar el rancho me fui, finalmente, por la carrera de administración.

- ¿A los 46 años se incorporó al PAN? ¿Por qué decidió afiliarse a este partido?

-En primera instancia porque me invitó Manuel Clouthier, él ya se habí­a sumado a las filas del PAN; en segunda instancia porque decidí­ que habí­a llegado el momento en mi vida de entregarme de lleno a la causa de los demás.

"La parte del negocio y de hacer un patrimonio ya estaba superada, entonces me entró la inquietud de entregarme por mi paí­s y entregarme por los demás, y encontré que éste es precisamente uno de los valores del PAN."

- ¿Recuerda qué fue lo primero que pasó por su mente y lo que sintió cuando se dio el anuncio de que usted habí­a ganado la presidencia de la República?

-Alegrí­a y responsabilidad. Y no sé decir cuál fue más fuerte; sentir el peso de la responsabilidad de ser presidente de un paí­s no es poca cosa, es un gran peso en materia de responsabilidad y, a la vez, de alegrí­a porque alcanzaba mi meta de servir a los demás, y dónde se puede servir mejor que desde la presidencia de la República.

- ¿Por qué no se pudieron sacar adelante las reformas estructurales?

-Son muchos factores, voy a destacar tres: uno, somos un gobierno de minorí­a y cada quien lo puede interpretar como quiera; hay quien dice que no tuvimos el oficio polí­tico para lograr esas aprobaciones; hay quienes dicen que tuvimos una oposición muy radical, con la cual fue difí­cil encontrar alianzas y acuerdos, y hay quien dice que para llegar a un acuerdo se requieren dos partes, y que simplemente una u otra no estuvo en sintoní­a; sin embargo, eso ya no importa, este gobierno ya se acabó, se acaba el 30 de noviembre; lo que importa es que este paí­s tiene que hacer estas reformas.

"Si puedo dejar un legado muy claro es que tarde o temprano se requerirá una reforma hacendaria y fiscal; tarde o temprano se requerirá una reforma energética; tarde o temprano se requerirá una reforma laboral; tarde o temprano se requerirá una reforma de pensiones del sector público. En la medida en que nos tardemos es la medida en que perjudicaremos al paí­s; en la medida en que apresuremos el paso y tomemos decisiones, en esa medida estaremos beneficiando al paí­s."

-Sin duda, hoy tenemos una macroeconomí­a muy estable. Sin embargo, en lo que se refiere a la microeconomí­a no hemos logrado, por ejemplo, el desarrollo necesario para que haya empleo. ¿Qué opina al respecto?

-Este punto es muy importante, es fundamental. Está a discusión si la estabilidad macroeconómica produce o no resultados en el bolsillo de las gentes. Mi respuesta es contundentemente afirmativa, sí­ produce y produce extraordinariamente bien.

"Hay quienes piensan que el beneficio de la macroeconomí­a sólo se traduce en resultados para el ciudadano en su salario, en su ingreso, y ahí­ es donde está la equivocación, porque gracias a la estabilidad económica y a la disciplina presupuestal logramos construir 750 mil casas este año, cuando antes máximo se construí­an 200 mil al año. ¿Cómo ha sido posible esto?, gracias a que hoy hay financiamientos a 30 años; gracias a que hoy hay tasas de interés hipotecario por debajo del 10 por ciento. Todo eso hace posible conjuntar 200 mil millones de pesos y construir 750 mil casas. Serí­a imposible hacerlo si no tuviéramos una macroeconomí­a estable.

"El dí­a que terminemos con la estabilidad el paí­s volverá a las andanzas del pasado, que nadie quiere, pues nadie quiere devaluaciones ni quebrantos, ni altas tasas de interés; nadie quiere pobreza, y todo eso se da cuando no hay estabilidad macroeconómica."

-Si tomamos en cuenta el conflicto postelectoral, el conflicto minero, el asunto de Oaxaca, ¿usted cree que tengamos una transición sin baches?

-Eso sucede todos los dí­as en cualquier democracia, y para eso deben estar la polí­tica, los polí­ticos, la sociedad y el gobierno. En cualquier paí­s del mundo hay problemas de este tipo; no sé por qué alguien los quiere convertir, primero, en problemas nacionales; segundo, dicen que ya rebasaron la capacidad del Estado, y tercero, dicen que el gobierno federal no quiere resolver los problemas, que está ausente.

"Esos comentarios están muy poco sustentados, trabajamos 24 horas al dí­a para resolver los problemas. Llegar a las soluciones por la ví­a del diálogo y el acuerdo es mucho más complicado que por la ví­a autoritaria, ésta es muy sencilla pero también muy costosa. Como presidente no tengo ningún temor a ejercer el poder, por qué lo habrí­a de tener, a lo que tengo temor es a ejercer equivocadamente el poder, a ejercerlo represivamente.

"El tema del campo mexicano vino a fundamentar el sexenio, pues se levantó todo un clamor, por medio del cí­rculo rojo, de que se habí­an agotado ya todas las posibilidades en el campo mexicano, que la pobreza estaba llevando a todo mundo a una revolución. Nos sentamos en una mesa de diálogo y se llegó al Acuerdo Nacional por el Campo, está vigente y qué pasó, nada, se está trabajando ahora en el campo mucho mejor que antes.

"Vino el problema de Atenco. Finalmente, los ejidatarios no quisieron ceder sus tierras, y por qué se les iban a quitar sus tierras arbitrariamente, so pretexto del bien colectivo; un aeropuerto se puede hacer ahí­ o se puede hacer donde lo estamos haciendo.

"Atenco se resolvió por la ví­a del diálogo y el acuerdo; los ejidatarios siguen en sus tierras y el aeropuerto ya está totalmente remodelado en su terminal uno y construida la terminal dos, además del sistema aeroportuario Toluca, Puebla, Querétaro y Cuernavaca. El paí­s no se ha perdido absolutamente de nada, todos los pasajeros han volado, todos los vuelos se han realizado y ahora tenemos aeropuerto y sistema aeroportuario para 25 años a mucho menor costo de lo que hubiera sido el aeropuerto en Atenco.

"En el caso de los derechos humanos en Atenco, vamos a atender cada una de las quejas de la CNDH, por supuesto, las que estén sustentadas, porque hay muchas que no lo están, sin embargo vamos a atenderlas."

- ¿Cuáles son sus expectativas del próximo gobierno?

-El paí­s va a seguir su marcha, porque ya no depende de un presidente, sino de 104 millones de mexicanos y mexicanas, trabajando, estudiando, haciendo arte y cultura y construyendo una gran nación. Es indispensable dejar que las polí­ticas públicas maduren, porque muchas veces no se les da tiempo suficiente.

"Hay quienes quisieran con una varita mágica decir que se acabó la pobreza, o quienes quisieran decir que tenemos el ingreso per cápita de Suiza; cada paí­s ha trabajado para llegar a donde está, y México tiene que trabajar para llegar a donde quiera llegar, no hay veredas cortas al desarrollo, no hay milagros en el crecimiento y desarrollo de un paí­s."

- ¿Cuál es la decisión más difí­cil que tuvo que tomar como presidente de la República?

-No hay tal, porque la decisión de la disciplina presupuestal es tan importante como la de darle una beca a un niño indí­gena para que llegue a la universidad; todas las decisiones son importantes, hay que tomarlas después de mucho análisis y exploración, y hay decisiones que son de gran alegrí­a -tener Seguro Popular, instalar una pantalla de Enciclomedia, un pizarrón electrónico-, y hay decisiones muy tristes que a veces hay que tomar; en ese sentido, a veces me he mantenido con estabilidad emocional, no apasionarme por una cosa o la otra, manejar colectivamente las decisiones.

"No tomo decisiones unipersonales, me reúno con el gabinete, con los gobernadores, con los empresarios, con las iglesias con una frecuencia enorme; el diálogo ha sido intenso con la Cámara de Diputados, con la Cámara de Senadores. Así­ se ha generado la polí­tica pública."

- ¿Cuál es el balance de su gestión y cuál considera que fue su mayor logro?

-El balance lo va a hacer la gente y lo está haciendo la gente todos los dí­as; el balance se hace en una elección cuando se vota, pues se hace un juicio del candidato que se propone y lo qué propone, y del gobierno que está y lo qué hizo.

"Los juicios se hacen todos los dí­as en los medios de comunicación, donde se recogen las inquietudes de los ciudadanos; los juicios se hacen en las encuestas, donde hoy por hoy el presidente Fox tiene una aprobación de 70 por ciento, una calificación de 7.3; los juicios se hacen en el saludo con la gente, en el recorrido por el paí­s, en la amistad que hemos tenido.

"No me voy con ningún rencor, con algún arrepentimiento; no me voy con insatisfacciones, tampoco me voy con satisfacciones plenas; hay muchas cosas de las cuales estoy insatisfecho, pero sé que esto sigue. Ya no estaré ahí­, pero hay 104 millones de mexicanos para seguirle."

- ¿Qué le falta por hacer en la vida?

-Lo que se me vaya presentando, los retos más próximos, ahorita me tocará caminar por ahí­ y Dios dir Uno no tiene comprado el tiempo en la vida, mañana uno puede ya no estar aquí­, entonces hay que aprovechar cada minuto, vivir del hoy sin planear el futuro, que es lo que he hecho y voy a seguir haciéndolo en adelante.