Vicente Fox: off the record

Proceso
Denise Dresser

Ya ando libre, ya digo cualquier tonterí­a. Ya no importa, total, yo ya me voy. Por fin, por fin, ya sólo falta una semana y cachito para que me pueda regresar al rancho. Tan chulo que nos quedó después de la remodelación, tiene hasta su laguito y todo. Lo dije hace unos meses y lo vuelvo a repetir: el changarro está cerrado y eso es lo que le quise decir a ese reportero de Telemundo que me entrevistó y prendió el micrófono antes de tiempo. Seguro ni reportero era. Seguro que era un activista, simpatizante de la APPO como ese gringo Brad Will al que se echaron los del propio movimiento.

Lástima que me quedé con las ganas de ver a Paulina en Australia. Ella ya habí­a hecho planes para cenar en Sydney y los pinches perredistas me lo vinieron a amolar. Pero lo que más me enchila es que si la quiero visitar más adelante, lo voy a tener que pagar, caray. Yo que habí­a armado un tour a todo dar y ahora me voy a tener que quedar en Los Pinos con nada qué hacer más que contar los minutos que faltan para irme. Secuestrado y con lo que odio estar en el Distrito Federal. En otros paí­ses y en la provincia bien que me quieren y me apapachan. Allí­ el pueblo sí­ ve el vaso bien lleno, no como los latosos del cí­rculo rojo que se la pasan criticándome. Por eso ya ni leo los periódicos. Yo qué iba a saber que Manuel Carballo no se escribe con una sola lá?

Pero qué buen coscorrón le di a esos diputados de pacotilla, bola de autoritarios que me quieren dar órdenes. Les aventé esa frasesota de posiciones irreductiblesá, aunque luego tuve que ir a buscar la palabra irreductibleá en el diccionario que dejó Vicentillo en la cabaña. ¿Qué se creen? Cuando dije eso de que el presidente propone y el Congreso disponeá hace unos años no me referí­a a mi agenda de viajes. Si es lo que más me gusta hacer, viajar. Ir a todos esos paí­ses donde me aplauden y me tratan bien, no como aquí­. Además he aprovechado para ir de shopping y ya tengo un montón de cosas para poner en el Museo Fox que voy a hacer en Guanajuato.

Es que no hay argumentos sólidos para la cancelación de la gira, como lo dije la otra noche en cadena nacional a mi disposición gracias a la Ley Televisa. No hay, no hay, no hay, no hay, no hay, con un carajo. Y no es cierto que esté emberrinchado. ¿Qué son tres bombas en el Distrito Federal, si en Bagdad explotan cientos y nadie le está pidiendo al presidente por allá que no viaje? Bola de babosos. Ni que estuviera en juego la paz social. Hay algunos revoltosos, delincuentes, pesimistas en un par de calles en Oaxaca y en el Zócalo el 20 de noviembre, pero nada más. Si México tiene un territorio de 2 millones de kilómetros cuadrados y 104 millones de habitantes, ¿qué son entonces 14 muertos y algunos manifestantes que no se quieren poner a trabajar por este México maravilloso?

Y por cierto, que no se me olvide hoy recordarle al cí­rculo verde lo maravillosa que es la señora Marta. La verdad es que me siento un poquito inseguro por eso del regreso al rancho y no vaya a ser la de malas que no se quiera venir conmigo. Por eso más vale decir que me la quiero comer a besos y que fue uno de los grandes encuentros de este sexenio. Hay algunos locos que creen que me echó a perder el gobierno pero yo le doy gracias a la Virgen de Guadalupe por la pareja presidencial. La señora Marta estuvo allí­ en la brega, demandando a periodistas, otorgando concesiones a nuestros amigos, promoviendo durante un buen tiempo su candidatura presidencial por el bien del paí­s, asegurando el patrimonio familiar. Qué buena madre es, no hay duda. Todo lo que ha hecho para asegurar que sus hijos terminen el sexenio con un patrimonio asegurado. Le ha tocado bailar con la más fea pero allí­ sigue, tan solidaria como siempre. Lo que no entiendo es por qué insiste en que yo me vaya solo a San Cristóbal el 1 de diciembre y que ella me va a alcanzar.

Me urge, urge ya irme y empezar a dar discursos y ganar algo de lana, porque ya no voy a poder contar con el erario para pagar el ajuar de Marta. Estoy cansado y ya no importa cuántas medicinas tome. Con eso de que no sólo gané mi elección en el año 2000, sino que también se la tuve que ganar a Calderón. Si soy el presidente más popular de la historia de México. Más del 60% de la población me quiere. Todo el oro y el moro que me he gastado en publicidad ha sido dinero bien usado. La popularidad no tiene precio. Y qué buenos están esos nuevos spots en donde se celebra todo lo maravilloso de mi gobierno. Ya es hora de que entiendan los chiquillos y las chiquillas de México lo bien que les fue conmigo. Ya se los dije, me van a extrañar.

Si bajo mi gobierno, en democracia, la libertad de expresión se ejerce a plenitud y se permite la libertad de crí­tica sin intervención alguna o presión desde el poder público. Todos esos que señalan el caso de la demanda de la señora Marta a Proceso son unos envidiosos. Lo único que demuestra eso es que ella tiene las faldas bien puestas. Esa dama de hierro, esa maravillosa mujer que es mi esposa no tiene rencores con nadie, sólo tiene una vocación de servicio. Según me cuentan, algo tuvo que ver ella para que a Ví­ctor Trujillo lo mandaran a su casa y que el programa de Carmen Aristegui ya no salga en Sky, dizque por motivos técnicosá y que los Aguirre no le paguen lo que le deben a Gutiérrez Vivó para obligarlo a salir del aire. Mis respetos para ella porque no permite que esos que no aman a México como ella lo hace, anden desinformando a la gente. Si en Oaxaca y en México entero sólo hay paz y tranquilidad.

Y por cierto, ya ni la amuela Francisco Gil. ¿Para qué anda diciendo que México desaprovechó la bonanza petrolera y que la economí­a no está creciendo lo suficiente? Ya tuve que salir a ponerlo en su lugar, como siempre tengo que hacer con mi gabinete. Si les digo todo el tiempo que las cosas nunca han estado mejor en este maravilloso paí­s. Y no somos la décima economí­a del mundo como lo éramos al principio del sexenio, pero por lo menos estamos entre las primeras quince. Y no abrí­ la chequera presupuestal para comprar viejas lealtades, excepto en el caso de los pensionados del IMSS, los burócratas del FSTSE y el SNTE.

El año pasado, me cuentan, cruzaron la frontera 250 mil personas en busca de chamba en gringolandia, pero por lo menos pudieron nacer en México antes de irse. Cada uno de esos migrantes debe dar gracias antes de saltar el muro, por haber nacido en este gran paí­s. Aunque luego se vaya, va de gane. Francamente no hay mejor paí­s para nacer, para vivir, para criar una familia y luego emigrar con ella que este México querido. Imagí­nense nacer en Estados Unidos, ufff. Hay que nacer aquí­ para tener la oportunidad de cruzar el desierto a pata, como los meros machos.

No entiendo por qué se van unos cuantos, con lo bien que se vive aquí­, sobre todo en las cabañas en las que nos vamos a quedar viviendo hasta el último dí­a. Lo bueno es que el arquitecto que las remodeló es el mismo que arregló también el rancho, por lo que nos vamos a sentir como en casa. Bien a gusto, cuando estemos sentados frente a la tele, comiendo churrumáis con limón, viendo Chespirito antes de acostarnos a las 8, como lo hago yo aquí­ en Los Pinos. Ojalá se animara Felipillo a cambiar la toma de posesión para acá y, así­ cuando termine puedo salir con mis maletas directito a San Cristóbal.

Gracias a Dios que ya se acabó el sexenio. Y así­ le pese a los que hablan de la separación Estado-Iglesia y del laicismo del Estado mexicano, nadie me va a quitar ir a despedirme también de nuestra señora madre de Guadalupe y darle las gracias. A mí­ eso del laicismo y las leyes electorales me hacen lo que el viento a Juárez. Y bueno, tengo los ojos un poco llorosos, pero es de puritita felicidad porque ya me puedo ir a montar. Estoy a sólo 10 dí­as de dejar este maravilloso trabajo que pude desempeñar gracias a la señora Marta y a los inventores del Prozac. Gracias a ellos y a ustedes, que me han permitido servirles y caminar juntos de la mano este perí­odo de seis años. Si a alguien le hice criticarme, le agradezco que me haya criticado. Total, yo ya me voy. l