
De la representación popular y otros menesteres
Submitted by jpreciado on Vie, 12/01/2006 - 08:48
Hoy, y después de varios días de tensa expectativa, se consumó por fin el tan temido acto de la usurpación. Felipe Calderón rindió protesta como presidente de México. En un acto que, pese a las florituras y edulcoraciones de los imparciales y objetivos comentaristas de la transmisión oficial (quienes, entre otras cosas, afirmaron que ¡inició el mandato con el pie derecho!), la protesta fue del todo acorde al nivel del mandatario que hoy arrebata el poder. Fecal se acercó al palacio legislativo como el dictador que es, rodeado de poder y mano dura, temeroso del acercamiento de la gente, huidizo y cobarde. Como los bandidos o como los delincuentes -acaso siempre se ha asumido como tal- Felipillo entró por la puerta trasera, fue cubierto por sus compinches, entró a la carrera y literalmente huyó del recinto, haciendo un esperpéntico esbozo del futuro del réprobo gobierno que hoy engendra: oscuro, clandestino, de pisa y corre.
Habla de acuerdos y no promueve ninguno. Habla de acercamientos y es incapaz de abandonar su hermetismo, la comodidad de su escritorio, el ambiente perfumado de su camioneta blindada. Habla de manos tendidas y la suya no suelta la porra. Increíble que un Jano con tal capacidad de cinismo haya llegado tan lejos, increíble que tenga tal capacidad de convencimiento entre sus seguidores cuando su discurso es tan vano y tan falaz (decía Voltaire que aquellos que son capaces de hacerte creer lo absurdo, bien pueden hacerte cometer atrocidades. Bastará esperar). Jamás se le vio buscar a sus detractores cuando ganó y ahora está pagando las consecuencias. Su gobierno será de trastienda, como el de los que tienen mucho que ocultar y aún más que temer.
Más increíble, probablemente, que su rostro no se demude cuando enfrenta al México que no lo quiere, a ese que descalificó sistemáticamente desde su guerra sucia hasta la no aceptación del recuento y, después, con una supina e inverosímil indiferencia. Más increíble que le sea tan fácil ignorar que un porcentaje prácticamente igual al que votó por él lo desprecia y que, gobernar para tal gente es un reto, no un chiste. Más increíble que haga la vista gorda ante un país que requiere de más iniciativas que las que se esgrimen en blanco y negro desde un púlpito mediático, como para lucirse ante las cámaras y luego retirarse a conocer el país por internet.
Tristemente la cara dura e impenetrable de Calderón hoy en el congreso evoca la de un fanático, la de aquel que se pretende en la pureza y la corrección de sus actos muy por encima de lo que piensen otros. Aún si esos otros conforman parte de un poder autónomo del Estado y representan al mismo pueblo que él pretende gobernar.
Hoy los legisladores del PRD hicieron quizá lo que muchos hubiésemos querido hacer si hubiéramos tenido la oportunidad. Hoy los legisladores que nos representan hicieron bien su trabajo; desde las noches recostados en el suelo hasta la intensa rechifla de protesta estuvieron bien. Mal por la violencia, hay que decirlo, pero en un México convulso y antidemocrático como el que ahora sufrimos en ocasiones parece no haber otra salida. Y de eso supieron bastante nuestros olvidados héroes.
Hoy quiero aplaudir a mis representanes porque hicieron su chamba. Hoy quiero aplaudir su vocación democrática y de representación popular, porque desde la Societé des Amis de la Constitution hasta la rechifla de hoy en la cámara, siempre ha sido la izquierda la que más y mejor habla en favor del pueblo.
Y está mi gratitud con ellos porque sé que el usurpador no la tendrá fácil gracias a ellos, que seguirán velando por nuestros intereses y por el voto que tan fácilmente la derecha y el poder (Voltaire, une otre fois: es peligroso tener la razón cuando el gobierno está equivocadoá) pisotearon, ignoraron y ahora, en la ceguera de su malhabida victoria, pretenden olvidar.
Va por ellos.
Todos somos hijos de Pedro Páramo