AGENDA CONFIDENCIAL - Calderón, primero los pobres.

El Financiero Impreso

Luis Soto
Jueves, 7 de diciembre de 2006

Calderón, primero los pobres.

En su primera gira por las zonas más "fregadas" del paí­s, el presidente Felipe Calderón se comprometió a "cumplir la deuda histórica" que el gobierno federal tiene con los pobres. Sin embargo, no dijo cuál será su estrategia para que más de la mitad de la población que vive en la pobreza extrema y hasta en la miseria, supere esa condición.

¡Cómo de que no dijo! Exclaman sus seguidores. Ahí­ está la "Estrategia de Desarrollo Social y Económico" en los cien municipios más "fregados" de México. Ahí­ está el presupuestote que envió al Congreso el dí­a de ayer en donde propone un aumentote de 3 por ciento para la Secretarí­a de Desarrollo Social el próximo año; otro aumentote de mil millones de pesos para el programa Oportunidades; el doble de recursos para el Seguro Popular; tres mil 500 millones de pesos para el programa de apoyos para el consumo de energí­a eléctrica y gas (a pesar de que millones de pobres apenas tienen anafres); mil millones de pesos para el sistema de guarderí­as para apoyar a madres trabajadoras, en fin, por lana no se podrí­an quejar, agregan aquéllos.

Los discursos de todos los presidentes de la República -por lo menos desde 1970- siempre han resultado conmovedores. José López Portillo, por ejemplo, inició su gobierno haciendo un fuerte compromiso con "los que menos tienen", y al final de su administración terminó pidiéndoles perdón, con lágrimas en los ojos, claro, porque no les habí­a cumplido. Carlos Salinas de Gortari, por su parte, les hizo creer a los "fregados" que ya eran suizos nada más porque habí­a renegociado la deuda externa y concertacesionado el Tratado de Libre Comercio. "Dí­ganle a sus hijos y a los hijos de sus hijos, que ya no tendrán que cargar sobre sus espaldas la pesada carga de la deuda", les pidió, también con lágrimas en los ojos, a todos los pobres. Lo que no les advirtió fue que les iba a dejar otras deudas, como la de la "macrocrisis" que se empezó a gestar en 1994, estalló con el "error de diciembre" de finales de ese año y tuvo su "clí­max" en 1995.

Ernesto Zedillo tuvo la "delicadeza" de no hacer tantos compromisos con los pobres, tal vez porque sabí­a lo que los iba a dejar paupérrimos al final de su administración: Una "megadeuda" de varios cientos de miles de millones de pesos por el asunto del Fobaproa, aunque a cambio les dio "su chocolatote" con el Programa de Educación, Salud y Alimentación (Progresa).

Vicente Fox y la señora Martha Sahagún también vieron por los "miserables", pero no para sacarlos de esa condición sino para utilizarlos como "carne de cañón", sobre todo la señora que pretendí­a emular a Evita Perón. Fox no pudo terminar su sexenio como López Portillo, pidiéndoles perdón a los pobres y llorando, porque los legisladores no le permitieron que diera su sexto informe, pero el numerito lo tení­a preparado.

Felipe Calderón empezó igual que todos los mencionados, preocupado por los pobres y con un discurso -el del 1 de diciembre- más o menos conmovedor: "México tiene una enorme deuda social que pagar con los mexicanos más pobres, para cubrir esa enorme deuda social, la que permita reducir la pobreza extrema que es también la prioridad de mi gobierno, es vital que sociedad y autoridades hagamos un esfuerzo mayor para orientar el gasto público hacia los que más lo necesitan. Sé que tenemos que resolver de fondo la desigualdad de los mexicanos, particularmente la desigualdad entre el norte y el sur, entre el campo y la ciudad, entre los indí­genas y quienes no lo son, entre las mujeres y los hombres, entre los adultos mayores y los jóvenes. Los esfuerzos del gobierno deben estar orientados, fundamentalmente, a acabar con esta disparidad y con todas las formas de discriminación. El principal instrumento del Estado para reducir desigualdades y construir un paí­s justo es el gasto social, pues gracias a él los mexicanos pueden tener acceso a los derechos sociales que establece la Constitución: derecho a la alimentación, a la salud, a la educación y la vivienda. Para fortalecer la polí­tica social debemos cambiarla en dos sentidos: Primero, dotarla de más recursos para que más mexicanos, especialmente quienes menos tienen, puedan ejercer sus derechos sociales y puedan verdaderamente tener una vida acorde con su dignidad. Y, en segundo lugar, utilicemos mejor los recursos de los mexicanos."

Por lo pronto, durante su visita de ayer a uno de los cien municipios más "fregados" del paí­s, Felipe Calderón prometió que luchará para que algún dí­a en México ocurra lo que decí­a el generalí­simo Morelos, para que no haya diferencias entre los mexicanos, y si las hay que las únicas sean el vicio o la virtud que puede haber en cada uno de nosotros.

La realidad, sin embargo, es que decenas de millones de mexicanos que actualmente se encuentran en la pobreza extrema y en la miseria no podrán disfrutar ese paí­s soñado. Lástima, lástima, porque ahora sí­ iba en serio. ¿Y tú le crees? Preguntan los escépticos.

Agenda previa

Mañana, el Consejo Polí­tico del PRI definirá el método de elección de su próxima dirigencia. Los promotores de Beatriz Paredes señalan que está preparada para competir -y ganar- con cualquier método que elija su partido. Y exponen algunos argumentos:

El perfil de América Latina permite adelantar que hay espacio para una izquierda progresista; Beatriz tiene el perfil ideológico, la experiencia y el compromiso para dirigir el PRI en estos momentos; México requiere contrapesos responsables y nacionalistas. El PRI puede y debe serlo; la juventud, las mujeres y la población en general exigen al PRI -así­ lo demostraron en las elecciones de julio pasado- retomar su discurso progresista y la defensa a ultranza de las causas populares. Paredes así­ lo entiende.