El doble reto de Felipe Calderón

Por Editorial Vanguardia

12/12/06

El tema del combate al crimen organizado fue uno de los más criticados de la administración de Vicente Fox por los pobres resultados obtenidos.

En 2006, los asesinatos cometidos por las bandas delincuenciales en México han rebasado por mucho los 2 mil casos. En el sexenio, las muertes sobrepasaron las 8 mil.

La escalada de violencia en el paí­s ha llegado a tal grado que los propios cárteles de la droga literalmente se matan entre ellos para controlar el rentable mercado del tráfico de sustancias prohibidas, ante la tibieza de un gobierno que los dejó crecer y operar como nunca antes.

Así­, con una policí­a rebasada por la delincuencia organizada –y acaso componente del mismo sistema criminal–, el sucesor de Fox, Felipe Calderón, debe enmendar el entuerto enfrentando uno de sus más grandes retos al frente del Poder Ejecutivo.

Ayer mismo, el Gobierno Federal montó un impresionante operativo policiaco con más de 5 mil elementos con el objetivo de inhibir la actividad criminal de los cárteles en el estado de Michoacán.

Preparado prácticamente desde el 1 de diciembre, el Operativo Conjunto Michoacán logró asestar, en sólo 10 dí­as, un duro golpe a las mafias criminales de esa entidad; algo que extrañamente Vicente Fox no consiguió en casi 2 mil 200 dí­as de labor.

Lo cuestionable de todo esto es que los 13 presuntos narcos detenidos ayer, los más de mil 100 plantí­os de mariguana descubiertos y las decenas de armas decomisadas son en parte producto de la labor del mismo cuerpo policiaco del sexenio foxista.

¿Qué sostiene entonces la credibilidad de las acciones de ayer? ¿Puede una corporación policiaca pasar de la esterilidad a la eficacia plena en el transcurso de unos cuantos dí­as sin provocar fundadas suspicacias? ¿No hubo entonces voluntad en el sexenio anterior para asestar golpes de ese tamaño?, o ¿es éste tan sólo un asunto mediático para afianzar al nuevo gobierno?

Lo cierto es que algo no está bien en el seno de la nuestras fuerzas de seguridad y tiene que ver con la honestidad de muchos de sus elementos, pues es un hecho que lo descubierto ayer siempre habí­a estado ahí­ y si no se detectóá antes fue tan sólo por corrupción.

El reto entonces de este Gobierno es doble, pues por un lado debe atacar la descomposición de los cuerpos policiacos, y por el otro, hacerle frente al crimen organizado que flagela desde afuera.

De no hacerlo así­, la fuerza que le impriman los altos funcionarios del gabinete de seguridad del gobierno de Calderón mermará en la medida en que la descomposición emerja conforme se enfrí­e la algarabí­a de un nuevo gobierno.