Señales ominosas - más sobre Marí­n

Tiempos de Nigromante
de Arturo Rueda
La Quinta Columna

Mario Marí­n tení­a preparado un discurso para pronunciar en la inauguración del Palacio de Justicia Federal. Un discurso que nunca pudo leer. En sentido literal, se quedó con el fólder en la mano, después de que el equipo de protocolo del Poder Judicial Federal le informó que no se encontraba programada alguna intervención del gobernador poblano. Con una mueca cerrada, Marí­n discretamente regresó el fólder a sus ayudantes y se dispuso a pasar el trago amargo de encontrarse con aquellos que todaví­a lo mantienen sometido a juicio. Negarle el derecho a hablar fue la primera señal ominosa que el góber precioso recibió de los ministros.

El más contundente, sin embargo, llegó cuando el Presidente de la Suprema Corte, Mariano Azuela, agradeció al gobierno estatal el terreno donado en el 2002 ¡Zás! Un claro deslinde del Poder Judicial, quien hizo expreso el agradecimiento a Melquí­ades Morales, como una forma de dar a entender que los ministros y el Consejo de la Judicatura ni han recibido ni les interesa recibir un vaso de agua por parte de la administración marinista. ¿Así­ o más claro?

Durante toda la visita, Marí­n recibió un trato gélido por parte de los funcionarios judiciales. Ningún gesto amistoso o por lo menos de simpatí­a. Es justo decir que tampoco recibió groserí­as o malos tratos. Las fotografí­as hablan por sí­ solas: mientras el góber se mostró casi casi barbero, Azuela, Gudiño Pelayo y Vázquez Marí­n le dieron un trato institucional. Seco y formal. En ningún momento se prestaron a las chanzas marinistas e incluso muchos de ellos se escabulleron para no tomarse fotos con él.

No es de extrañar la actitud de los ministros. Mario Marí­n es de los pocos gobernadores que en la historia nacional han sido sometidos a investigación por parte de la Suprema Corte de Justicia. Las expresiones que algunos ministros como Gudiño Pelayo, Góngora Pimentel, Sergio Valls o Cossí­o han lanzado contra el gobernador poblano han sido muy fuertes e incluso han llegado a prejuzgarlo como culpable de violar las garantí­as individuales de Lydia Cacho y de aplastar la división de poderes y la libertad de prensa.

Fuentes de la Corte revelan que sólo dos ministros aceptaron a venir a Puebla a inaugurar el Palacio de Justicia Federal. El resto se negó a venir a una entidad en la que su gobernador está sometido a investigación, y con buenas razones para resultar culpable.

Marí­n aceptó con resignación el desdén de Mariano Azuela y el resto de los funcionarios judiciales de la Federación. Sabe que es apenas una muestra del terrible fondo en el que se encuentra inmerso. Porque a pesar de sus expresiones de inocencia, sabe que en el mes de enero reiniciará la batalla jurí­dica en contra de sus enemigos, y al mismo tiempo regresará la metralla mediática cuando se cumple el primer aniversario del escándalo, y los medios pidan a Calderón su intervención para no permitir la impunidad del gobernador poblano.

Y aunque el gobernador quisiera que la agoní­a llegue a su fin lo antes posible, las señales ominosas de la Suprema Corte indican que el asunto se extenderá quizá hasta el primer semestre del 2007, porque en el final de año no se conformó la nueva comisión de investigación. Si esto ocurre así­, la campaña electoral se verá contaminada por la segunda parte del escándalo Lydia Cacho.
Pero mañana será turno de esa historia.

***Una nueva forma de hacer polí­tica. Hoy en punto de las seis de la tarde, en La Tocinerí­a, se dará a conocer una nueva organización juvenil que lidera Román Lazcano Fernández. Sin pretensiones partidistas, Proyecta 20-26á busca construir nuevas formas de participación polí­tica, fundamentalmente para los jóvenes.

La organización busca generar proyectos de corto, mediano y largo plazo, para que sus efectos se noten precisamente dentro de 20 años, en el 2026. La organización no tiene ví­nculos partidistas y parte de presentar el proyecto en estos dí­as es para evitar las contaminaciones de la polí­tica coyuntural y la construcción de candidaturas.

Román Lazcano estudió en la Escuela Libre de Derecho y después terminó su doctorado en la Universidad Panamericana. Recientemente presentó un libro editado por Porrúa llamado Análisis comparado del poder constituyente Forma parte del padrón de investigadores del Instituto de Ciencias Jurí­dicas de la UNAM, y después de algunos años de ausencia regresa a Puebla para hacer polí­tica.
Enhorabuena y mucha suerte.