Opiniones sobre la reforma del ISSSTE

Reformas al ISSSTE · El Fisgón


Cartón de la Jornada del 17 de marzo de 2007

De la Jornada del 17 de marzo de 2007

Arturo Alcalde Justiniani
Ley del ISSSTE, verdades a medias

Mala ley debe ser cuando para justificarla se requiere de la manipulación informativa, el ocultamiento de datos y las verdades a medias. Mala ley cuando se chantajea a la población amenazándola de caer en el precipicio si no se acepta como única opción. Peor aun, si se anula el análisis y la discusión urgiendo a una ví­a rápida obligando a los legisladores a votar de inmediato. El colmo son las declaraciones del director del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), en las que apremia a la aprobación de la ley como requisito para "atender una larga cola de enfermos que esperan meses por una intervención quirúrgica de urgencia". Es claro que estamos siendo ví­ctimas de una manipulación orquestada que debemos resistir planteando correctamente el problema, exigiendo información veraz, descubriendo sus verdaderas intenciones y, al mismo tiempo, proponiendo soluciones responsables a los graves problemas de la seguridad social.

Decir la verdad implicarí­a que la propuesta básica contenida en esta iniciativa de ley responde en esencia a la recomendación del Banco Mundial, que ha hecho suya la Secretarí­a de Hacienda y Crédito Público (SHCP), y se presenta con el sello de la Federación de Sindicatos de Trabajadores al Servicio del Estado (FSTSE) y del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación. Hablar con honestidad, serí­a informar que los principales beneficiarios del modelo de salud y del sistema pensionario planteado serán grupos financieros del sector privado, con los que se contratarí­a finalmente el seguro de retiro de cada trabajador cuando el Pensionissste -que operará con las mismas reglas que las afores privadas- termine su misión temporal. Hablar con franqueza serí­a señalar que por la ví­a de la subrogación se lesiona el carácter público de los servicios de salud; por esta y muchas otras razones, el sector privado aplaude a rabiar esta iniciativa, presiona para su inmediata aprobación y descalifica a cualquiera que pretenda poner en riesgo este futuro negocio.

Esta iniciativa de ley debe ser leí­da a partir de sus transitorios, en donde se condonan hasta 80 por ciento de los gigantescos adeudos de dependencias públicas, los mismos que generaron en parte la degradación de esta institución. Conviene reclamar información básica para evaluar las propuestas ahí­ contenidas, identificando la relación entre los problemas de origen y las soluciones planteadas. Los datos no están aportados, fueron guardados en los archivos de la SHCP, impidiendo así­ hacer un análisis objetivo y comprobable de temas importantes, entre otros, el monto del bono de reconocimiento sujeto a un derecho de opción manipulable, y por otro lado, aparentemente mal calculado en perjuicio de los trabajadores. También sobre el futuro real de las cuentas individuales, incluyendo a las próximas generaciones que se nos pretenden presentar como totalmente ajenas a nuestro interés.

Debe reconocerse que los problemas del ISSSTE son muchos. Cualquier paciente que acude a solicitar un servicio ha sufrido la escasez de camas, medicamentos, equipo y personal. También es evidente que las bases que son sustento del actual sistema pensionario han cambiado, por lo que es elemental modificar sus reglas respondiendo a los cambios demográficos, ampliación en las esperanzas de vida y perfiles epidemiológicos. Es claro que los ajustes requerirán de más recursos y modificaciones en los requisitos de edad y tiempo de trabajo, pero este reconocimiento, no implica aceptar un modelo de solución que a pesar de los sacrificios colocará a los trabajadores nuevamente en la postración.

La iniciativa que hoy pretenden recetarnos ha demostrado ser una mala medicina. Basta observarla en perspectiva con la que se reconoce como su fuente de inspiración o ley espejo, precisamente la Ley del Seguro Social que entró en vigor el primero de julio de 1997. En aquel tiempo, como ahora, se sostuvo que todos los problemas del IMSS serí­an resueltos y las pensiones mejoradas. Hace 10 años vivimos la misma manipulación y urgencia en la aprobación, la misma propuesta de las cuentas individuales que "ahora sí­ serí­an propiedad de los trabajadores". Recordemos la campaña de medios en que los trabajadores y sus familias aparecí­an en playas y hoteles de lujo gozando la pensión prometida. La triste realidad vino después cuando los servicios de salud se degradaron. Actualmente la mayorí­a de los trabajadores tienden tan sólo ha obtener la pensión mí­nima.

Serí­a irresponsable generar una oposición a esta iniciativa de ley sin proponer alternativas de cambio, por ello es esencial no caer en la trampa de la ví­a rápida y demostrar el carácter integral del problema, tanto en el ámbito de la salud como de las pensiones. Acreditar que es posible un sistema mixto que combine una base solidaria y un complemento de carácter individual. Compartir con las futuras generaciones los costos del ajuste, sin perder de vista que buena parte de los problemas de los trabajadores al servicio del estado derivan de un modelo laboral sustentado en bajos salarios, ausencia de reconocimiento profesional y manipulación sindical. Las propuestas de solución están sobre la mesa, pero pretenden ser ignoradas por los intereses creados que operan atrás de esta iniciativa de ley y por la urgencia de acatar la consigna. Todo indica que muchos legisladores no están dispuestos a oí­r ni a entender, sólo obedecer, entre otras razones, porque se esperan gigantescos negocios para los lí­deres sindicales y nuevos recursos que revivan a la maltrecha FSTSE.

Es difí­cil contrarrestar una avalancha manipuladora de esta envergadura porque está sustentada en verdades a medias, sin embargo, es fundamental no sólo acreditar sus elementos de falsedad, sino empujar hacia un camino distinto que garantice servicios de salud con carácter público y pensiones sustentables. Por lo pronto, la urgencia es impedir una ví­a rápida que encubra tantas deficiencias.