Aborto y cultura

El Universal

La manzana flechada
Martha Chapa
08 de abril de 2007

La cultura tiene mucho que ver con un tema tan candente y debatido en nuestros dí­as: el aborto.

Dirí­a, para empezar, que ese ví­nculo se desdobla en dos grandes vertientes.

Por un lado, la cultura en el sentido de todo el conjunto de valores, actitudes, costumbres y prejuicios que gravitan en torno de un concepto -o práctica, de hecho- dentro de la sociedad, en nuestro caso la mexicana, que al parecer se mantiene confrontada por partes iguales en favor y en contra de la despenalización del aborto.

Por otro, las posiciones, responsabilidad social y propuestas que la comunidad cultural podrí­a y deberí­a asumir, que es el punto que en esta ocasión me interesa abordar.

Así­, me parece que los y las artistas tenemos un papel importante que desempeñar a partir de nuestra condición ciudadana, pero a la vez porque disponemos de espacios y herramientas para expresarnos, mismos que deberí­amos optimizar para contribuir a causas que incidan en la evolución de nuestro paí­s y el mundo, en especial cuando a todos se nos exige dar nuestra opinión y comprometernos con cambios que arrojen beneficios sociales.

Un primer paso serí­a sumarnos a las campañas de información y orientación, cada cual desde su propia trinchera artí­stica llámese pintar, escribir, actuar o hacer música- para ayudar a que le quede bien claro a la ciudadaní­a de qué tamaño es el problema y sus posibles soluciones. Esto resulta muy importante, pues más allá de maniqueí­smos que obligan a decir sí­ o no al aborto, hay que procurar todo un acopio informativo y luego difundirlo de la mejor manera para dejar en claro cuáles son las causas del aborto, cómo se lleva a cabo en la realidad en términos de la salud, de qué manera podemos prevenirlo y cuáles son las premisas de las que parte el proyecto de ley que en breve se discutirá en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal. En fin, una visión integral que a su vez permita ubicar mejor el problema y dilucidar las soluciones más adecuadas.

Y en estos procesos de comunicación colectiva, nuestra tarea es participar activamente, cada quien de acuerdo con su conciencia, ya sea en exhibiciones públicas y populares, performances, exposiciones, conciertos y otros espectáculos, alusivos o no, en diversas tribunas, pero que abran la discusión, el diálogo y, desde luego, la tolerancia, y contribuyan a definir las acciones que deberán impulsarse en el futuro.

Más allá de la aprobación de una ley que se aprecia ya irreversible, surgen muchas preguntas; por ejemplo, si la ciudad de México posee la infraestructura, los recursos y el personal médico que se requieren en cantidad y calidad para atender a miles de mujeres que acudirán a estos centros hospitalarios, mismos que a veces carecen hasta de una venda o algodón esterilizado.

Pero, independientemente de estas consideraciones, creo sobre todo que debemos poner el énfasis en los programas de educación sexual en escuelas primarias y secundarias, e incluso en el ámbito de la enseñanza media y superior, así­ como en la difusión y reforzamiento de los medios anticonceptivos, como la pastilla del dí­a después, que evitarí­an en grado mayor el insalubre clandestinaje, el deceso doloroso de cientos de mujeres al año y la desolación sicológica y social de quienes abortan, que suele ser "muerte en vida".

En otras palabras, tendrí­amos que hacer nuestro mayor esfuerzo para lograr reducir al mí­nimo los casos de aborto, pero dejarlo como opción con las causales pertinentes para quien lo requiera.

Se tratarí­a entonces, idealmente, de evitar al máximo los embarazos no deseados y dejar el aborto como una excepción válida, pero nunca como una constante que provoque daños individuales y sociales.

*Pintora
enlachapa@prodigy.net.mx
www.marthachapa.net.mx