Viraje de la CNDH sobre anciana de Zongolica

El Financiero
José Reveles
Lunes, 16 de abril de 2007

* Sospecha por el repentino cambio de lí­nea.
* Se manejan mentiras y se ocultan pruebas, señalan.
* Desacredita trabajo de la Procuradurí­a de Veracruz.

La Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), además de que tardó en reaccionar frente a la presunta violación y crimen de la anciana indí­gena Ernestina Ascensión Rosario en la sierra de Zongolica, llegó al caso con una tarea especí­fica: despejar un campo minado.

Ernestina fue hallada grave la tarde del domingo 25 y falleció al alba del lunes 26 de febrero. Fue hasta el 28 cuando la CNDH pidió facilidades para que sus visitadores consultaran las averiguaciones previas donde se señalaba como culpables a militares de la Base de Operaciones Garcí­a, integrada por 89 elementos.

José Luis Soberanes, titular de la CNDH, estaba fuera del paí­s cuando ocurrieron los hechos. Regresó el 5 de marzo, y ese dí­a se le escapó decir al aire, entrevistado por Carmen Aristegui:

"Yo me supongo que a estos soldados los van a dar de baja y los van a consignar ante la autoridad civil para que los juzgue... la petición mí­a a la Defensa Nacional serí­a que no se vaya a considerar esto como un servicio extraoficial militar y que lo pretenda conocer el fuero de guerra, sino que se mande al fuero civil para que juzgue este caso, porque estamos aquí­ no solamente en el asunto de violación, sino además en el caso de homicidio."

La CNDH tomó de oficio la investigación con una prontitud no exhibida en casos similares, porque habí­a soldados acusados por los familiares y vecinos, pero por otra razón más poderosa: habí­a casi un levantamiento de los pueblos serranos con más de tres mil campesinos que desde el lunes 26 se disponí­an a cercar y linchar a los militares.

Hasta Soledad Atzompa tuvieron que ir el gobernador de Veracruz, Fidel Herrera, su procurador, el jefe de la Zona Militar y representantes de la Comisión Estatal de Derechos Humanos.

Soberanes explicó el mismo 5 de marzo: "Mandamos cinco investigadores y cinco visitadores adjuntos a Zongolica para que vieran este asunto y, sobre todo, que pusieran sus buenos oficios, porque la población indí­gena estaba muy alterada, con justa razón. Nos preocupaba que fuera esto a llegar a un derramamiento de sangre o a situaciones que luego tuviéramos que lamentar. Usted sabe que cuando luego la población toma la justicia por propia mano, suelen ser reacciones muy violentas."

Después Soberanes guardó silencio durante una semana. En el í­nterin se dieron los primeros comunicados de la Secretarí­a de la Defensa Nacional (Sedena) para exculpar a la tropa los dí­as 6, 7 y 8 de marzo (con las versiones de que gente interesada en desacreditar al ejército "perpetró el crimen" con disfraz militar o que se estaban tomando muestras hemáticas de los soldados para cotejar con lí­quido seminal hallado en el cuerpo).

Algo pasó en esos dí­as con la CNDH, pues la lí­nea de su presidente cambió radicalmente. El 8 de marzo ya pedí­a exhumar el cuerpo, lo que ocurrió el 9. Tres dí­as después, el presidente Felipe Calderón dio una "espontánea" declaración: "He estado pendiente de la señora que se dice asesinaron en Zongolica. La CNDH intervino, y lo que resultó de la necropsia fue que falleció de gastritis crónica no atendida. No hay rastros de que haya sido violada."

El dí­a 15, Soberanes reapareció, y dijo al Grupo Imagen que la sociedad estaba muy desinformada, que no estaban acreditados la violación ni el homicidio ni la participación de militares.

- ¿Hay recomendación emitida por la Comisión? -le preguntó el periodista Martí­n Espinosa.

-No, porque estamos esperando algunas pruebas, sobre todo de laboratorio, y que son fundamentales para determinar si hubo violación o hubo homicidio -respondió el ombudsman contradiciendo su tajante conclusión previa.

¿Quién hizo "el cochinero"?

Así­, la Comisión emprendió un camino sin retorno para tratar de impedir, a toda costa, que militares sean culpados de la violación y asesinato de la indí­gena Ernestina Ascensión Rosario, hace 50 dí­as, en la sierra de Zongolica.

Para ello se ha dedicado a desacreditar el trabajo de la Procuradurí­a de Veracruz y a decir que ésta manejó mentiras, ocultó pruebas e hizo "un cochinero".

Todo ello, aunque aún no concluyen los peritajes de dos necropsias (la segunda que la propia CNDH promovió exhumando el cadáver de la anciana de 73 años el 9 de marzo).

Cuando esta semana comparezca ante la Cámara de Diputados, el presidente de la CNDH va a "desmentir" -adelantó en una entrevista- a quienes han querido desacreditar a la Comisión. "Tenemos pruebas contundentes de que no hubo violación sexual ni homicidio."

Opinión diametralmente distinta tiene la presidenta de la Comisión de Derechos Humanos de Veracruz, Noemí­ Quirasco, abogada con más de 26 años de experiencia en investigar delitos sexuales y más de 30 como ministerio público. Dijo a EL FINANCIERO:

"Todo se hizo conforme a la ley. Los peritos constataron que habí­a semen en la ví­a anal. No es verdad que se perdieron las pruebas. La de fosfatasa ácida y proteí­na P30 en el lí­quido seminal extraí­do del cadáver resultaron positivas (prueba irrefutable de una eyaculación). Las de espermatozoides no, porque tienen una vida breve.

" ¿Qué interés hay en decir que se perdieron pruebas que ahí­ están y ahí­ siguen? El ejército también se llevó muestras, pues estuvo presente en la primera y la segunda necropsias."

Quirasco envió, desde un primer momento, a dos visitadores: a su delegado étnico Jácome Norberto -quien es bilingí¼e y traduce del náhuatl- y a Miguel González González, un abogado de impecable trayectoria que fue premiado en la década anterior como el más competente de toda la República.