
El modelo neoliberal y la seguridad social
Submitted by gwolf on Dom, 06/11/2006 - 17:20
En los últimos años, una gran cantidad de profesionistas ha decidido comenzar a trabajar por su cuenta, dejar de ser empleado para convertirse en su propio jefe, y levantar su propia empresa. Muchos amigos míos han caído en esta trampa, y al parecer yo pertenezco a una raza en peligro de extinción: A los anacrónicos que insistimos en las ventajas -tanto para cada individuo por separado como para el resto de la sociedad- de trabajar para una institución pública - O, muy por lo menos, para una compañía estable y sólida, en términos no desfavorables. Utilizando el léxico de los que dicen saber de economía, pues, traslado mi experiencia de la escala micro a la escala macro para explicar mi rechazo al neoliberalismo, modelo económico que ha demostrado con creces su capacidad de sumir a la sociedad en la pobreza el estancamiento a lo largo de los 24 años en que ha predominado en México.
Veamos pues: ¿Qué plantea el modelo neoliberal que resulta tan dañino a la sociedad?
El principal planteamiento neoliberal es el de reducir el papel del Estado, liberarlo de su papel de administrador, para convertirlo meramente en mediador en conflictos. La administración, dicen, queda mejor en manos privadas, que por interés económico tendrán suficiente incentivo para optimizar el rendimiento de todas las fuentes de ingreso tradicional del Estado. ¿Como cuáles? En el caso de nuestro país, y recordando algunos puntos ya consumados a partir del inicio de las privatizaciones (insisto, hace 24 años) de los energéticos (Pemex, CFE/LyF), la infraestructura para la distribución del agua, la banca, la telefonía, los sistemas de pensiones y seguridad social, la infraestructura carretera, la educación a todo nivel, y un muy largo etcétera. Volveré en otra ocasión a hablar acerca de los resultados, que han sido muy poco halagadores, de estas privatizaciones - Por ahora me concentraré en los sistemas de pensiones y la seguridad social.
Pero vamos a ver antes el ángulo opuesto. En nuestro país se anima a todo mundo -ya no sólo a los profesionales- a dejar de trabajar para alguien y levantar su propia empresa. ¿Qué significa esto?
Hasta hace unas décadas, toda empresa o dependencia buscaba contar con los recursos para ser autosuficiente en cuantos rubros le fuera posible, acudiendo a contratistas externos sólo para los casos excepcionales en que se requiriera conocimiento específico a temas poco comunes, o una cantidad de mano de obra no fácil de conseguir internamente. En la década de 1980 comenzaron a estar de moda en los Estados Unidos los término downsizing y outsourcing - reducción y contratación externa, permitiéndome una traducción libre. Obviamente, pocos años más tarde esa moda comenzó a brotar también aquí. Consiste en que cada empresa o dependencia cuente únicamente con el personal fijo absolutamente necesario para su operación, y para todos los demás servicios contrate ya no a individuos, sino que a otras empresas especializadas.
Yendo hacia el tema en el que prometí profundizar: ¿Qué significa esto? Si a fin de cuentas van a pagar los honorarios de estos individuos, ¿dónde está el ahorro? Una parte importante de la respuesta está en la seguridad social.
Las grandes empresas y las dependencias de gobierno siempre se han caracterizado por tener muy controladas las condiciones mínimas de trabajo, gracias a su tamaño, visibilidad, y en gran medida a la existencia de fuertes sindicatos que agrupan a su personal y dan una cara unificada a las exigencias de pequeños grupos. Una empresa que hace outsourcing puede variar mucho en su tamaño y composición, pero normalmente es más fácil de controlar. Para los roles no especializados, como el trabajo de limpieza y mantenimiento, el argumento es muy simple: El total de personal trabajando para esta empresa no tiene el menor contacto entre sus integrantes, quienes muchas veces son contratados por el capataz en turno de la dependencia donde van a trabajar. No es posible para el grupo de trabajadores organizarse en un sindicato. Además, a cada uno de ellos se les hace claro que son completamente prescindibles - Al no tener una organización detrás, y ser gente sin mayor preparación, es muy fácil reemplazar a cualquier engrane de la maquinaria tan pronto dé el menor problema. Obviamente, la mayor parte de estas compañías ofrecen contratos de poca duración, y sólo en contadas ocasiones el trabajador goza de seguridad social (me refiero tanto a servicio médico como a fondos de vivienda y de retiro).
Y si hablamos del otro extremo, de los consultores independientes con especialización en determinadas áreas del conocimiento, la situación es incluso peor. Las empresas consultoras tienden a ser mucho menores, típicamente cayendo en el calificativo de PyME, Pequeñas y Medianas Empresas (o el término que recientemente se escucha más, por adecuación a la realidad: MiPyMe, Micro, Pequeñas y Medianas Empresas). Desde uno sólo y hasta 20 profesionales, muchas veces trabajando en sociedad, y cada uno de ellos bajo un régimen fiscal de persona física con actividad empresarial. Claro, eso aligera fuertemente la contabilidad de la empresa, y permite a cada uno de sus integrantes el recibir un sueldo neto sensiblemente mayor, al omitir los pagos al IMSS, INFONAVIT, SAR y demás entidades que se perciben como parásitos, destinatarios de un fuerte porcentaje de las percepciones totales.
Me preocupa, claro, el futuro. Hoy en día hay una intensa campaña que nos hace dudar de la viabilidad del sistema de pensiones en nuestro país, al haber transitado de vivir bajo la tutela de las dos entidades proveedoras de la seguridad social en nuestro país (IMSS e ISSSTE) a ser gestionadas por la banca privada, y al pasar de un esquema en que la fuerza activa laboral sostenía con sus contribuciones a la población jubilada y pensionada a uno donde cada quién ahorra durante toda su vida productiva (en un fondo administrado y gestionado por los bancos) lo que empleará para su propia jubilación. Y, obviamente, quien cobra por honorarios sólo puede tener una cosa por segura: No tendrá pensión ni jubilación de ningún tipo.
¿Que si la pensión que actualmente dan IMSS e ISSSTE es insuficiente y altamente burocrática, rayando en lo indigno para la gente vieja o enferma que la requiere? Sí, no lo dudo, y también lo denuncio - Pero la manera de corregir este problema no es huir de él. Si nos enfrentamos a que termine el denominado bono poblacional y aumente el total de jubilados, imponiendo una pesada carga adicional al sistema, la solución no está en ignorarlos, sino en subir los impuestos para asegurarnos hoy de que en treinta años podamos vivir decentemente de nuestra pensión.
Claro, es obvio que contamos con la oposición activa de quien tiene dinero para cuidar a sus viejos, de quien diariamente cobra lo que un obrero cobra en un mes. Y también es seguro que esta medida no será popular entre las clases bajas, quienes de por sí no pueden sobrevivir con los miserables salarios que cobran hoy en día, y no tienen la certeza de llegar al futuro para requerir de la pensión.
Subir los impuestos rara vez es una medida bien recibida. Sin embargo, si comparamos los resultados de aplicar estas políticas de seguridad social en los países más emblemáticos del neoliberalismo y de la socialdemocracia (respectivamente, Estados Unidos y los países escandinavos), nos encontramos con un escandaloso desamparo a la enorme y siempre ignorada clase pobre de los Estados Unidos, y un sistema referencia para todo el mundo en materia de universalidad y calidad (e incluso calidez) de la atención en el norte de Europa. Vamos, para mencionar un extremo: Uno de los pocos puntos que ha brillado por su calidad, éxito y universalidad en Cuba es el acceso a las mejores facilidades de salud por la totalidad de su población.
Para los jóvenes es muy tentador recibir en efectivo el dinero extra que nos significa pagar nuestros servicios de salud. La política empresarial / changarrera (es muy difícil atinar a la línea que divide una microempresa de un changarro de los promovidos por el gobierno de Vicente Fox) nos llevará sin duda a un descalabro masivo dentro de una, dos o tres décadas. La banca privada en México ha demostrado su ineficacia e irresponsabilidad en repetidas ocasiones - un colapso generalizado de bancos mal manejados llevó al gran fraude del FOBAPROA/IPAB. Una vez rescatados los bancos, y tan pronto se aceptó la inversión extranjera, prácticamente la totalidad de los bancos del país pasaron a formar parte de grupos transnacionales, llevándose los beneficios que podrían haber generado (y dejándonos con únicamente los empleos de cajeros, supervisores y dos o tres puntitos más). Hoy en día, las filiales mexicanas son para prácticamente todas las cadenas las que tienen más altas tasas de interés y generan más beneficios (ver semanario Proceso número 1544, junio 2006) que los de cualquier otro país del mundo. Y lo que es peor, el que nuestros ahorros para el futuro estén resguardados por estas voraces entidades no lo protege siquiera de crisis, devaluaciones, fraudes o nada por el estilo - Incluso me atrevo a decir que los hacen más vulnerables.
¿Mi reclamo? El futuro de los mexicanos debe estar cimentado en las instituciones del Estado Mexicano. En instituciones fuertes, en un Estado fuerte, con la capacidad económica y moral para administrarlo.