Oficial: El fraude se ha consumado

Hoy, tal como lo indicaban todos los presagios, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) declaró a Felipe Calderón, del Partido Acción Nacional, presidente electo para el periodo 2006-2012.
Hoy es un dí­a de luto. No un luto por un fracaso electoral - En donde quiera que haya democracia, hay perdedores, y posiblemente esta vez nosotros perdimos. Además, en nuestro sistema polí­tico tenemos prácticamente la garantí­a de que la mayor parte de los ciudadanos perderán (esto es, es terriblemente difí­cil que ninguno de los candidatos reciba más del 50% de los votos - Si calderón gana con cerca del 35% de los votos, o si López Obrador gana con una cifra muy similar, tendremos un 65% de perdedores). Nuestro luto es mucho mayor: Perdimos la fé en nuestras instituciones electorales, de las que estábamos tan orgullosos hace tan sólo un par de años. Demostraron no ser serias, no ser adecuadas a un proceso que conlleva una decisión difí­cil. ¿Por qué me atrevo a afirmarlo? Analicemos un poco.
Primero que nada, la función primaria del Instituto Federal Electoral (IFE) es la de organizar las elecciones federales, y asegurar que sean llevadas a cabo con neutralidad. Desde los primeros meses de la competencia formal (las campañas iniciaron demasiado temprano, y los mexicanos estamos a estas alturas hartos con este eterno clima electoral), el IFE no actuó a tiempo para detener una campaña sucia, iniciada no sólo por el PAN, sino por el mismo Presidente de la República y por grupos que, al ser parte de la Iniciativa Privada, están supuestamente fuera del alcance del espectro regulatorio del IFE. Y si bien el Consejo General del IFE deberí­a contar con representantes de las principales fuerzas polí­ticas, sólo el PRI y PAN (centro-derecha y derecha) estaban representados.
En segundo lugar, a lo largo de los últimos seis años, el Presidente Fox parece haberse esforzado de corazón no sólo para demostrarnos que es un completo tarado sino que es un estadista completamente inepto (de esto realmente sobran los ejemplos, no es difí­cil demostrar que Vicente Fox no está capacitado para conducir un paí­s), sino que además su larga lucha por la democracia no fue más que una lucha para obtener poder para sí­ mismo y para la gente cercana a él. Aprocechó cada oportunidad que estuvo a su alcance para promover a su partido, cosa que le está vetada por ley durante el periodo electoral. Hay muchos ejemplos comprobados de irregularidades y de corrupción dentro de su gabinete (especialmente notorios los perpetrados por Josefina Vázquez Mota, ex-secretaria de Desarrollo Social, dependencia a cargo de todos los programas federales de lucha contra la pobreza, y principal coordinadora de la campaña de Calderón), que llevaron a una masiva inyección de recursos a la campaña. Sí­, esto debió haber sido detenido por el IFE tan pronto fuera detectado - pero no fue así­. Y, muchas gracias, Sr. Fox, en el proceso usted provocó un severo daño al respeto que debe existir por la Investidura Presidencial.
Ahora, el rol del IFE termina muy poco después de las elecciones. Después de esto, toca al TEPJF calificar las elecciones - Ratificar que cumplieron con los principios requeridos de igualdad, legalidad y certeza. Muchos de nosotros confiábamos más en el TEPJF que en el IFE, en buena parte por la cantidad de ví­nculos personales y de grupo que fueron surgiendo entre el IFE y los grupos que detentan el poder polí­tico y económico. Muchos de nosotros nos unimos con entusiasmo al reclamo del voto por voto, casilla por casilla - Demandamos al TEPJF exigir un recuento de la totalidad de los votos. Con únicamente un 0.58% de distancia entre los candidatos punteros, con una gran cantidad de anomalí­as estadí­sticas, con tantos reportes de manipulación ilegal de las boletas electorales, el tener un recuento amplio seguramente habrí­a hecho que muchos de nosotros acepte los resultados - Por supuesto, el PAN repitió ad nauseam que los votos fueron ya contados y que no tiene sentido repetir el ejercicio, citando todo tipo de argumentos provenientes de una interpretación demasiado estrecha de la ley. A fin de cuentas, la respuesta del TEPJF fue demasiado estrecha - Sólo el 9% de las casillas fueron revisadas, y hasta donde podemos saber con la información que tenemos disponible, no todas fueron recontadas. De hecho, hace una semana, el Tribunal descartó cerca de 300 recursos (lo que significa, 300 juicios individuales, que por ley debí­an debí­an haber revisado uno a uno, llegando a sentencias individuales). No sabemos aún de qué recursos se trata, con qué bases fueron descartados, en qué áreas geográficas se centraron, ni nada. Alrededor de 235,000 votos fueron anulados - Y este es un número que provoca inquietud, dado que es prácticamente el mismo que la diferencia oficial entre los dos candidatos lí­der (244,000 votos antes de este recuento parcial, 233,000 después). Ahora podemos afirmar con toda certeza que la diferencia entre los candidatos es menor al márgen de error.
Hoy, con una porción importante de nuestro paí­s en duda respecto a la legalidad y conveniencia de esta resolución, el TEPJF ratificó a Felipe Calderón como presidente electo. Esto deberí­a ser una buena noticia. Me gustarí­a aceptar a Felipe como mi presidente - Tristemente, no puedo hacerlo, sencillamente porque el TEPJF violó todos sus principios:

  • Igualdad: El proceso no fue igualitario. Tuvimos publicidad ilegal repitiéndose una y otra vez. Sólo por mencionar un ejemplo, la Presidencia de la República ha tenido una presencia equivalente a 24 horas al dí­a en spots en los medios electrónicos por más de seis meses - Y el IFE sentenció que fue utilizada de una manera que promoví­a el voto por su candidato. ¿Qué resultó de esto? Un cambio menor en el colofón, mucha gente insatisfecha, y... Nada más.
    Andrés Manuel López Obrador fue descrito una y otra vez como un tí­tere de Fidel Castro y Hugo Chávez, y aún hoy hay gente que cree que estaba buscando crear un régimen comunista en México. Claro está, esto fue resultado de las campañas de odio impulsadas por el PAN y el Consejo Coordinador Empresarial. Así­ que, no, no hubo igualdad en el proceso.
  • Legalidad: La mayor parte de esta nota ha tratado acerca de las diversas ilegalidades del proceso. No son pocas. Y lo más triste y alarmante es que el mismo TEPJF el que cometió las últimas y más importantes.
  • Certeza: En un escenario electoral tan competido como en el que estamos sumergidos, siento que éste es el más importante de los principios. ¿Cuántos votos fueron emitidos a favor de cada uno de los candidatos? Hemos repetido varias veces que la diferencia entre ellos está por debajo del márgen de error estadí­stico para un proceso en el que hubo un millón de personas involucradas. Después de los resultados de la semana pasada en que fueron descartados alrededor de 240,000 votos, la diferencia es objetiva e indudablemente menor al márgen de error. Incluso si no hubo fraude, la gente comete errores, y es demasiado iluso asumir que ni siquiera uno de cada 200 votos fue registrado incorrectamente. E incluso si no hubo fraude, el no permitir que la sociedad se asegure de que los resultados del proceso realmente corresponden a la realidad consiste por sí­ sólo en un fraude. Probablemente nunca sabremos si Felipe Calderón realmente ganó, al igual que no sabemos quién ganó en 1988 y por cuánto. En 1988, los resultados oficiales dieron poco más del 50% a Carlos Salinas, casi 30% a Cuauhtémoc Cárdenas, y cerca del 20% a Manuel Clouthier - Pero tanto Cárdenas como Clouthier aseguraban haber ganado. Y aunque Cárdenas llamó a no ejercer la resistencia cí­vica para, en cambio, construir un movimiento polí­tico fuerte para el futuro, Clouthier hizo exactamente lo que su partido critica hoy en dí­a en López Obrador. De hecho, el Presidente Fox fue Secretario de Agricultura en el gabinete paralelo de Clouthier. Pero Clouthier tuvo un accidente misterioso pocos meses más tarde, y murió - tras lo cual se inició el negro periodo de las concertacesiones entre PRI y PAN, bajo la dirección de Diego Fernández de Ceballos.

En pocas palabras, ¿ahora qué sigue? Tras este largo y agotador proceso, estamos exhaustos. Al igual que mucha gente, yo no estoy dispuesto a aceptar la imposición de otro presidente fraudulento. Tení­a la esperanza de que México hubiera cambiado en los últimos 18 años - pero no fue así­. Seguimos viviendo en un fuerte régimen presidencialista, y no tenemos esperanzas de democratización. Si realmente obtenemos un presidente elegido democráticamente, lo aceptaré. Claro, criticando y vigilando a su gobierno, dado que no creo que los principios sociales y económicos que impulsan puedan llevar a nuestro paí­s a mejorar, pero aceptándolo. Sin embargo, hay demasiadas señales de fraude, hay demasiados detalles que huelen raro en esta decisión. El más apestoso de ellos es la reiterada y tajante negación de aceptar la oportunidad de callarnos a todos los inconformes. ¿O es acaso mejor tener millones de ciudadanos enojados, bloqueando arterias de la capital y dañado la imágen de México en el extranjero hablando y escribiendo acerca de nuestro viaje de vuelta a la edad de piedra que permitir un recuento legal? ¿Es acaso demasiado pedir el dar certeza a nuestras elecciones? Y, claro está, ¿hay alguna duda de que seguiremos oponiéndonos a esta imposición?