¿Declaratoria unilateral de paz en Chiapas?

Por lo menos en lo que respecta a las estupideces proferidas, no podemos quejarnos de que Calderón no sea coherente con lo que ha propuesto desde incios de la campaña.
A fines de enero, cuando las campañas presidenciales aún iban arrancando, Felipe Calderón anunció a los cuatro vientos que tení­a una estrategia que dejarí­a chiquitos a los famosos 15 minutos de Fox para resolver el conflicto en Chiapas: Una declaratoria unilateral de paz. Pueden ver la nota en El Universal y La jornada, así­ como un simple comentario que hice a estas notas en mi sitio personal (en inglés).
Pasó el tiempo, nadie dijo nada, y muchos hasta pensamos que este fue sólo un desliz de la fracasada estrategia del inicio de la campaña de Calderón, cuando todaví­a lanzaba propuestas, cuando se ufanaba de sus manos limpias, antes de dedicar la totalidad de sus fuerzas a enlodar a sus contrincantes (aceptando tácitamente que no tiene nada que contribuir, que carece de mayor proyecto que seguir jineteando al famoso mismo caballo que hasta acá nos ha venido a botar).
Pero por lo visto no olvidó su grandí­sima idea. Cito al artí­culo publicado ayer en La Jornada:

Ante más de mil indí­genas de 13 municipios de los Altos de Chiapas, Calderón Hinojosa reiteró que si gana la Presidencia de la República declarará unilateralmente la paz en Chiapas, "con las armas de la justicia, para combatir al enemigo común, que es la miseria".

Esta vez fue más lejos aún: Demostró su nulo conocimiento acerca de la problemática que incitó al levantamiento zapatista. Cito de nuevo:

Al final de su discurso se refirió a un tema que "no puedo dejar de mencionar: la guerrilla zapatista que estalló hace 12 años aquí­, en los Altos de Chiapas". Esa guerra, dijo, "tiene una causa, que es la miseria, la pobreza, pero yo creo que la justicia que merece Chiapas no se debe alcanzar por la ví­a de la violencia, no se deben alzar unos hermanos contra otros".

La miseria y la pobreza, sí­, son factores que impulsaron al levantamiento zapatista. La marginación de los indí­genas es escandalosa, nadie lo niega. Pero el levantamiento se basa en cosas mucho más importantes para el ser humano, como el respeto a las diferentes costumbres, como el alto a la discriminación, y muy importante, la exigencia de dejar de oprimir a los indí­genas manteniendo un discurso hipócrita de igualdad de oportunidades. En las zonas de mayor influencia zapatista se registran í­ndices de alcoholismo y de violencia intrafamiliar tremendamente más bajos que en cualquier otra área de la república -incluyendo áreas urbanas y desarrolladas- pues para ellos lo principal es la dignidad humana.
Y no es por otra cosa su lucha: Los zapatistas exigen al gobierno les dé derecho a ser personas dignas, a ser iguales al resto de los ciudadanos. Y ya no sólo se limita a los indí­genas, con su miseria y pobreza, sino que se extiende a otros sectores tradicionalmente despojados de su dignidad: Las mujeres, los disidentes, los homosexuales y lesbianas, todos quienes sufren constantemente de la discriminación. Lo resume muy bien su frase emblema: Luchan por un mundo donde quepan todos los mundos.
En Chiapas no hay un estado de guerra. No hay una tregua siquiera. Hay un grupo de alzados, sí­, que vive al márgen de la ley - pero una declaratoria unilateral de paz no resuelve nada, es simplemente una mofa más a su movimiento. Y es esa la razón por la que a 12 años no se haya resuelto el conflicto: El gobierno podrí­a aplastarlos con el ejército, pero sólo causarí­a que se levantaran decenas de grupos simpatizantes. El gobierno puede seguirlos ignorando, como llevan haciéndolo desde 1996 (después de la firma de los aún no implementados acuerdos de San Andrés). ¡Pero no puede declararse una tregua donde no hay una guerra!