Mitos sobre los izquierdistas

Desde hace ya mucho tiempo, PRI y PAN se han dedicado por todos los medios a su alcance (y con esto, obviamente, incluyo al control que tienen los medios masivos de comunicación, mismos que gracias a la Ley Televisa tienen ahora control sobre de la polí­tica) a ridiculizar no sólo a la izquierda como opción polí­tica, sino a todos sus simpatizantes como personas. El más puro estilo Gí¶bbels, pues. ¿A qué me refiero? A aseveraciones como:

  • Las leyes no les importan, las violan y sólo buscan la impunidad.
    Esto llegó a su punto máximo con el fallido intento de desafuero. Y en el proceso de criminalizar a López Obrador (a quien jamás pudieron encontrarle juego sucio alguno), nos pintan a todos los demás como vándalos, como animales irrespetuosos del órden público. Un patético ejemplo más reciente es la cobertura mediática del operativo represor policial (y uso el término represor que muchas veces va cargado de ideologí­a con absoluto apego a la realidad, no hay cómo verlo de otra manera) del movimiento que se sucitó en San Salvador Atenco; me remito a la nota que publicamos al respecto el dí­a 25 de junio.
    Y muy al contrario de lo que buscan presentar, las organizaciones de ciudadanos de izquierda son justo aquellas que buscan imposibilitar el abuso de poder y la ilegalidad. Es por culpa de agrupaciones como Alianza Cí­vica y sus similares y antecesoras (plural y apartidista, pero sorprendentemente faltante de miembros simpatizantes con PAN y PRI) que fue impulsado y finalmente aceptado un cambio en nuestro sistema polí­tico, que cesó la persecución abierta, que prosperó la alternancia, y que (uno de los principales pero tristemente escasos logros del gobierno de Fox) nació la Ley de Transparencia y Acceso a la Información Pública.
  • Los simpatizantes del PRD son un grupo de porros violentos, irrespetuosos de los derechos ajenos, que sólo buscan cómo hacerse de poder a base de manifestaciones.
    No. Más bien, tenemos dos caracterí­sticas que nos distinguen claramente de ellos: No le tenemos miedo al pueblo, sino que formamos parte de él (por lo que no necesitamos que nos organicen manifestaciones VIP, como la del "no a la violencia" del 2004), y tenemos la convicción de que por este camino se transita hacia un mundo mejor para todos, y que vale la pena echarse el volado. No por mí­, no por mi familia ni por mis amigos, sino por todos.
  • Si no ganan, arrebatan.
    Esta acusación viene en parte impulsada por la presión que ejerció el PRD que llevó a la anulación de los comicios en Tabasco (2001) y en Colima (2003). La razón para esta anulación, sin embargo, no es arrabatar a la mala, sino -muy al contrario- demostrar que se ganó a la buena.
    Cuando se detectan y demuestran irregularidades importantes en un proceso electoral y el Tribunal Electoral correspondiente (estatal o federal) lo reconoce, puede decidir ordenar un conteo exhaustivo o anular las elecciones, sea de manera global o en un determinado grupo de casillas. La decisión no es arbitraria: Si hay suficientes denuncias que apunten a que la irregularidad está en la captura de las actas o en el conteo de los votos, mientras que los votos mismos no han sido alterados, se ordena un recuento con mayor vigilancia y legitimidad, y se llega a nuevos resultados. Por otro lado, si las denuncias apuntan a que faltan o sobran votos en las casillas, dado que es imposible averiguar cuáles votos son legí­timos y cuáles no, se hace necesario anular la elección en las casillas, distritos o entidades afectados.
    Ni el PRD ni ningún otro partido se ha atribuí­do elecciones que no les corresponden por esta ví­a. Si las circunstancias apuntan a que es necesario un recuento voto a voto, nadie debe temer que los resultados sean avalados por la máxima instancia electoral, el TRIFE.
  • Son todos stalinistas/maoistas extraí­dos de otro momento histórico.
    La izquierda no tiene mucho que ver con eso. Sí­, aún existen los maoí­stas, al igual que de la derecha existe quien impulsa al laissez-faire al 100%, al hiperliberalismo que llevó a crisis como la de Inglaterra a miles del siglo XIX - y que, claro, sirvió de semilla para los primeros escritos acerca del socialismo.
    Hoy en dí­a, la mayor parte de la izquierda (desde un punto de vista económico) oscila entre visiones socialdemocráticas, como las de los Estados Escandinavos y capitalismo keynessiano. En general, buscamos consolidar gobiernos que reduzcan las diferencias económicas entre la clase más pobre y la más acomodada.
    Pero la izquierda además va mucho más allá de los temas meramente económicos - En temas sociales, la izquierda apunta más a la libertad de elegir del individuo. Libertad de elegir su estilo de vida, religión, costumbres en el ámbito privado. Además, la izquierda busca fomentar la tolerancia hacia las diferencias en la sociedad - Tolerancia a parejas homosexuales, tolerancia a diferentes cosmovisiones, tolerancia hacia el deseo de cada quién de decidir qué hacer con su propia vida.
  • ¿Intervención del Estado? ¡Fascismo! ¡Fidel Castro! ¡Hugo Chávez!.
    ¿Así­ nos llevamos? ¡Liberalismo desenfrenado! ¡Fascismo! ¡Videla! ¡Pinochet!
    Hace varios meses era común escuchar el cuestionamiento de si AMLO planteaba un gobierno de izquierda responsable como la de Kichner y Lula o de izquierda dogmática como la de Chávez y Castro. Obviamente, esto lleva maña - Esta pregunta nos ofende a todas las izquierdas. ¿O a poco, sin tener más conocimiento de causa que su efigie, puedes determinar que Chávez es tan malo como suena? Bueno, como sea... Dado el origen y planteamiento de campaña de Chávez y de AMLO, no hay de qué preocuparse. Respondiendo al planteamiento original, AMLO se situarí­a (situará, esperemos) en un punto similar al de Kichner o Bachelet.
    ¡Ah! Cuesta trabajo callarme esto... ¿Recuerdas lo que pasó en Argentina en 2000-2001? ¿Recuerdas cómo Carlos Saúl Menem fue visto durante su mandato (hasta 1999) como el ejemplo de cómo un sistema neoliberal aplicado al pie de la letra del FMI sí­ funciona?
  • ¡Ej un compló! ¡Ej un compló! ¿Qué no se les ocurre nada mejor?
    Una aportación de nuestro buen amigo Gí¶bbels (sí­, con í¶ de Dí¶ring, principal promotor de todo el numerito - ¿Será casualidad?) es la repetición por parte de los medios de algo que suena divertido, que invita al pueblo a repetirlo hasta el cansancio. Y a fin de cuentas resulta cierto: Andrés Manuel fue ví­ctima de un complot fracasado. ¿Cómo más podemos explicar la cantidad de golpes que en relativamente poco tiempo (prácticamente todo durante el bienio 2003-2005) sufrió su gobierno con los videoescándalos (todos ellos siguieron su respectivo proceso penal, y todos los funcionarios implicados fueron destituí­dos y procesados), una fraudulenta deuda millonaria por el Paraje San Juan (promovido por el senador litigante, Diego Fernández de Cevallos), el turbio asunto de El Encino que sirvió para por fin iniciar el trámite de desafuero que tanto buscaban? ¿Qué sustento hubo detrás de todo esto? De haber habido una sóla ley quebrantada por López Obrador, sin duda alguna lo sabrí­amos.
    ¿No hubo un complot?

Como pueden ver, no somos un hato de revolucionarios asesinos comeniños. Los izquierdistas somos quienes pensamos que antes que nuestro bienestar personal está nuestro bienestar colectivo - O, más bien, que para poder pensar en vivir mejor tenemos que asegurarnos en que quien vive peor que nosotros no viva tanto peor. Creemos que la solución a la delincuencia, más que mano dura y pena de muerte, es erradicar a las condiciones sociales y económicas que convierten a un ser humano en delincuente, partiendo del hecho de que prácticamente a nadie le gusta delinquir, pero todos tenemos que sobrevivir y alimentar a nuestra familia.